Estrenos online: crítica de «Una vida honrada» («Ett ärligt liv»), de Mikael Marcimain (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Una vida honrada» («Ett ärligt liv»), de Mikael Marcimain (Netflix)

En este thriller social, un joven entra a la universidad a estudiar Derecho y se ve envuelto con un grupo anarquista que roba el dinero de los ricos. Disponible en Netflix.

Entre la pretensión de llevar una vida como un prestigioso y exitoso abogado y la posibilidad de tener una juventud más rebelde pasa la disyuntiva de Simon, el protagonista de UNA VIDA HONRADA. El joven estudiante –culto, educado, responsable– llega a la Universidad de Lund y vive como roommate de un par de estudiantes de alta posición económica. Sabe que no le alcanza su dinero para vivir como ellos, pero cree que debe pertenecer a ese mundo si quiere triunfar. Pero un hecho casual lo lleva (y nos lleva) a pensar que hay otro Simon (Simon Lööf) y otro mundo posible. Y eso aparece cuando se cruza con un grupo de anarquistas enmascarados que están haciendo una demostración, pintando paredes, chocando con la policía, rompiendo vidrieras para robar joyas y allí decide ayudar a uno de ellos, herido por la policía, y termina siendo herido él también.

Lo que no sabe es que ese grupo tiene como objetivo gente como la que él quiere ser y con la que vive. De a poco, las redes se empiezan a tender como para que Simon cambie de bando o pase a ser algo así como un doble agente. Las pequeñas humillaciones de la clase alta lo invitan a rebelarse. Y no es menor que en el grupo anarquista haya una chica llamada Max (Nora Rios), de ascendencia latina, que le gusta. Los inicios de Simon en el mundo de la «rebelión anarquista» no solo son entusiastas y entretenidos sino que el joven se siente parte de ese variopinto grupo de radicales. Pero pronto las cosas empezarán a complicarse, ya que ahí entrarán en juego traiciones, problemas románticos y la sensación de que este nuevo modo de vida quizás no sea tan «filosóficamente noble y puro» como se lo presentan.

Para Simon, las aventuras anarquistas tienen un «beneficio» extra: en el fondo sueña con ser escritor y las vivencias que atraviesa y recoge ahí siente que pueden servirle para escribir, ya que aportan algo de emoción que no hay en su vida universitaria y en el mundo de ricachones con los que convive, quienes lo tratan además con una cierta condescendencia. Pero como sucede en estos casos, de la fascinación a la decepción hay tan solo unos pocos pasos, pasos que la película maneja con relativa aunque predecible torpeza.

UNA VIDA HONRADA se hace preguntas interesantes, de entrada, acerca de la lucha de clases en un país como Suecia en el que todos parecen tener la vida, si no resuelta, al menos bastante relajada en lo económico. Pero la película propone el siempre discutible paralelo entre ambos grupos, demostrando cómo unos y otros pueden ser igualmente crueles y mentirosos, dejando al protagonista a merced de situaciones que escapan a su control y a sus posibilidades. ¿No será él también una víctima más que un victimario?

Ideológicamente la película termina siendo un tanto anodina (una versión inversa de aquello de «hay gente buena en ambos lados» de Donald Trump), pero nunca deja de ser inquietante y, especialmente en su primera mitad, bastante entretenida. Pero al extenderse por dos largas horas y moverse por zonas cada más previsibles del relato policial, finalmente la película de Marcimain termina convirtiéndose en un thriller mucho más convencional de lo que parecía en un principio.