Cannes 2025: crítica de «Her Will Be Done» («Que ma volonté soit faite»), de Julia Kowalski (Quincena de Cineastas)

Cannes 2025: crítica de «Her Will Be Done» («Que ma volonté soit faite»), de Julia Kowalski (Quincena de Cineastas)

por - cine, Críticas, Festivales
16 May, 2025 09:20 | Sin comentarios

Una joven que vive con su padre y sus hermanos en una granja esconde un terrible secreto: un poder monstruoso que cree haber heredado de su difunta madre se despierta cada vez que experimenta un deseo sexual. En la Quincena de Cineastas.

No por conocido el formato deja de ser intrigante. La historia suele ser más o menos así. Una adolescente vive confusamente su llegada a la sexualidad. No sabe cómo reaccionar ante situaciones que se presentan y por momentos las confunde con experiencias místicas y/o religiosas. Aparecen deseos insospechados, prohibidos, y en medio de eso se abre un mundo cercano a lo fantástico en el que una visión puede confundirse con un orgasmo y un temblor interno puede hacer temblar paredes y mover mundos. Es un tema que hemos visto retratado en muchas películas, de CARRIE a LA VIRGEN DE LA TOSQUERA pasando por EL EXORCISTA y hasta LA NIÑA SANTA.

Acá la protagonista es Nawojka (Maria Wróbel), que ya ronda los 20 años pero parece tener unos cuántos menos. Vive en una granja con su padre viudo y dos hermanos tan pesados y cargosos como inútiles. Hay por detrás un pasado que se menciona, ligado a lo que pasó con su difunta madre, algo misterioso y preocupante que parece estar en el espectro del desorden psiquiátrico que muchos en el pueblo consideran brujería. La vida de la chica en esta aldea que parece ser una comunidad polaca en algún lugar perdido de Francia es insoportable y sueña con irse. Pero teme que la maldición que supuestamente acechó a su madre venga también por ella.

Y la «maldición», digamos, aparece y tiene nombre: se llama Sandra (Roxane Mesquida), es más grande y más «liberada» que ella pero tiene claras marcas en el cuerpo de haber sido víctima de algún tipo de agresión por la manera en la que enfrenta sin miedo a los pesados de la aldea. Su llegada al pueblo –regreso, en realidad, porque queda claro que vivió antes ahí– es mirado por los locales con desconfianza y hasta desprecio. Para Naw es todo lo contrario: parece una tabla de salvación. Y entre vodkas, eventos sociales y misteriosas situaciones que llevan a que las vacas mueran y una especie de hongo raro aparezca en la granja, el conflicto entre todos ellos va creciendo y creciendo hasta volverse literalmente explosivo.

QUE MA VOLONTÉ SOIT FAITE, como suele pasar en muchas de estas películas de «terror de autor», prefiere no dar explicaciones a los espectadores acerca de la naturaleza de lo que sucede. ¿Hay realmente algún tipo de maldición o se trata de una típica caza de brujas que se produce cuando una mujer intenta salir de la norma y de lo esperable en un pueblo de tradiciones inamovibles? Naw no es de reaccionar ante los abusos de sus hermanos, pero cuando está sola y se masturba da la impresión que allí saca para afuera más furia y odio que placer. Y eso, tarde o temprano, se volverá problemático.

Un drama psicológico con apuntes de película de terror y con un fuerte coqueteo con el fantástico, el film de Kowalksi (RAGING ROSE) se ocupa de la violencia de género, de las perturbaciones psicológicas que eso causa en las víctimas, de la volatilidad del deseo, del rol de la mujer en comunidades tradicionalistas y en cómo la sexualidad es capaz de hacer volar todo por los aires, incluyendo la sanidad mental de la atribulada protagonista.

Con apariciones de rostros reconocibles del cine francés recientes como Raphaël Thiéry (EL HOMBRE DE ARCILLA) y Jean-Baptiste Durand (MISERICORDIA) en roles secundarios, Kowalski termina apuntando quizás más alto y de un modo más histérico de lo que la situación amerita. Y si bien no se sale demasiado del mencionado formato, la película no deja de ser inquietante y misteriosa, un aporte más a estos cada vez más populares intentos de conjugar dramas de autor con géneros populares. Terror elevado, como algunos le dicen. O gritado, en este caso.