BAFICI 2025: crítica de «Aimer perdre», de Lenny & Harpo Guit

BAFICI 2025: crítica de «Aimer perdre», de Lenny & Harpo Guit

por - cine, Críticas, Festivales
23 Mar, 2025 05:51 | Sin comentarios

En esta brutal comedia una joven gana dinero apostando, robando y escapándose de acreedores en una Bruselas caótica en la que es difícil sobrevivir.

Cultores de algo que se podría llamar «feísmo» y ubicados dentro del género de la comedia sucia, entre popular y grotesca, los hermanos Guit no le hacen asco a ningún fluido a la hora de contar su caótica historia de un modo igualmente caótico y, si se quiere, vulgar. Una película pequeña, independiente, filmada con dos pesos y con unas decisiones curiosas de edición (algunas muy efectivas, otras no tanto), AIMER PERDRE es la historia de una chica tan descontrolada, desorganizada y caótica como la película que protagoniza.

Armande Pigeon (Maria Cavalier Bazan) no tiene un euro y vive pagando un modesto alquiler en un colchón prestado en el living de una agresiva señora que la maltrata. Sus días se dividen en escapar de personas a las que le debe dinero y tratar de conseguir algo de plata no necesariamente de formas legales. Puede robar algo y venderlo, entrar a un supermercado y comer, pero su pasión es apostar por lo que sea. No le suele ir bien, pero no puede parar, aunque tenga que quedarse sin calzado. Por algún motivo solo explicable en el contexto cómico que propone el film belga, Armande es una chica muy deseada por una variada serie de tipos. Pero ella solo está pendiente del dinero. O de lo que puede sacar de cada uno de ellos.

Una comedia incómoda, sucia, veloz, deshilachada, AIMER PERDRE combina algunos momentos hilarantes con otros francamente irritantes. No solo la protagonista es bastante impresentable sino que todos los que se cruzan con ella son iguales o aún peores. No ayuda mucho que los directores consideren gracioso mostrar primeros planos de granos de pus siendo apretados, inodoros mugrientos a los que la protagonista ingresa menstruando, gente atiborrándose de comida salvajemente y otras escenas que, solo si uno se engancha con la propuesta un tanto trash del film, podrá disfrutar. Es más probable que a la mayoría la incomodidad se le presente de un modo un tanto más irritante.

Se puede pensar a AIMER PERDRE como una comedia desesperada y desesperante acerca de alguien a quien no le queda otra que sobrevivir como puede en un contexto económico en el que no parece haber otra salida. Armande apuesta todo el tiempo y no sabe cuando parar: roba a sus amigos o pretendientes, engaña al que le da una mano, cuando gana no sabe parar (Romain Duris tiene un cameo como alguien que se conecta con ella en una noche intensa en un casino) y trata siempre de sacar alguna ventaja. Se trata de un personaje por lo menos complicado a la que solo «salva» la sensación de que no hay ningún otro camino posible para salir vivo de ahí.

Lejos de la Bruselas turística de tarjeta postal, la película presenta una urbe sucia y caótica, filmada con una mezcla de desparpajo y ubicuidad para captar ese tipo de escenarios y lugares que parecen habitados de verdad. Piezas y negocios recargados de objetos, casas en las que conviven una docena de personas, familias y amigos que se comunican a los gritos y así. Se trata del Lado B de la Europa próspera y ascética de los nuevos emprendimientos inmobiliarios. Es un lugar en el que, si se piensa la vida como un permanente cara o ceca, lo más probable es que la mayoría de las veces gane la casa.