Series: reseña de «Rehén» («Hostage»), de Matt Charman (Netflix)

Series: reseña de «Rehén» («Hostage»), de Matt Charman (Netflix)

En medio de una cumbre entre las líderes de Gran Bretaña y Francia, un sorpresivo secuestro y un inesperado chantaje descoloca y pone en peligro a las protagonistas y a sus familias. Con Julie Delpy y Suranne Jones. En Netflix.

No es fácil, parece, ser primer ministro en Gran Bretaña. O primer ministra. Además de los obvios problemas cotidianos hay que sumarle imprevistos de esos que nadie ve venir. Eso es lo que le pasa a Abigail Dalton (Suranne Jones), que atraviesa un momento político difícil: ha recortado el presupuesto militar levantando quejas internas, su sistema de salud tiene faltantes de medicamentos generando protestas en las calles y, encima de todo esto, recibe la visita de la presidenta francesa, Vivienne Toussaint (nada menos que Julie Delpy), que más que ayudar lo complica todo.

En el marco de esa cumbre suceden los hechos principales de REHEN. Dalton quiere que Toussaint la ayude con la crisis de medicamentos y a cambio está dispuesta a quedarse con unos refugiados que Francia no quiere. Pero las cosas no son fáciles ya que la francesa, cada vez más corrida a la derecha política, exige más cosas, algunas que los británicos no pueden ni quieren cumplir. Pero en medio de los eventos protocolares, Dalton recibe una terrible noticia: su marido, el Dr. Alex Anderson (Ashley Thomas), que es parte de la agrupación Médicos Sin Fronteras, ha sido tomado como rehén en la Guyana Francesa y los secuestradores quieren que renuncie a su cargo para liberarlo. ¿Podrá su colega ayudarla a resolver ese problema?

Eso es tan solo el inicio de una serie de enredos de política internacional que se desarrollan a lo largo de cinco episodios. Y a eso hay que sumarles los dramas familiares: Dalton tiene una hija adolescente llamada Sylvie (Isobel Akuwudike) que quiere que su padre vuelva con vida y a quien no le gusta nada que su madre no quiera negociar con terroristas, y tiene además a su padre (James Cosmo) con problemas de salud. Toussaint, por su parte, es chantajeada para que no revele un affaire que tuvo con un hombre muy cercano a su familia, lo que impide que pueda ayudar a su colega a resolver el entuerto guyano. A ellos hay que sumarles al hijastro y al marido de Toussaint (Corey Mylchreest y Vincent Perez), a la novia del hijo (Sophie Robertson), a varios asistentes un tanto sospechosos y a los misteriosos y encapuchados secuestradores cuyos motivos, de entrada, son vagos. Hasta que se revelan.

La serie virará un par de veces hacia zonas inesperadas y seguirá aumentando tanto las apuestas como, en el mejor de los casos, la adrenalina por la imposibilidad de encontrar una solución que, con el correr de los episodios, quedará claro que va más allá de el rehén o el chantaje en cuestión. Y las dos mandatarias deberán encontrar el modo de dejar diferencias y unir voluntades para resolverlas, algo que no será nada sencillo pese a las cosas en común que las unen, empezando por el género. En el medio, la conspiración crece, se agranda y, previsiblemente, veremos que algunos personajes en los que confiábamos no son en realidad quienes dicen ser. O no del todo…

Efectiva, comparativamente breve (son cinco episodios de unos 40 minutos cada uno), más melodramática que realista, HOSTAGE puede no ser ni fina a la hora de hablar del aquí y ahora de la situación política en ambos países, pero deja de todos modos en claro que hay intereses enredados y complejos que tienen un componente histórico. Según el guión de Charman (coguionista de PUENTE DE ESPIAS), el presente es consecuencia de asuntos complicados del pasado y los actos cometidos en un momento pero olvidados pueden reaparecer cuando menos uno lo espera. Y llevarse todo puesto.

Formalmente correcta pero con cierta falta de especificidad respecto a lo que propone, REHEN funciona más que nada como un thriller de esos que llevan al espectador a especular quién está detrás de cada cosa y con qué motivo, quiénes no son los que dicen ser y quiénes sobrevivirán o no a este enredo que, en un momento, se transforma en algo muy distinto de lo que lo inició. La actualidad o claridad política queda a segundo plano, las intenciones de los personajes no pasan de ser nominales –les falta carnadura, credibilidad– y, para ponerle como moño, se abre el mismo manual del relato de suspenso e intriga que se usa para casi todo: ya verán a qué me refiero…