Series: reseña de «Deli Boys», de Abdullah Saeed (Disney+)

Series: reseña de «Deli Boys», de Abdullah Saeed (Disney+)

Esta serie cómica se centra en dos hermanos de origen pakistaní que tienen que hacerse cargo del negocio de su padre cuando él muere. Solo que el negocio no es el que ellos creen.

Serie de gangsters en tono cómico hay decenas, pero DELI BOYS tiene una particularidad que la torna diferente: transcurre en el marco de una familia de origen pakistaní que vive y trabaja en Filadelfia, Estados Unidos. Mezclando una trama propia de BREAKING BAD pero en un tono más cercano a una comedia ampulosa, esta serie creada por Abdullah Saeed gira en torno a los conflictos que aparecen cuando el patriarca de esa familia propietaria de varios delis (pequeños almacenes de barrio tipo 7-Eleven) muere y sus dos muy distintos hijos tienen que heredar un negocio que no es tan simple ni legal como parece.

Raj (Saagar Shaikh) y Mir (Asif Ali) son muy distintos entre sí y eso queda claro de entrada. El primero vive de los dineros del padre, piensa solo en divertirse, drogarse y comprarse ropa mientras que el segundo quiere ser un enterpreneur de manual. Ninguno de los dos es una luz y, cuando el padre de ambos (Iqbal Theba) muere en un raro accidente mientras juega al golf, se dan cuenta que han heredado un negocio que no saben muy bien cómo manejar. Pero ese es el menor de los problemas. Poco después del entierro aparece en escena el FBI y deja en claro que el negocio familiar es un cúmulo de estafas y ambos quedan en bancarrota.

La única opción, parece, es empezar de nuevo trabajando en el deli original de la familia, uno que quedó afuera de la cadena que quebró. Pero cuando van allí se enteran que hay un secreto aún mayor cubriéndolo todo: todo el asunto de los supermercados familiares y la producción e importación de «achar», un picante condimento de la gastronomía de origen indio, es en realidad una fachada, una tapaderaque cubre el verdadero negocio de la familia. Pueden imaginar cuál es. Y si no, se darán cuenta muy rápidamente.

DELI BOYS sigue a estos dos torpes pero simpáticos hermanos metiéndose cada vez en mayores e insospechados problemas mientras intentan que el verdadero negocio familiar funcione y no caer ni en las garras del FBI ni de unos tenaces «socios» que no se andan con vueltas. Así, la serie de diez episodios se vuelve una comedia gangsteril donde lo que prima es el humor, el choque cultural y, en segunda instancia, una trama policial violenta que incluye varias muertes y persecuciones.

El humor de la serie no es particularmente sutil pero está lleno de pequeños momentos y observaciones muy graciosas, a la vez que permite al espectador que no conoce demasiado los detalles culturales de la comunidad pakistaní en los Estados Unidos saber más de sus gustos, deseos y modos de relacionarse. Exagerado, obvio, para lograr efecto cómico, pero por momentos muy divertido, especialmente cuando tienen que lidiar con sus «primos» de la India.

Los hermanos Dar son el sostén de la historia, pero aportan mucho en sus roles secundarios Brian George como el tío Ahmed y, especialmente, Poorna Jagannathan como la tía Lucky, una mujer de armas tomar. Ellos dos son los que realmente saben como manejar el negocio y son los que deben, a su modo –se odian entre sí–, orientar a los hermanos a conducirse en su nueva tarea.

Se puede pensar en DELI BOYS como una versión paralela de «el sueño americano», una de esas tantas historias de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos con el sueño de progresar por vías legales pero que no tardaron en darse cuenta que el único camino posible para hacerlo era moverse por fuera de la ley. La serie producida por Jenni Konner (GIRLS) no aspira a ser ni EL PADRINO ni LOS SOPRANO, pero se mueve en un universo que posee algunas similitudes, especialmente con esta última. Una serie de gangsters que nunca se toma en serio a sí misma y que consigue convencer gracias a su tono entre ligero y absurdo.