Locarno 2025: crítica de «Two Seasons, Two Strangers» (‘旅と日々’), de Sho Miyake

Locarno 2025: crítica de «Two Seasons, Two Strangers» (‘旅と日々’), de Sho Miyake

por - cine, Críticas, Festivales
16 Ago, 2025 05:09 | Sin comentarios

En verano, Nagisa y Natsuo se encuentran junto al mar. En invierno, Li viaja a un pueblo nevado y allí encuentra una casa de huéspedes regentada por Benzo. Ganadora del Leopardo de Oro del Festival de Locarno.

Dos encuentros, dos temporadas, dos nacionalidades, dos historias, dos capas de relatos. TWO SEASONS, TWO STRANGERS es una película que procede por duplicado, generando melancólicas situaciones a partir de encuentros casuales entre personajes, situaciones que existen en la ficción y en la vida real. Una película bella y humana, construida con delicadeza e inteligencia, el nuevo film de Sho Miyake –quien ya tiene una decena de películas en su haber pero saltó recién a la consideración mundial con SMALL, SLOW BUT STEADY, de 2022– es un relato de relaciones breves pero que pueden cambiar la vida de las personas.

La protagonista es Li (Shim Eun-kyung), una guionista a la que vemos al comenzar la película tratando de escribir exactamente eso: el comienzo de una película. Pronto sus palabras garabateadas en un cuaderno (en coreano) cobran vida en la pantalla y así conocemos a Nagisa (Yūmi Kawai), una chica que recorre una pequeña ciudad costera, yendo del museo a la playa. Allí está Natsuo (Mansaku Takada), un joven solitario que está mirando el mar sentado sobre la arena, tratando de escapar de los turistas. Los dos entablan una conversación que empieza de modo casual pero que rápidamente va ganando en detalles, conexión y cierto riesgo.

Pero Miyake súbitamente descorre el velo del cuento para mostrarnos que lo que vemos es la película resultante de ese proceso de guión que está siendo exhibida en lo que parece ser una universidad. Allí ese film concluye y los asistentes –un profesor y muchos alumnos– les hacen preguntas a Li, la guionista, y al director del film, encarnado por el propio Miyake. Y en ese lugar sucederán otras cosas sorpresivas que llevarán a Li por caminos inesperados. Pronto estamos en medio de la nieve y, en lugar de ser otra «ficción dentro de la ficción», lo que vemos es a Li viajando a un pueblo turístico a pasar un tiempo, quizás a escribir. Al no encontrar hotel donde quedarse termina parando en una lejana y desolada posada donde entable una curiosa relación con su ermitaño y un tanto hosco dueño, Benzo (Shinichi Tsutsumi), al que se unirá en una rara aventura.

Un film calmo, armado de conversaciones realistas con un dejo poético, con reminiscencias al cine de Hong Sangsoo pero visualmente mucho más elaborado, TWO SEASONS, TWO STRANGERS procede como un elegante y engañosamente amable retrato de personajes. Engañoso porque, detrás de la aparente calma y placidez con la que transcurren las historias, todos los personajes atraviesan situaciones personales complicadas, se sienten solos o no saben bien qué hacer con sus vidas. En el Q&A que tiene lugar en medio del film es como si la película en sí misma se preguntara en voz alta acerca de sus temas: la tristeza, la soledad, la oscuridad, el drama, la sensualidad y el poder de las palabras.

El otro gran tema del film son los viajes. Las historias transcurren en pueblos alejados, con los personajes separados del resto de la gente (no en todo momento, pero casi) y el tema de viajar es central al predicamento de la guionista que lo protagoniza. «Uno viaja para escaparle a las palabras», dirá en un momento, tratando de entender cómo su vida conecta con su arte y analizar su supuesta dificultad para dar con historias. En otro, Benzo le pedirá que escriba una historia sobre él y su particular hostal, pero pronto se dará cuenta que no es una buena idea ya que intentar hacerlo es meterse a fondo en lugares a los que no todo el mundo quiere ir. Y mucho menos él.

Basada en dos novelas gráficas creadas por Yoshiharu Tsuge —A View of the Seaside y Mister Ben of the Igloo–, la película de Miyage explora esos lazos ocasionales que se forman entre gente solitaria que no necesariamente busca ni quiere crear esos lazos, al menos en apariencia. De la playa a la nieve, del cuaderno a la pantalla, TWO SEASON, TWO STRANGERS es uno de esos films japoneses cuya combinación entre imágenes y música le otorgan un carácter melancólico único, de esos que se ven en buena medida buscando conexiones entre lo que pasa y la vida de cada uno. Y esa profundidad, esa conexión con la sensibilidad del espectador, la consiguen solo unos pocos cineastas. Los que saben ver y los que prefieren escuchar antes que hablar.