Series: reseña de «La niña robada» («The Stolen Girl»), de Catherine Moulton (Disney+)

Series: reseña de «La niña robada» («The Stolen Girl»), de Catherine Moulton (Disney+)

En este thriller inglés, una madre deja que su hija se quede a dormir en la casa de una compañera nueva del colegio y al día siguiente ya no hay nadie ahí. En Disney+

Ya el título lo dice todo: estamos ante otra serie con desaparición y/o secuestro de niñas. En el caso de este thriller inglés basado en una novela de la escritora Alex Dahl, el punto de partida es aterrador por lo cercano y cotidiano que parece ser. Con el correr de los episodios, sin embargo, esa cotidianeidad desaparece para mutar en algo mucho más específico y melodramático, pero la tensión se sostiene durante buena parte de sus compactos cinco episodios.

Elisa (Denise Gough, quien se luce también en ANDOR) es una auxiliar de vuelo que llega un poco retrasada a buscar a su hija Lucía (Beatrice Campbell) a la escuela. La chica sin embargo está entretenida con Josie, una amiga nueva que recién se sumó a su grado y que se quedó acompañándola junto a su madre, Rebecca (Holliday Grainger). Las mujeres se ponen a hablar, las niñas quieren seguir jugando en la casa de Josie y, luego de insistir varias veces, Elisa termina aceptando que su Lucía pase primero un rato y luego toda la noche en la casa de su nueva amiga. Mala idea.

Al día siguiente Rebecca no contesta el teléfono. Van a buscar a Lucía a la casa en la que las chicas estaban y allí ya no hay nadie. De golpe Lucía ha desaparecido, en apariencia secuestrada por Rebecca. ¿Cuál es el motivo de ese rapto? ¿Es ella realmente la culpable? Como sucede en estos casos, empiezan a abrirse puntas y posibilidades. Fred (Jim Sturgess), marido de Elisa, es un abogado que maneja casos complicados y quizás hay que investigar si no hay una cuenta pendiente por ahí. ¿O habrá quizás alguna historia oscura del pasado ligada a la propia Elisa? Y si es Rebecca la secuestradora, ¿qué es lo que realmente quiere? ¿Dinero? ¿O alguna otra cosa?

A lo largo de los cinco episodios, se recorrerán muchos de los caminos posibles. La policía o los investigadores tienen aquí un rol secundario. La que funciona encontrando, a su manera, cosas o hilos de los que investigar es Selma Desai (Ambika Mod), una periodista lanzada y un tanto «amarillista» que intenta mirar donde nadie, ni la policía, parece mirar. Y con los habituales giros narrativos de este tipo de casos, la trama empieza a la vez a aclararse y a oscurecerse, a acercarse a los culpables y, en paralelo, a ir viendo que todo es mucho más enredado de lo que parecía.

THE STOLEN GIRL funciona bien por que toca un temor universal y palpable, porque sabe poner en escena muy bien los miedos y la desesperación ante la desaparición de un hijo –y los errores que se cometen al buscarlo–, por su muy buen elenco protagónico y porque le da más peso a entender los motivos del secuestro que a pasarse horas revisando pistas, detalles o evidencias. En ese sentido la serie no es estrictamente un whodunit sino que le interesa más que nada entender cuáles son las razones que fueron llevando a esos hechos.

En un punto, la serie pierde esa relativa naturalidad y entra en un territorio más novelesco, lleno de raros cruces, historias del pasado y conexiones improbables entre varios personajes. Sin embargo, la brevedad ayuda. Si uno llega al final del tercer episodio (donde se produce una revelación clave) ya pensando que todo es un poco exagerado, solo le quedarán dos más para sacarse de encima la intriga. Y, convengamos, ese es el motivo principal del éxito de estas series con crímenes sin resolver: uno las ve hasta el final no necesariamente porque les gusten sino para saber cómo cuernos se resuelven.