Estrenos online: crítica de «Bono: Stories of Surrender», de Andrew Dominik (Applee TV+)

Estrenos online: crítica de «Bono: Stories of Surrender», de Andrew Dominik (Applee TV+)

En este traspaso al cine de un espectáculo autobiográfico que Bono dio en 2023, el cantante de U2 habla de su vida, su familia, su carrera e interpreta versiones acústicas de algunos de sus éxitos. Desde el 30 en Apple TV+.

Una de las contradicciones más fascinantes de la existencia de U2 es la disonancia que existe entre su cantante, Bono, y el resto de la banda. El irlandés, un extrovertido chamán con ínfulas de profeta religioso bastante enamorado de su propia imagen y mito, es un cantante pop de ambiciones olímpicas, a quien todo lo que no sea un estadio –o el mundo entero– le queda un poco chico. Los otros tres son miembros de una banda post-punk que, mientras pudieron, le sofrenaron sus impulsos más grandilocuentes, lo mantuvieron con los pies sobre la Tierra. Así triunfó U2, manteniendo un pie apoyado en Jesucristo y todos los ángeles, y el otro en el milagro de Joey Ramone. Sin esos músicos, Bono habría terminado sonando no muy distinto a Coldplay.

Sin la banda –o con la banda ya convertida en una marca de sí misma–, Bono da rienda suelta su su «yoísmo» en diferentes formas. STORIES OF SURRENDER es un nuevo subproducto de esta moda de crónicas, memoirs y nuevas carreras literarias de grandes estrellas del rock. Lo hizo Bruce Springsteen hace unos años cuando armó un show en vivo conectado a su autobiografía y ahora lo hace Bono, con la misma o muy similar combinación, a partir de su autobiografía titulada Surrender. La diferencia entre ambos es exactamente igual a la que hay en su música: Bruce canta y cuenta sobre su vida, su historia y sus problemas como lo haría cualquier tipo con suerte de New Jersey. Bono las interpreta como un mandato divino.

Dirigido por Andrew Dominik, quien se encargó de dos documentales igualmente musicales y autobiográficos de Nick Cave, STORIES OF SURRENDER es un stage show filmado en vivo en una presentación en el mítico Beacon Theatre de Nueva York en 2023. Con agregados especiales para la película –algún backstage, alguna broma sobre tomas supuestamente fallidas y textos sobre la pantalla–, lo que la película reproduce es lo que Bono cuenta allí: su historia de vida (de sus inicios, más que nada) tomándolas de su autobiografía, actuando escenas (con su padre o con otros miembros de la banda, con sillas vacías cubriendo sus ausencias) y combinándolas con trozos recontextualizados de sus más grandes éxitos en versiones acústicas, a veces a capella y, en algunas otras, con los temas originales escuchándose en la banda sonora.

El documental pone el eje en la relación de Paul «Bono» Hewson con Bob, su seco y poco amable padre, que tardó muchos años en reconocer el talento de su hijo; en la que tuvo con su madre, Iris, quien murió cuando él tenía apenas 14 años y apagó toda la luz de su familia, dejando a tres varones (Bono tiene un hermano mayor llamado Norman) en estado de shock y sin capacidad de elaborar nada en común; en su historia con su novia y futura esposa Ali, y un poco menos en la intimidad de sus compañeros de grupo –Larry Mullen, Adam Clayton, Edge–, quienes seguramente le habrán dicho que no los meta mucho en su trip personal, que todo bien, gracias, que les avise cuando termine…

Con el melodramático flair que tiene en vivo pero en un teatro bastante más chico, Bono cuenta, actúa, canta y repite ese sistema varias veces. Por momentos logra ser emotivo, como cuando conecta alguna historia ligada a cómo la angustia tras la muerte de su madre se curó gracias a los Ramones y cómo eso derivó en el primer tema que compuso para U2, Out of Control. Y luego repetirá más de una vez sus tensas charlas con su padre en un pub, poniendo especial énfasis en cómo su relación cambió tras un llamado de Luciano Pavarotti para que Bono componga una canción para él. Es que el hombre, vea, no le prestaba mucha atención a su hijo, pero para él –que era cantante lírico–, la opera sí era música de verdad. Y hay otra simpática anécdota sobre Lady Di que tiene su encanto.

Aún admitiendo que su gusto operístico y su pasión como showman lo llevan a excesos que ni a la mayoría de los críticos ni a sus compañeros fascinan, Bono no evita la carga melodramática, llena de negrura trágica irlandesa combinada con esperanzador mensaje político-religioso que lo caracteriza, incluyendo recuerdos de Live Aid, las ayudas humanitarias a Africa y otros grandes éxitos de su vida como contradictorio líder social. Es un show hecho a su medida, sin el control metalúrgico de su banda y con apenas unos momentos de humor que aligeran un poco la tragedia. A su manera, es una historia similar a la de BETTER MAN, la película de Robbie Williams cuyo eje pasaba por reconectar de algún modo con su padre. Solo que acá no es un mono el protagonista sino Bono. O, dicho de otro modo, un mono llamado Bono.