Locarno 2025: crítica de «Nova ’78», de Aaron Brookner y Rodrigo Areias

Locarno 2025: crítica de «Nova ’78», de Aaron Brookner y Rodrigo Areias

por - cine, Críticas, Festivales
10 Ago, 2025 11:57 | Sin comentarios

Este documental reconstruye, con material de archivo de la época, la llamada Nova Convention que tuvo lugar en Nueva York en homenaje a William Burroughs.

No tengo muy claro cuando sucedió exactamente, pero en algún momento de este siglo –a mediados de la década del 2010, aventuraría–, algo se rompió dentro de lo que podríamos denominar «la evolución» de la cultura y el arte. A partir de la creciente reacción neoconservadora de esta última década y algo, uno tiene por primera vez la sensación de que en esos ámbitos estamos en proceso de involución constante, irrefrenable. Y es viendo películas como NOVA ’78 y lo que se retrata allí, que esa sospecha se vuelve evidencia. Esta suerte de cobertura de un evento –conferencia, concierto, recital, happening— que tuvo lugar en Nueva York en 1978 refleja un momento de creatividad, de invención, de desafío y de riesgo liderada, espiritualmente, por William S. Burroughs. Y lo que uno observa allí es un espacio de creatividad en el que todo parece estar descubriéndose y en el que no hay miedo a la experimentación ni al ridículo.

Retrato de una época y de un particular segmento de esa cultura (llamémosla, en términos abarcativos, «cultura rock»), NOVA ’78 es un documental armado con los materiales filmados por Howard Brookner (tío del co-realizador) en Manhattan antes, durante y después de ese evento llamado Nova Convention que tuvo lugar en el Entermedia Theater entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre de 1978 como un homenaje a Burroughs. La convención incluía mesas redondas, seminarios, lectura de poesía, performances multimediáticas, conciertos experimentales y otras yerbas. En el escenario y fuera de él se juntaron músicos, artistas, escritores, cineastas y escritores en un combo que incluyó desde los poetas beats hasta los recién nacidos punks.

El film de Aaron Brookner y Rodrigo Areias hecho a partir de esos materiales fílmicos recuperados es un extraordinario reflejo de lo que pasó ahí y del universo que lo rodeaba. Además de Burroughs, pasan por delante de la cámara y por el escenario del teatro Patti Smith, Frank Zappa, Allen Ginsberg, Laurie Anderson, Philip Glass, John Cage, Timothy Leary, Terry Southern, Peter Orlovsky, Julie Heyward y muchos más, entre los se ve a un muy joven Jim Jarmusch como asistente del director. Faltó el prometido Keith Richards, quién había sido anunciado por los organizadores y no llegó, generando un pequeño incidente que, al menos por lo que se ve aquí, pareció resolver muy bien Patti Smith sobre el escenario.

Además de por los shows y performances, NOVA ’78 es fascinante por el detrás de escena del evento: los debates y conversaciones entre algunos de los citados y los organizadores, charlas en las que surgen discusiones sobre hechos políticos de ese momento (la inminente revolución en Irán, la resistencia a una cláusula que prohibe a los docentes homosexuales trabajar en las universidades) además de cuestiones propias de la organización. Y, sobre todo, por la omnipresente y dominante figura de Burroughs, que es algo así como el centro de atención del evento y su faro, si no moral, al menos filosófico.

Aaron Brookner ya había hecho un anterior documental llamado UNCLE HOWARD, en el que contaba la historia de Howard Brookner, su tío, el director de BLOODHOUNDS OF BROADWAY que murió a los 35 años en 1989 y quien dejó no solo una poco vista película centrada en el escritor (BURROUGHS: THE MOVIE, que Aaron ayudó a rescatar del olvido y reestrenó en 2014) sino que había filmado y guardaba todo este material sobre la Nova Convention en su enorme archivo. Restaurando y organizando esos materiales, Brookner y Areias consiguen que NOVA ’78 funcione como testimonio de una época de avanzada, en la que se creaba y experimentaba constantemente. A uno pueden gustarle más o menos algunas de las presentaciones, pero eso es lo de menos. La misión y la ambición era estirar los límites de lo posible.

Si bien los directores dejan la información de quién es quién para el final, algunas performances llaman la atención por su singularidad: Zappa leyendo un peculiar pasaje de EL ALMUERZO DESNUDO, Anderson deformando su voz para su propia lectura sobre el futuro, Glass en su formato más experimental (no se ve en el documental pero se dice que fue abucheado por el público), Smith y Kaye dándole un ruidoso marco al asunto y, sobre todo, el propio Burroughs con sus siempre agudos y enigmáticos textos, entre los que se destaca uno muy perspicaz sobre lo que se busca –y lo que debería buscarse– en la exploración del espacio y otro momento en el que, hablando de la revolución fundamentalista en Irán, poco menos que predice el presente político amargo que nos toca vivir.