
Series: crítica de «Demasiado» («Too Much»), de Lena Dunham y Luis Felber (Netflix)
En esta comedia romántica, una chica neoyorquina se va a vivir a Londres por trabajo y descubre que allí las cosas son diferentes a como las imaginaba. Con Megan Stalter, Will Sharpe, Emily Ratajowski, Adèle Exarchopoulos, Stephen Fry, Richard E. Grant y Andrew Scott. Desde el 10 de julio, en Netflix.
El título es perfecto, exacto, justísimo. DEMASIADO es un poco demasiado, en la acepción original de la palabra, cuyo significado es «cantidad o intensidad excesivos» (Nota: últimamente veo que se la usa como sinónimo de mucho). La serie es demasiado, la protagonista es demasiado, todo es demasiado en DEMASIADO. Lo irónico o, si se quiere, curioso de ese exceso, es que conspira y a la vez es parte integral, necesaria, de su propuesta. Sin eso –sin esa protagonista sonora, parlanchina, entre tierna e insoportable, y sin ese mundo un tanto estrambótico que la rodea–, estaríamos hablando de una comedia romántica tradicional. Y esta creación de Lena Dunham intenta, y por lo general logra, ser un poco más que eso.
Interpretada por Megan Stalter (la muy particular y pasada de rosca asistente de HACKS), Jessica es el alter ego que la creadora de GIRLS usa para contar esta historia que tiene mucho de autobiográfica, ya que adapta las experiencias que la actriz, guionista y directora atravesó cuando se fue a vivir a Londres y conoció a su actual marido, el co-creador de la serie Luis Felber. Es claro, con solo verla y escucharla un minuto –su vestuario, sus referencias, su hiperactividad, su neurosis–, que Stalter esta haciendo una versión un poco mayor, en años pero no necesariamente en madurez, de la protagonista de aquella serie que hizo conocida a Dunham.

El punto de partida plantea una oposición clásica de comedia conocida como «pez fuera del agua». Jessica es una chica neoyorquina de una familia caótica y ruidosa, muy abierta a hablar de sus sentimientos y de hacerse notar en público, a la que la agencia de publicidad en la que trabaja muda a Londres para trabajar en la oficina de allí. En su cabeza llena de referencias de la cultura pop, Jessica supone que se mudará a una secuela de CUATRO BODAS Y UN FUNERAL (Working Title, la productora de ese film y otros como NOTTING HILL, produce la serie también), pero al llegar se da cuenta que la realidad es muy distinta. El «estate» al que se muda no es una estancia con caballos sino un monoblock estatal de esos que se ven en las películas de Ken Loach o Mike Leigh. Y la gente no es necesariamente elegante, refinada e ingeniosa sino que son agresivos, secos y poco adeptos a tolerar a una chica que avanza por la vida como si tuviera un reflector iluminándola.
Al principio, TOO MUCH parece apostar a la comedia cringe que surge de ver a Jessica «meter la pata» en todo tipo de circunstancias, con su mezcla de descaro e inocencia, con esa necesidad de hablar con cualquier desconocido y hacerse notar en todas las situaciones posibles. Pero rápidamente el súbito affaire que tiene apenas llegada a la ciudad con Felix, un músico «indie» (así lo define ella) que conoce en un pub (Will Sharpe), se transforma en algo serio. Primero parece que la convivencia que tienen está ligada a que él no tiene casa propia y se aprovecha de su generosidad, pero pronto queda claro que no es así, que entre ellos pasa algo real que se irá complicando e intensificando con el correr de los episodios, moviendo un poco el eje y el tono de la trama hacia un lado un tanto más dramático.
Esto, de todos modos, es apenas el hilo central de una historia que se infla por los cuatro costados. Jessica llega a Londres sufriendo por el fin de un noviazgo de siete años, drama exagerado además porque el tipo (Michael Zegen) la dejó por una bella influencer interpretada por Emily Ratajowski, a la que ella desprecia (a ambos, en realidad) y a la que le deja constantes mensajes en video en Instagram que no envía pero que funcionan como neurótica voz en off. Jessica tiene, además, una hermana depresiva (encarnada por la propia Dunham), una madre en busca de pareja (Rita Wilson), una abuela muy metida (Rhea Perlman) y un perro flacucho y sin pelo al que adora. En el trabajo lidia con un intenso trío de colegas un tanto hipster (Daisy Bevan, Janicza Bravo, Leo Reich) que de entrada la miran con desprecio, y un jefe que está en su propio planeta (Richard E. Grant) y que tiene además una esposa un tanto depresiva (Naomi Watts).

Dunham consigue que muchos actores conocidos aparezcan en papeles secundarios, incluyendo a la francesa Adèle Exarchopoulos como una ex de Felix (una de las tantas que tuvo este chico que supo pertenecer a la alta sociedad), a Stephen Fry como su padre y a Andrew Scott como un cineasta insoportable que trabaja para la agencia, además de montones de cameos y breves apariciones de músicos, modelos y celebridades varias. Con ese mix excesivo, y a lo largo de diez episodios que promedian los 40 minutos cada uno, Dunham lanza a Jess a lidiar con un mundo nuevo y, especialmente, a que ese mundo lidie con esa «fuerza de la naturaleza» que es ella.
DEMASIADO tiene momentos cándidos y enredos simpáticos de comedia romántica tradicional, un torrente de situaciones absurdas y pasadas de rosca –confusiones verbales, choques de clase social, momentos de comedia física, verborragia desatada, permanentes situaciones del más incomodo cringe imaginable–, y una relación afectiva central fuerte que, pese al circo ambulante que la rodea, es la que le da vida y corazón a la serie, la que hace que uno la siga viendo aún cuando el asunto por momentos supere los límites de lo -al menos para mí– irritante. Es, uno ya lo sabe, el estilo preferido de Dunham, que dirige además casi todos los episodios, estilo que incluye un tono confesional, irreverente y provocativo que a la vez puede ser banal, caótico y por momentos hasta desesperante.
Será, sin dudas, una de las series más comentadas de la temporada porque todo lo que Dunham hace rebota, resuena y produce reacciones encontradas de todo tipo. Y aquí la chica parece terminar encontrando algo así como su propia versión de las comedias de Richard Curtis (sí, hay bodas y funerales), tan metidas en el imaginario popular. DEMASIADO tiene todos los elementos para ser un éxito, siempre y cuando los espectadores logren entrar en el universo colorido, excesivo y bigger than life en el que habita Jessica, mal que le pese a los que la rodean. Lo que la serie probará con el correr de los episodios es que, con sus modos menos altisonantes y bastante más sinuosos, los británicos que miran con cara de sorna a esta neoyorquina ruidosa y llamativa demostrarán ser igual o más complicados que ella. Y que lo único que puede unir a esos dos mundos en apariencia tan diferentes es esa cosa llamada amor.