
BAFICI 2025: crítica de «La mujer del río», de Néstor Mazzini
Tercera y última parte de una trilogía que sigue la historia de una pareja en una relación que se va volviendo cada vez más tóxica, peligrosa y violenta. Con Andrea Carballo y César Troncoso.
No es muy común que se cuente una trilogía ligada a una relación doméstica, una serie de películas que funcione como un continuo y que, como en estos films, sigan el caso de una pareja que se separa y cuya relación se va volviendo cada vez más complicada y violenta. Nestor Mazzini concibió algo así. Y LA MUJER DEL RIO concluye, de manera potente y brutal, esta historia a la que no queda otra que definirla como de violencia de género.
La primera película, 36 HORAS (2019), ya mostraba la tensión de la pareja que componían Erica y Pedro, interpretados por Andrea Carballo y César Troncoso, al afrontar problemas económicos. El segundo film, CUANDO OSCURECE (2022), los mostraba ya separados y tensando su relación a partir de una fuga del padre con la hija de ambos, Flor (Matilde Creimer Chiabrando), secuestro que terminó con él en la cárcel. Este film cuenta lo que sucede tres años después, cuando Pedro sale de prisión y quiere retomar contacto con la niña.
La película comienza con el final, por lo que de entrada sabemos que la historia termina mal. Y lo que se cuenta mezclará los tiempos de esa etapa del relato para ir mostrando cómo Pedro se entromete en la vida de su ex y su hija más de lo legalmente permitido, una y otra vez, llevando a límites insoportables la relación entre ellos. No solo porque Erica está nuevamente en pareja sino porque en cada cruce que inicialmente parece amable, Pedro termina mostrando una inusitada violencia verbal y física que a Erica le cuesta contrarrestar. Y no parecen haber abogados, regulaciones o consejos que impidan a su ex pasarse, una y otra vez, de la raya.

Las películas logran ponerse en la piel de Pedro –una nerviosa y muy convincente actuación del actor uruguayo pronto a ser visto en EL ETERNAUTA— para tratar de pensar en cómo puede llegar a actuar cómo actúa. Las películas no lo justifican ni mucho menos, pero sí intentan analizar su punto de vista de la situación que le toca vivir. Punto de vista que, a todas luces, es terrible y que logra no solo poner los pelos de punta de Erica una y otra vez sino también los de los espectadores.
Se trata de una película fuerte y áspera, que puede no ser sencilla de ver y hasta por momentos incómoda, pero que muestra de manera directa y hasta cruenta a estos hombres tóxicos y el tipo de relaciones posesivas que generan, poniendo el eje en su imposibilidad de aceptar las reglas (visitas supervisadas, días y horarios específicos, así) que se le imponen, en especial cuando las imparten las mujeres.
Por su parte, Carballo logra crear un personaje que es fuerte y débil a la vez, que intenta razonar con su victimario y hacerle comprender su punto de vista pero que muchas veces no logra contener su agresividad y sus ataques de furia. Y en el medio está la niña, que soporta esos brutales encontronazos como puede. Una película dura y dolorosa que, en estos tiempos de recortes de derechos y de fondos para tratar el tema de la violencia de género, se ha vuelto urticante.