Series: crítica de «Andor – Temporada 2», de Tony Gilroy (Disney+)

Series: crítica de «Andor – Temporada 2», de Tony Gilroy (Disney+)

En la segunda temporada de la serie la rebelión se va organizando para combatir a un imperio que extiende su cruel dominio en diversos planetas. Desde el 22 de abril en Disney+, de a tres episodios por semana.

A lo largo de los casi cincuenta años que pasaron desde su inicio, la saga STAR WARS ha cobrado distintas formas y utilizado diferentes modelos narrativos. Especialmente desde que los episodios originales dieron paso a otros materiales –tanto películas como series–, STAR WARS se diversificó intentando seguir un modelo patentado por Marvel: el de producir ficción siguiendo parámetros y géneros clásicos. A Marvel le fue bien dividiendo sus películas y series en función de sus tonos y formatos (más cómicos, más adultos, más infantiles, más de suspenso, de acción o de aventuras) y el mundo Lucasfilm intentó hacer lo mismo. Y si bien ambos sellos están bajo el mismo paraguas de Disney, a los derivados de STAR WARS no les fue tan bien.

Películas se hicieron apenas dos (SOLO y ROGUE ONE, ya volveremos sobre esta) y ahora se acaban de anunciar otras dos. Series, en cambio, fueron muchas: THE MANDALORIAN, THE BOOK OF BOBA FETT, OBI-WAN KENOBI, ANDOR, AHSOKA, THE ACOLYTE y SKELETON CREW. En cada una de ellas se fue apostando por distintos modelos de relato: el clásico de aventuras, la saga de espionaje, el thriller policial, el coming of age adolescente y los que responden al mix de formatos ya clásico de STAR WARS. Pocas de ellas funcionaron bien y tuvieron continuidad: MANDALORIAN lleva tres temporadas y ahora irá al cine mientras que AHSOKA tendría una segunda temporada. La otra es ANDOR, cuya ambiciosa, larga y compleja primera temporada quedó, si se quiere, como la serie adulta y prestigiosa de la marca.

El formato de ANDOR es el del film de espías, el de la ficción política, la saga de poder, revolución e intrigas que está en el corazón de STAR WARS, que conforma su núcleo duro por detrás de el ropaje de acción y aventuras que más popularmente la caracteriza. Aquí no se habla de los Jedi, la Fuerza es un concepto del que se desconfía y se conoce poco, las criaturas de aspecto curioso apenas aparecen, los viajes en el espacio quedan en segundo plano y los planetas se parecen mucho a los países del mundo real. El modelo no es la ciencia ficción sino una mezcla de John le Carré con el cine sobre la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial (EL EJERCITO DE LAS SOMBRAS, de Jean-Pierre Melville suena a referencia) mezclado con los thrillers políticos sobre intentos revolucionarios en estados totalitarios, referencias que el creador Tony Gilroy (director de MICHAEL CLAYTON, guionista de la saga BOURNE) seguramente conoce bien.

A lo largo de sus doce episodios, la segunda temporada de ANDOR cuenta varias historias en una, separadas a través del tiempo que cubre, que va desde el final de la primera temporada hasta que la trama conecta con ROGUE ONE, así como esa película lo hizo con EPISODIO IV. La utilización de los saltos temporales (marcados con la leyenda «BBY» o Before the Battle of Yavin) sirve para marcar esos bloques, por lo que la temporada puede verse casi como una tetralogía cinematográfica completa que se expande y divide a lo largo de varias partes (de hecho, se estrenan a razón de tres episodios por semana). Pero eso, si bien el formato obliga a hacer varios recomienzos, no le hace perder continuidad ni lógica porque el objetivo final es siempre claro, el mismo y por todos conocidos: iniciar la rebelión contra el Imperio.

El eje narrativo principal pasa por el planeta Ghorman, uno que el Imperio planea invadir para quedarse con uno de sus recursos naturales –algo así como las actualmente llamadas «tierras raras» que las grandes potencias quieren–, recurso que necesitan con fines secretos (Nota: los que conozan algo del «lore» de STAR WARS sabrán cuál es ese fin). Con ese objetivo, un equipo comandado por Orson Krennic (Ben Mendelsohn) planeará ir controlando el planeta mediante estrategias similares a las de los poderes dictatoriales: manejando la opinión pública, creando «enemigos» y manipulándolos, controlando la información y los poderes políticos, además de un aumento de aranceles que parece sacado de las noticias de ayer. La Alianza Rebelde, con sus diferencias y problemas internos, intentará con sus recursos frenar esa avanzada e ir organizando una resistencia a escala intergaláctica.

