Estrenos: crítica de «Un pastel para dos» («کیک محبوب من»), de Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha

Estrenos: crítica de «Un pastel para dos» («کیک محبوب من»), de Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha

por - Críticas
23 Abr, 2025 12:46 | 1 comentario

Una mujer viuda que ha decidido reiniciar su vida amorosa conoce a un taxista solitario en este drama romántico iraní que compitió en el Festival de Berlín 2024.

Una historia romántica entre dos personas mayores de edad, que en otro contexto sería tan inocente como ELSA & FRED, cobra características hasta de thriller político en UN PASTEL PARA DOS, un film centrado en una mujer viuda y septuagenaria que toma la decisión de reiniciar su vida romántica después de mucho tiempo. En un país como Irán, tan religioso y tradicional, el intento de una mujer de andar sola por la calle en plan «conquista», sin embargo, puede ser un poco más problemático que en Occidente. Y si encuentra lo que busca, quizás aún peor.

Mahin (Lily Farhadpour) vive sola en una cómoda casa en las afueras de Teherán. Es viuda y tiene una hija que vive fuera del país y con la que habla menos de lo que quisiera. Su rutina consiste en prepararse la comida con empeño, mirar la TV, regar el amplio patio que tiene y, de vez en cuando, tomarse un taxi al centro a hacer compras en el mercado. De tanto en tanto recibe a un grupo de amigas de su edad, muchas de las cuales son también viudas y viven pendientes de su estado de salud y de sus visitas a médicos.

Quizás inspirada en la más «pizpireta» de todas ellas –una que aún se maquilla y se viste de un modo elegante–, Mahin decide probar suerte y salir a buscar una posible pareja. Tras ir a un hotel y a un parque sin encontrar a nadie –y luego de atravesar una incómoda situación en la que la policía se quiere llevar a una chica joven porque se le ve el pelo por debajo del hijab–, se detiene a almorzar a un restaurante, escucha hablar a Faramarz (Esmaeil Mehrabi), un señor solitario y melancólico, y se decide a buscarlo en la agencia de taxis en la que trabaja. Lo encontrará, se acercará a él y allí comenzará la breve pero emotiva historia romántica que los reúne.

Todo podría resultar un entretenimiento ameno en plan romance otoñal, pero la mirada de los otros y la presión social le otorga peligrosidad a la situación. Que una mujer «encare» a un hombre tampoco es usual allí, y si a eso se le suma que Mahin anda con el pelo un poco suelto, no se calla, tiene vecinas chismosas que se meten en todo y pueden hasta denunciarla por meter a un hombre en su casa, lo que podría ser una amable y hasta pícara comedia romántica entre dos septuagenarios viudos se vuelve algo más que eso.

La pareja de realizadores de EL PERDON arman una película política pero que no pone solo el foco en la presión social y en la persecución a las mujeres por su vestimenta. El encuentro entre estos dos seres solitarios, con ganas de juntarse, de comer (ella expresa mucho a través de lo que cocina), beber, bailar y, si es posible, algo más que eso tiene la ternura y la melancolía de las pequeñas historias de amor, esas que son más fuertes por lo que despiertan en un momento que por su potencial continuidad. Lo que importa aquí es la experiencia: conocer a dos personas solas que prefieren seguir viviendo sus vidas y encontrándose con el otro en una sociedad que prefiere que eso no suceda si no está fuertemente reglamentado.

MY FAVOURITE CAKE –como se conoce al film en inglés– bien podría adaptarse a una obra de teatro, ya que más allá de ciertas escenas al principio casi todo transcurre en la casa de la protagonista y a lo largo de muy poco tiempo. Es un film de actuaciones, con Farhadpour siendo la principal fuerza motora de las acciones, con un inusual descaro para una mujer de su edad y situación. Pero de a poco Mehrabi empiece a agregar matices y riqueza a un personaje que parecía haber perdido ya sus ganas de vivir y que, sin imaginarlo, de golpe las reencuentra. Lo importante para ambos, después de todo, es ese momento de felicidad impensado que durará la eternidad y un día.