
Locarno 2025: crítica de «Olivia», de Sofía Petersen
En esta sugerente opera prima, una joven busca a su padre que desaparece en medio de una zona montañosa de la Patagonia. Con Agustina Sconochini.
Enigmática y sugerente, OLIVIA es una película argentina bastante original y personal, de esas que permiten avizorar a una autora con un mundo muy personal. Un film complejo, cambiante, puede ser visto de manera lineal como la historia del viaje de una mujer en busca de un padre, pero a la vez la película parece querer transmitir un espacio, unas sensaciones, un lugar (la Patagonia argentina) habitado por curiosos personajes y en donde transcurren cosas la mayor parte de las veces inesperadas.
La protagonista es la Olivia del título (Agustina Sconochini), una joven que vive en una casita típica, alpina, solitaria en medio de la montaña. Sus días pasan junto a su padre que trabaja en un matadero local. Ella habla poco, tiene comportamientos un tanto infantiles (o, al menos, curiosos) y su vida se limita a ese lugar y sus alrededores. Pero cuando la película parece instalada en esa lógica, todo cambia. El padre desaparece y nadie sabe qué pasó con él. Y la inexperta Olivia sale a buscarlo casi como si se metiera en un extraño cuento de hadas.

Ese recorrido se extenderá en un film cuyas dos horas de duración podrían recortarse, pero más allá de esos excesos o reiteraciones, lo que Petersen le logra dar al relato es una cualidad casi mágica, extravagante, por momentos un tanto absurda o lynchiana. Una gran escena tiene lugar en un micro cuando Olivia y otros empleados del matadero en el que trabajaba el padre se ponen a recitar y a cantar. Otra, más cerca del final, quizás sea la mejor de toda la película: Olivia baila, sola, en un bar, el tema de Luis Alberto Spinetta «Alma de diamante«, expresando con el cuerpo mucho más de lo que puede hacer con la palabra.
Más allá de estar filmada entre Tolhuin y Río Grande, en Tierra del Fuego, OLIVIA no intenta ser un retrato realista de la zona ni mucho menos. Es, más bien, una suerte de introducción poética a la región a partir de los recorridos que Olivia hace a través de ella intentando dar con el paradero de su padre. En esas escenas parece observarse una zona sin tiempo ni forma muy concreta, un espacio un tanto liminal que podría pertenecer al orden de lo fantástico pero que cada tanto se corta frente a un hecho muy concreto: escenas en el matadero (algunas un tanto cruentas), los cruces con los obreros saliendo de la fábrica y otras personas que luego aparecen en la vida de la chica.
Filmada en 16mm y en Kodak Ektachrome, esta producción internacional que tuvo apoyo de la Elías Querejeta Zine Eskola es un organismo mutante y sutil, inquietante aunque por momentos repetitiva. Presentado en Locarno en la Competición Cineastas del Presente, OLIVIA es un film de una rara imaginación e ideas poco usuales –algunas más propias del videoarte, otras que parecen derivadas del teatro independiente, otras puramente cinematográficas–, que presenta en público a una directora argentina que seguramente con el tiempo dará que hablar.