Cannes 2025: crítica de «Reedland» («Rietland»), de Sven Bresser (Semana de la Crítica)

Cannes 2025: crítica de «Reedland» («Rietland»), de Sven Bresser (Semana de la Crítica)

por - cine, Críticas, Festivales
14 May, 2025 07:30 | Sin comentarios

Un agricultor holandés descubre una chica muerta en medio de la tierra que trabaja y eso lo lleva a entrar en una espiral de misterios y enigmas. En competencia por la Cámara de Oro.

El punto de partida de esta opera prima holandesa hace convivir dos modelos cinematográficos que hoy son casi antagónicos. Por un lado vemos a un agricultor trabajar con juncos, armando, quemando, trabajando la tierra lentamente. El tono es observacional, pausado, clásico de un drama europeo centrado en las vidas de campesinos. Y ese tono persiste cuando el parco y silencioso hombre regresa a su casa, cena un triste plato de papas y vuelve a trabajar al día siguiente. Pero allí todo empieza a cambiar y nos topamos con una imagen más propia de un thriller de plataformas: el cuerpo muerto de una chica violada en medio de esos mismos juncos. De golpe, el pausado drama se vuelve una película de suspenso.

Eso, en realidad, es lo que uno supone. Bresser tiene otras ideas en la cabeza. Lo que hace el cadáver es más bien despertar en Johan (el actor amateur Gerrit Knobbe) un suerte de estado de intriga permanente, de cuestionamiento, de culpa y hasta de misterio. Si bien la policía parece rápidamente encontrar al culpable, Johan nota que ya nada es igual: teme por su nieta, por una adolescente vecina y empieza a tener raras experiencias: un líquido negro y viscoso aparece en su campo, un tractor parece perseguirlo y otros eventos extraños llevan a pensar que hay algo raro sucediendo. Algo, de hecho, que hasta podría pertenecer al orden de lo fantástico.

REEDLAND tiene una propuesta intrigante, ya que mientras se profundiza el enigma –ya no solo policial, sino casi metafísico–, Bresser sigue manteniendo un eje más realista, ligado a las dificultades de los campesinos para sobrevivir, a los bajos precios que pagan por sus cosechas, a problemas con algunos emprendimientos en la zona y a los conflictos con vecinos de «el otro lado del río». Pero en tanto pasan los minutos la película parece meterse en la cabeza de Johan, que por un lado parece perdido y confundido, pero en otros hasta es dable pensar que se trata de una persona bastante oscura y/o perturbada.

REEDLAND se sobreextiende en sus intrigas, yendo más hacia la perturbación psicológica y social que a cualquier cosa que se parezca a la investigación de un crimen. Es una perspectiva que se agradece –las plataformas están llenas de misterios que empiezan con chicas muertas–, pero Bresser por momentos exagera lo enigmático de la trama, abriendo más puertas de las que puede abarcar: un electrodoméstico enloquece, aparecen extraños e indescifrables objetos y hasta los enormes juncales parecen esconder secretos si uno ingresa en su «territorio».

Ambigua y misteriosa, esta opera prima holandesa presenta a un cineasta en claro comando de la puesta en escena, de los tiempos y ritmos del relato, así como de los misterios que ofrecen sus parcos protagonistas. Y si bien por momentos el film se vuelve un tanto inexpugnable –coquetea con lo «lynchiano» sin llegar a ir a fondo con eso–, hasta último momento nos hace parte de una experiencia enrarecida y peligrosa. Uno sabe que en ese ambiente natural hay algo quizás malvado, lo que no queda claro es qué o quién es.