Estrenos online: crítica de «El muro negro» («Brick»), de Philip Koch (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El muro negro» («Brick»), de Philip Koch (Netflix)

Una pareja queda encerrada en su departamento cuando, de la noche a la mañana, el edificio en el que los dos viven queda tapiado por una enigmática pared negra que les impide salir. Con Matthias Schweighöfer. Estreno de Netflix.

Todos los años aparece alguna película o serie de Netflix de producción europea, asiática o con suerte latinoamericana que llama la atención y se transforma en un éxito internacional. En cierta medida sucedió con EL ETERNAUTA –el otro día la celebraban en un importante podcast estadounidense como una de las mejores del año– y suele pasar con cada temporada de SQUID GAME. Tengo la impresión que BRICK puede ser, en cierta medida, la EL HOYO de esta temporada, esa película intrigante y misteriosa que nadie conoce y que se transforma en un éxito impensado.

No se debe a que es una obra maestra ni mucho menos. En el mejor de los casos es un competente thriller de bajo presupuesto que, casi sin salir de una serie de departamentos de un mismo edificio, se las arregla para presentar una situación enigmática y en apariencia irresoluble. Todo empieza con una pareja que viene de sufrir la pérdida de un embarazo y está tratando de recomponerse: Tim (Matthias Schweighöfer) es un diseñador de videojuegos y su esposa Liv (Ruby O. Fee) acaba de comprar una camioneta para poder irse juntos de viaje. El prefiere dejarlo para más adelante y ella se fastidia.

En medio de la noche Liv decide irse de la casa, dejar a su pareja y tomarse un tiempo. Lo que no se imagina es que el departamento está tapiado, literalmente, por un paredón negro de un material enigmático pero irrompible que no los deja salir. No hay agujero –ni puerta ni ventana– que no esté así y luego de varios intentos se dan cuenta que no hay salida posible. Tampoco línea telefónica ni internet. Ni agua. Un poco como pasa también en EL ETERNAUTA, la dupla debe tratar de entender qué pasa y cómo hacer para sobrevivir. De a poco comienzan a notar que hay otros vecinos en similares circunstancias y, sin mucha paciencia para esperar a ver si eso se arregla en unas horas, empiezan a romper las paredes que separan las distintas casas para juntarse a tratar de resolver el entuerto.

Esto llevará a que Tim y Liv se unan a los dos de al lado –una pareja que lo alquilaba como Airbnb– y que, luego de algún altercado con ellos, decidan empezar a descender pisos a sabiendas de que el edificio conecta subterráneamente con una estación de metro por la que, supone, podrán salir. Pero mientras avanzan, rompiendo los pisos, conocen varios vecinos en distinta situación y con ideas muy diferentes a las de ellos. Con el paso de los minutos el grupo vivirá más peleas internas que conversaciones serias respecto a cómo resolver el enigma de esa pared de ladrillos digitales que los tiene encerrados quién sabe porqué y hasta cuándo.

EL MURO NEGRO presenta bien el enigma y deja abierta las opciones respecto a qué es lo que está pasando durante mucho más tiempo que el habitual. ¿Sucedió algo del orden de lo fantástico afuera y los están encerrando como protección? ¿Hay algún viso de turbulencia social o política (al principio del film se ve una explosión cercana) sucediendo? Y, finalmente, lo más difícil de definir: ¿Cómo salir de ese edificio cuyos personajes se van volviendo más nerviosos y agresivos entre sí con el paso de las horas?

Con sus limitaciones espaciales más o menos bien resueltas, EL MURO NEGRO se trata de un efectivo y breve thriller que mantiene su misterio hasta el último minuto y que por lo general –salvo con algunos personajes secundarios, que no son muy memorables que digamos– genera suspenso e intriga. Casi todo lo que hacen los personajes para poder romper o abrir esa pared es un tanto precipitado –pasaron apenas horas y ya están destruyendo el edificio y matándose entre ellos–, pero dentro del contexto de desesperación y misterio, funciona.

Un poco como CUBE, esa película de Vincenzo Natali que fue un éxito años atrás partiendo de un enigma relativamente parecido, EL MURO NEGRO comienza con una metáfora que parece banal –esa pared que los encierra funcionando como literal manifestación de esa suerte de prisión emocional del matrimonio–, pero de a poco se va abriendo a teorías conspirativas y a todo lo que los siete personajes se les cruza por la cabeza como posible solución a una pared que no solo es irrompible sino que, a su modo, parece estar algo así como viva. Si la estrenaban durante la pandemia –época en la que se vivía una situación con ciertos paralelos a esta–, era un suceso mundial. Ahora probablemente también, pero su impacto no será el mismo.