Series: crítica de «Yo, adicto», de Javier Giner y Aitor Gabilondo (Disney+)

Series: crítica de «Yo, adicto», de Javier Giner y Aitor Gabilondo (Disney+)

Esta miniserie dramática basada en un caso real se centra en los intentos de recuperación de un joven español adicto al alcohol y a las drogas. Con Oriol Pla, Nora Navas y Alex Brendemühl. En Disney+

No sé cuando dejaste de ser feliz, ojalá me hubiese dado cuenta«, le dice a Javi su madre en un encuentro que tiene con ella –con ambos padres, en realidad– y que sirve como eje central de YO, ADICTO, la miniserie creada, escrita y dirigida (en colaboración con otras personas en cada rubro) por Javier Giner, conocido en España fundamentalmente como jefe de prensa, y que se basa en su memoir homónima de 2021. Ese encuentro sucede en el quinto episodio y funciona como quiebre y núcleo emocional de este drama centrado en un joven treintañero alcohólico y adicto a las drogas que, tras muchas idas y vueltas, decide internarse en un centro de rehabilitación.

Allí es donde YO, ADICTO conecta sus diversas subtramas. Giner (interpretado por un descomunal Oriol Pla) no fue –lo dice de entrada su voz en off que encamina la serie– un chico abusado ni sufrió situaciones particularmente virulentas que puedan haber generado un ciclo de adicciones y problemas de ese tipo. No, su relación con sus padres (interpretados por Itziar Lazkano y Ramón Barea), al menos en los papeles, ha sido buena –son ellos los que pagan sus internaciones– y eso vuelve sus constantes recaídas más misteriosas y frustrantes de resolver para é. Pero en ese episodio –en un par de largas y desgarradoras escenas en las que los actores dejan casi todo–, Giner deja en claro que no es necesario haber pasado por situaciones traumáticas para estar como él está. Y en ese choque generacional mezclado con conmoción emocional, la serie cuenta casi todo su cuento.

Antes de eso, YO, ADICTO funciona como un drama de adicto en recuperación más o menos tradicional, cuyo mayor punto de originalidad es lo autocrítico que el autor es capaz de ser consigo mismo. De entrada, el Giner escritor y director pinta al «Giner» protagonista como un tipo insoportable: engreído, pedante, maltratador, agresivo y coqueteando con el abuso personal y laboral. Es un treintañero gay que vive en Barcelona, trabaja en prensa de artistas (no aparecen nombres aquí, entre otras cosas que no responden exactamente al caso real, como lo son también las fechas) y de entrada vemos que su último paso por el centro de rehabilitación no sirvió de mucho: tan solo escuchar a la gente beber una copa de vino o ver un poco de azucar sobre una mesa le funciona como trigger para regresar a las adicciones. Hasta que una de esas noches pasadas de todo, quiebra, se rompe. No puede más.

La serie seguirá mayormente su nueva estadía en ese centro, en el que encuentra apoyo y límites de parte de una trabajadora social (Nora Navas) y un psicólogo (Alex Brendemühl). De todos modos, a Javi le cuesta muchísimo aceptarse en ese lugar, con esos otros yonquis y adictos con los que siente que no tiene nada que ver, y rechaza todo el tiempo los rituales y pasos que se siguen allí. En contacto con los otros (en especial con una chica con Trastorno Límite de la Personalidad y con una celebridad que paran allí, interpretados por Marina Salas y Omar Ayuso) y luchando contra sus propios miedos y limitaciones, Javi irá intentando salir de ese oscuro ciclo.

La serie coquetea –desde la voz en off y en algunos otros pasajes– con cierto discurso de autoayuda, no necesariamente en plan sermón pero sí repitiendo varias veces conceptos de ese tipo. Pero lo que la salva de caer en los caminos más obvios en los que caen este tipo de relatos pasa por la manera en la que la empatía con los otros en similar situación a la suya, la inteligente falta de morbo y la ausencia de un «McGuffin» traumático hacen que, como serie, YO, ADICTO se conduzca por un camino más o menos propio y personal. Es una serie –un libro, una historia– honesta, confesional, un tanto narcisista pero a la vez descarnada que no teme plantear dudas sobre su propia premisa. No es una receta para salir de las adicciones. Es la historia de alguien que sobrevivió para contarlas y contarse.