Estrenos: crítica de «Thunderbolts*», de Jake Schreier

Estrenos: crítica de «Thunderbolts*», de Jake Schreier

por - Críticas
29 Abr, 2025 09:03 | Sin comentarios

Un nuevo y conflictivo grupo de superhéroes atraviesa extrañas aventuras en esta nueva película de la factoría Marvel protagonizada por Florence Pugh y Sebastian Stan. Estreno: 1 de mayo.

Convengamos que la vara está muy baja. Ya desde hace varios años, pero en especial con sus recientes producciones —THE MARVELS y la última CAPITAN AMERICA especialmente; DEADPOOL & WOLVERINE juegan un juego propio–, Marvel parecía haber perdido la brújula, incapaz de encontrarse con lo mejor de su propio estilo. No es que las películas anteriores a esas hayan sido obras maestras, pero al menos tenían una consistencia narrativa y estilística que pareció desaparecer allá cuando a Thanos se le dio por aniquilar a medio planeta. Quién sabe, quizás entre los que liquidó estaban los mejores talentos creativos de la empresa.

Ante esa vara, THUNDERBOLTS* es un triunfo. Quizás no lo suficiente para considerarla un relanzamiento pero sí un ligero soplo de aire fresco. Algunas cosas siguen ahí –la narración como un compendio de hiperlinks–, pero hay algo más oscuro y perturbador, algo un tanto más humano y realista, y un humor bastante efectivo en los códigos que maneja este grupo paralelo de superhéroes, uno que se ubica a mitad de camino entre los iniciales AVENGERS y los GUARDIANES DE LA GALAXIA: ni tan hormonales como los primeros ni tan absurdos como los segundos.

El cambio de tono se da gracias a un importante cambio de equipo creativo: un director (Jake Schreier, de PAPER TOWNS), guionistas y una serie de responsables de áreas que son nuevos en el mundo Marvel y que vienen de series como BEEF o THE BEAR, entre otras. Y si bien no alcanzaron a reinventar la pólvora, por lo menos la limpiaron, la lustraron y la presentan al mundo con un nuevo brillo. Conducidos por Yelena Belova (Florence Pugh), la hermana de la Viuda Negra, el nuevo grupo de supers se empieza a conformar de una manera poco usual. De hecho, el cruce entre varios de ellos se dio para que se liquiden entre sí. Pero la solidaridad entre ellos al final triunfa y de a poco empieza a armarse un combo que tomará por nombre, al menos inicialmente, el de Thunderbolts*.

A lo largo de la película se ve que su conexión con lo real es más palpable, que aún dentro de lo fantástico THUNDERBOLTS* –ya verán a qué viene el asterisco– se dedica a objetivos más pequeños y personales, lejos de los interestelares de años anteriores. Una de las escenas de acción más importantes de la película tiene a muchos héroes soportando piezas macizas de concreto para que no golpeen en vecinos tal como lo hacía el SUPERMAN de Richard Donner allá por 1979. Si la cuestión es salvar al mundo, habrá que ir haciéndolo uno por uno, como cuando SPIDER-MAN perseguía a ladrones de pizzerías.

El otro cambio corre por carriles similares y plantea que los verdaderos villanos están entre nosotros. No solo eso: pueden ser hasta ellos mismos. Sus conflictos psicológicos, sus duras experiencias y sus traumas pueden volverlos más peligrosos que cualquier malvado de ocasión. Y esa idea se sostiene aquí hasta en los grandes enfrentamientos, que por momentos parecen acercarse más a un juego psicológico a lo Andrej Tarkovski que a la última de James Gunn con criaturas parlantes.

A Belova se le irá sumando un grupo humano que ya ha aparecido en otros films y series pero que, salvo por el caso del Soldado de Invierno (Sebastian Stan), lo han hecho en roles menores, secundarios. Los demás son potenciales perdedores todo terreno. Está Ghost, que pasó por ANT-MAN (Hannah John-Kamen), el fallido Capitán América John Walker (Wyatt Russell) y el simpático «padrastro» de Belova Alexei Shostakov, conocido por muchos como Red Guardian e interpretado por un muy gracioso David Harbour, que funciona como el comic relief de la historia. Entre ellos aparece un tal Bob (Lewis Pullman, como Wyatt, otro hijo de un actor legendario), un tipo con problemas psicológicos tan profundos como indescifrables. Aún para él.

Con la directora de la CIA Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus) jugando a dos o tres puntas y un caos más organizado que de costumbre, THUNDERBOLTS* recupera en parte la escala humana perdida por Marvel hace más de una década, cuando todavía las cosas que estaban en juego parecían tener alguna importancia. No es una película que vaya a ser recordada por sus escenas de acción. Y eso, curiosamente, se agradece. Marvel ya había probado todas las fórmulas posibles para enfrentamientos entre héroes y villanos y al final del día lo que se dan cuenta es que genera más tensión un objeto contundente sobre una persona que diez galaxias a punto de explotar a la vez. Al salir por un rato de los multiversos y al volver a trabajar en el igualmente misterioso pero más humano escenario del inconsciente, la última película de Marvel logra sacar al sello de la arena movediza en la que estaba hundido. Habrá que ver si de acá en adelante logra sostenerse.


Nota: no hay solo una sino dos escenas poscréditos. Y la que llega al final de todo generó aplausos en la sala en la que la vi.