Series: crítica de «Katrina: contra viento y marea» («Katrina: Come Hell and High Water»), de Geeta Ghandbir,  Samantha Knowles y Spike Lee (Netflix)

Series: crítica de «Katrina: contra viento y marea» («Katrina: Come Hell and High Water»), de Geeta Ghandbir, Samantha Knowles y Spike Lee (Netflix)

Esta serie documental de tres episodios se centra en la llegada del huracán Karina a Nueva Orléans, la destrucción que dejó a su paso y sus consecuencias que se sienten hasta hoy. En Netflix.

Estrenada a 20 años del Huracán Katrina que devastó la ciudad de New Orleans, esta serie documental divide en tres tiempos y tres episodios la historia de aquel momento y de sus consecuencias. Los primeros dos capítulos, más clásicos en su estilo y desarrollo, se ocupan respectivamente de los inicios y los primeros momentos de la llegada del huracán a la famosa ciudad de Louisiana y de la inundación posterior, cuando los diques cedieron a la presión y buena parte de la ciudad quedó bajo el agua, sin una respuesta gubernamental al alcance del daño. El tercer film –una película en sí misma, por duración y estilo– lo dirige Spike Lee y se ocupa principalmente de la supervivencia de la ciudad durante las décadas posteriores pero, más que ceñirse a una época, se mueve con la amplitud temática y poética propias del director de MALCOLM X.

A fines de agosto de 2005, Nueva Orléans recibió el mayor huracán de su historia con la llegada de Katrina, mucho peor en tamaño e impacto que todos los anteriores que llegaron a esa ciudad, georgráficamente ubicada de un modo complicado –entre lagos y ríos, además de construida en parte bajo el nivel del mar– para recibir ese tipo de fenómenos naturales. El primer episodio se ocupará de cómo las autoridades no fueron lo suficientemente eficaces para evacuar la ciudad, en parte por problemas políticos y, en otra, por anteriores «falsas alarmas» de huracanes que nunca llegaban a ser lo que amenazaban inicialmente. Esa falta de preparación llevó a que mucha gente quiera salir a último momento, complicándolo todo aún más.

Pero lo principal no fue el huracán en sí, que fue brutal y acabó con barrios enteros y con la vida de mucha gente, sino lo que pasó inmediatamente después. El segundo episodio se hará cargo de la parte más dramática, que comenzó cuando algunos de los diques que contenían el agua que crecía cayeron por la presión y de a poco muchos de los barrios menos favorecidos y habitados en su mayoría por afroamericanos se inundaron o fueron arrasados. En el interín, sus habitantes que no pudieron salir de la ciudad no solo perdieron todo sino que tuvieron que hacer un riesgoso peregrinaje hacia el centro y hacia refugios que no estaban preparados para recibirlos, ya que el gobierno de George W. Bush no supo o no pudo coordinar una respuesta apropiada. Todo ese caos que las autoridades no pudieron organizar y que la policía intentó contener con represión se extendió por muchos días y terminó siendo peor que el golpe inicial.

El film de Lee (que dirigió ya un documental, WHEN THE LEVEES BROKE, en 2006) tratará de contar la cultura de New Orleans y cómo la ciudad y sus habitantes lucharon para organizarse y poder, en algunos casos, reconstruir los barrios donde vivían, aunque en muchos casos no lo lograron. En 88 minutos, los entrevistados –muchos de los cuales hablan y participan en los films anteriores pero acá se expresan, ante el propio Lee, de una manera más desacartonada– van contando sus experiencias durante estas décadas en las que intentaron volver a vivir en sus casas, reconstruirlas, ayudar a otros y luchar por la permanencia de una cultura que empezó a correr riesgos de todo tipo, desde la marginación a la gentrificación, de los engaños y estafas privadas al desinterés estatal, especialmente en los casos de barrios marginados que no recibieron la inversión necesaria para ser reconstruidos.

La película de Lee, titulada God Takes Care of Fools and Babies, es la más característica y personal, con el director hablando detrás de cámara con los entrevistados (incluyendo Brandford Marsalis, Wendell Pierce y otros artistas), con música, lectura de rimas, con textos sobrescritos en la pantalla y otras características típicas de este singular director. Los otros dos, si bien son menos personales en cuanto a marcas de estilo, son efectivos y dramáticos a la hora de contar la trágica y dolorosa saga de lo que pasó en esa ciudad a lo largo de unos días en los que cambió toda su historia. Hoy, dos décadas después, la ciudad todavía lucha con sus contradicciones para volver a ser la misma que supo ser. Y es más que nada la resiliencia de sus habitantes la que la hace seguir en pie, intentando ser tan intensa y vital como lo supo ser antes de que los diques se rompieran.