Series: reseña de «Gatillo» («Trigger» / «트리거»), de Kwon Oh-seung (Netflix)

Series: reseña de «Gatillo» («Trigger» / «트리거»), de Kwon Oh-seung (Netflix)

Esta serie coreana imagina las situaciones terribles y violentas que podrían suceder si la gente tuviera allí acceso a armas de fuego, que están prohibidas por la ley. Estreno de Netflix.

En Corea del Sur las armas están prohibidas para el uso civil. Como en muchos países del mundo –pero de una manera muy pero muy estricta–, no existe la venta de armas para ciudadanos comunes y por ese motivo, entre muchos otros, se lo considera un país bastante seguro y tranquilo para vivir. Eso queda claro en una escena en un subte de Seúl en la que un vendedor ambulante vende encendedores con aspecto de armas de fuego y la única persona que se espanta es una turista estadounidense que cree que el tipo está armado de verdad. Los demás ni siquiera levantan la vista de su celular. Saben que no son reales.

Pero eso se romperá y ese es el eje central que maneja GATILLO. ¿Qué pasaría en una sociedad como la coreana si de golpe la gente tuviera armas? La serie propone de entrada, en un clip que muestra diversas tensiones que se viven a diario, que la sociedad coreana está llena de «volcanes a punto de explotar»: están los políticos (hay caos todo el tiempo, y eso se puede ver en las noticias), los sociales (el crecimiento de la violencia online, de los jóvenes que no salen de sus casas, las presiones de los exámenes y las laborales), los ligados a conflictos de género y los económicos. Es evidente que, si bien no hay armas de fuego, se vive un clima nervioso y agresivo.

La serie, de hecho, empieza mostrando a varios personajes convivir a diario con humillaciones o situaciones que les generan violencia. Pero en lugar de actuar, imaginan qué es lo que harían, al punto de mostrarnos a un alumno entrando a su universidad y –como ha sucedido varias veces en Estados Unidos– liquidando a los tiros a sus compañeros, para luego revelar que es un sueño/pesadilla. La propuesta distópica de la película no pasa por imaginar que el gobierno libera el uso de armas, sino que utiliza un recurso un tanto más enigmático, uno que de hecho conforma el eje argumental de la serie.

De la noche a la mañana –o eso parece– distintas personas empiezan a recibir encomiendas por correo en las que les envían armas de fuego listas para usar. Y la serie nos va presentando qué es lo que cada uno hace con ello. Se trata, quizás no casualmente, de gente que ya vimos en diversas escenas con una tendencia a tener salidas violentas, personas que vienen recalentando por dentro y a quienes las armas regaladas les resultan una buena noticia. No solo eso, sino que una vez que las poseen, bien las podrían usar.

Los problemas empiezan cuando uno de ellos se «saca» en su casa, mata a unos vecinos teniendo sexo de un modo ruidoso en el departamento de al lado al suyo y entra a liquidar a una decena de personas en el edificio. Eso pone en acción al agente Lee Do (Kim Nam-gil), que detiene al criminal y pronto se da cuenta que no se trata de un fenómeno aislado, sino que en muchos lugares de Seúl hay personas armadas cometiendo crímenes violentos. Quién les envía las armas, por qué y para qué será el misterio a resolver en TRIGGER, una serie violenta que se inicia de un modo intrigante pero que rápidamente se vuelve un tanto repetitiva, más tomando en cuenta que se extiende por diez largos episodios.

Es que además, muy pronto (en el segundo episodio), la serie da indicios como para entender qué es lo que puede haber por detrás de la súbita aparición de armas en la ciudad. Y Lee Do tratará, junto a su equipo, no solo de lidiar in situ con las constantes erupciones de violencia en la ciudad sino con la investigación que pueda dar con la o las personas que están proveyendo esas armas letales. En medio del caos social, la serie toma la forma de un thriller con una inusitada cantidad de hechos violentos, y un misterio que se maneja menos por el lado de saber quién es el responsable sino por entender sus motivos y ver cómo se hace para frenarlo. En medio de todo eso, la gente sigue muriendo.

GATILLO busca seguramente ser controvertida e iniciar un debate público en Corea sobre esa violencia inmanente que parece haber en la sociedad. A la vez, más allá de que las escenas violentas son mostradas de un modo bastante gráfico, la serie intenta funcionar como una suerte de «cuento aleccionador» para dejar en claro lo que podría pasar si las armas –como proponen algunos partidos de ultraderecha que están ganando terreno en las elecciones allí– se llegaran a liberar. Y no, no parece ser una buena idea. Y por más que la serie sea inconsistente a la hora de dejarlo en claro –como sucede con muchas películas que critican la utilización de armas pero presentan escenas que glamorizan su uso–, la conclusión es bastante evidente.