Estrenos online: crítica de «Oceanos, con David Attenborough», de Colin Butfield, Toby Nowlan y Keith Scholey (Disney+)

Estrenos online: crítica de «Oceanos, con David Attenborough», de Colin Butfield, Toby Nowlan y Keith Scholey (Disney+)

Este documental presentado por el veterano y legendario científico británico se centra en la preservación de la vida –la flora y la fauna– en los océanos del planeta Tierra. En Disney+

Con 99 años cumplidos, el legendario científico británico Sir David Attenborough es un personaje mítico entre de los documentales de divulgación del mundo natural, habiendo hecho películas y series sobre muchísimos aspectos de la vida en el planeta. OCEAN, su más reciente película –no dirige él pero organiza la narración desde la voz en off–, quizás sea algo así como su testamento. O al menos se la está dando a conocer de ese modo. Estrenada en cines en varios países –su impacto visual amerita una pantalla grande–, el documental pone el ojo en la vida submarina, toda esa enorme parte del planeta que el hombre prácticamente desconoce y que puede salvarnos del potencial colapso de la Tierra.

La película –presentada como es habitual bajo el banner de National Geographic– se divide en tres partes. En la primera se explora de manera impactante la riqueza y la belleza de la vida submarina y cómo con el correr de las décadas se fue consiguiendo observar y saber más de lo que hay y lo que sucede «allí abajo», descubriéndose que en más de un sentido se trata de una enorme reserva de oxígeno que el mundo en algún momento necesitará.

Entre planos que muestran la increíble cantidad de criaturas marinas y raras vegetaciones que existen allí –por momentos parece un film de ciencia ficción sobre la vida en otro planeta-, OCEAN llega a la parte problemática y dura del asunto. Básicamente, cómo los grandes barcos de pesca de los países desarrollados revientan todo a su paso. Es que, a partir de la pesca, lo que estos pesqueros industriales hacen arrasan con todo, poniendo en riesgo también la supervivencia de las comunidades que viven de la pesca para su alimentación básica. Si a eso se le suman los plásticos y otros deshechos humanos, esa posibilidad de que los océanos sean una reserva a futuro se ve más que diezmada.

El cierre más optimista –o cautelosamente optimista– tiene que ver con el compromiso de muchas naciones de cuidar determinados sectores del océano de esos avances, «reservando» un porcentaje (por ahora muy pequeño, del 3 por ciento, pero se supone que debería agrandarse hasta el 30 para el año 2030) en sus condiciones naturales. De hecho, muestra Attenborough, hay evidencias claras de que gracias a esos esfuerzos algunos ecosistemas y hasta especies que se consideraban casi extintas han vuelto a su anterior funcionamiento.

Más allá del mensaje y la lectura política –que no incorpora del todo el hecho de que a muchas de las grandes potencias les importa muy poco la conservación de la vida maritima y/o descreen que el planeta esté en riesgo–, OCEANOS es de una belleza devastadora. La prueba visible de que hay una enorme cantidad de vida en el planeta que para los seres humanos es totalmente desconocida, y que ocupa mucho más territorio que lo que está sobre el nivel del mar y conocemos, es impactante. Y mientras uno se deleita observando ese extraño mundo submarino, también entiende el valor que eso tiene –o podría tener si no lo siguen destruyendo– para el futuro del planeta.