Cannes 2025: crítica de «Renoir», de Chie Hayakawa (Un Certain Regard)

Cannes 2025: crítica de «Renoir», de Chie Hayakawa (Un Certain Regard)

por - cine, Críticas, Festivales
17 May, 2025 05:54 | Sin comentarios

Una niña de once años se enfrenta como puede a una difícil situación en su vida familiar en este drama japonés que transcurre en los años ’80.

No es un film sobre el pintor. Tampoco sobre el cineasta. Si bien el primero es una referencia mínima que justifica el título –ya verán cómo–, este es un drama japonés minimalista e íntimo centrado en la vida de una niña que se enfrenta a la inminente muerte de su padre en los años ’80. Fuki (Yui Suzuki) es una niña con mucha imaginación que crea en su cabeza historias por lo general violentas y ligadas a la muerte seguramente como una manera de lidiar con eso otro que la rodea y de lo que no puede hablar tan abiertamente. En esta historia centrada en sus experiencias a lo largo de ese tiempo, Fuki y su familia irán aprendiendo a lidiar de una manera menos esquiva y más directa con lo que les está pasando.

Su padre (Lily Franky) tiene cáncer y va y viene de hospitales a lo largo de mucho tiempo. Su madre, Utako (Hikari Ishida), está a mitad de camino entre el exceso de estrés por la situación y cierta preocupación por la manera rara que la niña tiene para lidiar con lo que sucede. Es que Fuki parece llevar el asunto con naturalidad y hasta aplomo, pero a la vez escribe historias truculentas y hay una, que tituló, «Quisiera ser huérfana», que llamó la atención de sus maestros en la escuela. Pero, son los ’80, y la niña se queda mucho tiempo sola, manejándose según su criterio y metiéndose muchas veces en problemas al ponerse a dialogar con extraños por teléfono y al procurarse «trabajo» como hipnotizadora de amigos y conocidos.

Así, mientras su padre empeora, luego mejora, vuelve a empeorar y se asesora mal en cualquier tipo de cuidados oncológicos, la independencia de Fuki la lleva a vivir algunas situaciones que pasan de incómodas a desagradables, llevando a la película a un territorio bastante complicado respecto a lo que muestra y cómo lo hace. Es ahí que la ligera sutileza retratista de Hayakawa se esfuma y da paso a una serie de situaciones más gruesas e innecesarias, que bien podrían haberse manejado cinematográficamente de otra manera.

La película construye un universo y un personaje central fuerte (la pequeña actriz es excelente), pero narrativamente se vuelve en exceso difusa, quizás haciendo homenaje al estilo impresionista del pintor que cita en su título. El film de Hayakawa intenta presentarse al mundo de ese modo, como una serie de pinceladas sobre la vida de una niña lidiando con no uno sino dos de los problemas más complicados posibles para alguien de su edad, pero no termina de encontrar la salida al laberinto en el que se mete. O, dicho de otro modo, si es que la encuentra, se trata de la salida equivocada.