
Cannes 2025: crítica de «Leave One Day» («Partir un jour»), de Amélie Bonnin (Apertura)
Una famosa chef parisina regresa a su pueblo natal a ayudar en el restaurante de sus padres en esta singular comedia musical francesa protagonizada por Juliette Armanet. Apertura de Cannes.
No es sencillo el lugar de ser la película de apertura de un festival grande de cine y ese es el que le tocó en suerte a PARTIR UN JOUR, la comedia musical de la francesa Amélie Bonnin. Tomando cierta distancia uno puede entender que, en otro contexto, un film ligero y popular como este podría ser mejor recibido. Pero aquí el marco le quedó muy grande, encima apareciendo tras una ceremonia que concluyó con la presencia en el escenario de Quentin Tarantino, Robert De Niro y Leonardo Di Caprio.
LEAVE ONE DAY cuenta la historia de Cécile (Juliette Armanet), una chef que está por abrir un restaurante refinado en París y que es conocida por su participación en el reality “Top Chef”. La mujer recibe un par de noticias complicadas en un aparente mismo día. Una, que está embarazada. La otra, que su padre ha tenido un tercer ataque al corazón. La primera le preocupa menos: no quiere tener hijos y sabe que va a abortar, y eso es algo que está hablado con su pareja. La segunda la niega: habla poco con sus padres y es solo a partir del pedido de su pareja y socio Sofiane (Tewfik Jallab) que toma la decisión de ir a visitarlos al pueblo en el que ella creció.
Papá y mamá tienen allá un restaurante que es lo opuesto a lo que pretende crear su hija: popular, convencional, clásico, cuyo público se compone por lo general de camioneros. El problema con el que Cécile se encuentra es que su padre (François Rollin) no quiere dejar de trabajar y su madre (Dominique Blanc) no logra convencerlo de que se retire. Y es así que la mujer se queda, los ayuda en la tarea y se reconecta con un grupo de amigos de la escuela que hace mucho tiempo que no ve, entre los que está Raphael (Bastien Bouillon), con el que se gustaban entonces, aún cuando nunca haya pasado nada entre los dos. Pero ya saben lo que pasa con las segundas oportunidades.

Así, entre conflictos entre citadinos y pueblerinos, bromas sobre la fama televisiva y las “pretensiones” culinarias de Cécile frente al más popular estilo de comidas y de vida en su lugar de origen, va pasando PARTIR UN JOUR. Sin embargo, el dato relevante del film no tiene mucho que ver con la probadísima trama, sino que se trata de un musical. No siempre, no todo el tiempo, pero de tanto en tanto aparecen algunas canciones interpretadas por el elenco, todas ellas versiones modificadas de clásicos de la canción francesa –o europeas, como «Parole, parole»— de las últimas décadas.
Salvo Armanet –que es de hecho más conocida como cantante que como actriz–, casi nadie en el elenco canta bien, pero poco importa. El tipo de canción francesa que se usa tiene mucho de “recitado” y se pliega bien a la lógica relativamente realista de la película, aún cuando no sean demasiado relevantes en sí mismas. Aún en sus desafines importantes, nada llega al nivel de ridículo de EMILIA PEREZ. Este es un musical juguetón, que es consciente de su propia ligereza y no pretende tomarse en serio a sí mismo casi nunca.
Si le sacan las canciones y algún detalle en particular, LEAVE ONE DAY –ya el título lo deja en claro– es una más de las tantas películas sobre una persona que vuelve al pueblo en el que creció para reencontrarse con sus orígenes, sus amigos de la infancia, parte de su familia y experiencia, y ver cómo eso repercute en su vida actual. El film de Amélie Bonnin no sale de ahí, no le escapa a esa fórmula. Y no pretende ser mucho más que eso. El escenario en el que lo colocaron no es un asunto de quienes lo hicieron. Eso es un tema, o un problema, del festival.