
Cannes 2025: crítica de «Brand New Landscape» («見はらし世代»), de Yuiga Danzuka (Quincena de Cineastas)
Un padre que abandonó a su familia vuelve a encontrarse con sus dos hijos, diez años después, en este drama familiar japonés que se presenta en la Quincena de Cineastas.
La larga secuencia que abre esta enigmática y sutil opera prima japonesa parecerá descolgada del resto del relato. Los miembros de una familia –padre, madre, hija adolescente, hijo más chico– comen algo en lo que parece ser un patio de comidas de un shopping. Luego viajan en auto hacia una casa en la que pasarán sus vacaciones. Entre ellos casi ni se hablan: los chicos hacen lo suyo, los padres se ocupan de preparar las cosas y así. Un rato después, un llamado telefónico lo cambia todo: lo recibe Hajime (Kenichi Endo), el padre, y es laboral: le piden que regrese a Tokio para ocuparse de un proyecto arquitectónico. Su esposa, Yumiko (Haruka Igawa), de un modo más sutil que contundente, le da a entender que si se va podría ponerle fin a esa familia. Hajime duda, trata de negociar horas y finalmente decide partir.
Pasan diez años hasta que BRAND NEW LANDSCAPE retoma las vidas de sus protagonistas. Ren (Kodai Kurosaki), el hijo menor, es ahora un adolescente que reparte arreglos florales para eventos, velorios y esas cosas. Emi (Mai Kiryu), su hermana, está a punto de irse a vivir con su pareja y teme, conociendo su pasado familiar, por lo que será esa relación. Los hermanos están juntos pero también se comunican poco entre sí, no saben mucho acerca de los sentimientos del otro. Lo que sí tienen en común es una enorme distancia y cierto desprecio por su padre, un famoso arquitecto –probablemente, a partir de aquel viaje– al que casi no han visto desde entonces. De la madre no se dice mucho y nos iremos enterando noticias lateralmente.

El núcleo de la película tiene lugar en ese momento y se pone en marcha cuando Ren tiene que llevar un arreglo floral a un lugar y allí, detrás de un vidrio, ve a su siempre circunspecto padre. Y Hajime lo ve a él. Accidente mediante, el chico se irá antes de hacerle frente a la situación, lo que terminará derivando en una serie de enredos laborales que le harán imposible no tener que enfrentarse a su progenitor. Con Emi sucederá algo similar. Por motivos que no conviene revelar –y que dejan abierta la idea de que la película quizás sea menos realista de lo que parece ser–, la chica orbitará también por ahí.
BRAND NEW LANDSCAPE tiene un tono melancólico, ligeramente contemplativo y observacional, poniendo especial énfasis en mostrar la ciudad, sus autopistas, negocios y desarrollos inmobiliarios, muchos de los cuales involucran a Hajime. En un momento, el análisis arquitectónico de Tokio –la vieja ciudad chocando con la nueva, las tradiciones chocando con los shoppings, los compradores con los homeless— se volverá central a un relato que jugará todo el tiempo con la (im)posibilidad de recuperar lo que en algún momento pareció ser una familia. De hecho, no solo los hijos no tienen demasiado interés. El padre, por su parte, parece haberse hecho a la idea de que esa historia quedó en el pasado y está más interesado en ocuparse de una nueva relación con una empleada de su firma.
Drama familiar y película sobre Tokio, comedia seca de seres solitarios incapaces de comunicarse entre sí mezclada con una historia posiblemente fantástica que incluye raras coincidencias y misteriosos accidentes, BRAND NEW LANDSCAPE es una bienvenida rareza aún dentro de ese subgénero de drama familia japonés al que la película de Danzuka cada tanto remite. Ese film está y es central a lo que la directora tiene para contar, pero se inserta dentro de otro que parece hablar de la ciudad, de su gente, de la forma en la que se comunican (o dejan de hacerlo) y en los silencios y misterios que circulan por las autopistas, las calles y los negocios de la fascinante Tokio.