Los doce fascinantes episodios de ANDOR se organizan siguiendo varias líneas narrativas paralelas. La principal tiene a Cassian Andor (Diego Luna) ingresando cada vez más en los círculos rebeldes y haciéndose cargo de muchas peligrosas misiones de espionaje y rescate, mientras que a la par su vida sentimental con Bix (Adria Arjona) va quedando en segundo plano por las propias exigencias de la misión. Por el lado de los «altos mandos», la senadora Mon Mothma (Genevieve O’Reilly) lidia con los turbios manejos de poder que la llevan a ir pronunciándose de manera cada vez más directa como una «enemiga pública» del imperio en cuestión. Están también Syril Karn (Kyle Soller) y Dedra Meero (Denise Gough), como los dos más visibles perseguidores de Andor y de los rebeldes, metidos en medio del «Operativo Ghorman». Y Luthen Rael (Stellan Skarsgård), con su por momentos tensa y ambigua relación con el protagonista y con la Alianza Rebelde.

La serie tendrá episodios para todos los gustos. Los primeros tienen algo más cercano a la aventura, con escapes, fugas y peleas, combinado con intrigas políticas y palaciegas entre los poderosos. Más adelante aparecerá el espionaje, la infiltración y los conflictos internos; y eso dará paso a los episodios más violentos y dramáticos de toda la serie: con violentas matanzas, escapes a último minuto y sacrificios varios. Todo atravesado por la formación de la Alianza Rebelde, los problemas en el Senado, las tensiones internas en cada uno de estos ámbitos –tanto en el Imperio como entre los rebeldes– y el resto de las subtramas y personajes secundarios que recorren la temporada que cuenta como uno de sus directores (el de sus importantes episodios finales) al mexicano Alonso Ruizpalacios (MUSEO).

La propuesta de ANDOR –que costó en total 660 millones de dólares divididos en las dos temporadas, un récord para la saga– por momentos puede sonar a demasiado, pero por lo general no pierde nunca la línea ni el objetivo, que es claro desde el primer momento teniendo en cuenta que uno más o menos ya sabe cómo termina. Pero aún en ese sentido hay sorpresas, cambios y revelaciones. Son doce episodios que conviene ver en los bloques de a tres que se irán estrenando, ya que la complejidad de su trama y la amplitud de su universo –con sus giros, traiciones y personajes con «dos caras»– puede parecer inabarcable. Pero no lo es. Y especialmente en su segunda mitad la serie adquiere una fuerza dramática inusitada, similar en más de un sentido a la saga original de STAR WARS, donde lo humano y personal se une invariablemente con lo político y, si se quiere, lo épico.

Y ahí es donde ANDOR pone el ojo. Es innegable que la serie habla del momento actual y que muchos de los ejes narrativos que trabaja son muy similares a lo que sucede hoy en el mundo real. Si bien se viene trabajando en ella hace muchos años (Gilroy no podía saber que Donald Trump iba a ser reelecto ni menos que iba a entrar en una guerra arancelaria), era evidente que el mundo se movía para un lado ya anunciado en el famoso crawl inicial de STAR WARS I que hablaba del «arancelamiento», además de la idea de imperios tomando el control político y queriendo quedarse con los recursos naturales de algunos planetas. En medio de la acción y la aventura –y a contramano de los intentos actuales de Disney de «despolitizarse» para rendir pleitesía a Trump–, la intención de Gilroy y del equipo creativo por detrás de ANDOR es clara. Como lo supo ser STAR WARS en sus mejores momentos –antes de dejarse torcer el brazo por el poder de las corporaciones y los excesos del fandom mal entendido–, ANDOR es una serie política cuyos personajes tienen como objetivo esencial encontrar los recursos y el coraje para enfrentarse al fascismo. En la galaxia que sea.