
San Sebastián 2025: crítica de «Dos pianos» («Deux Pianos»), de Arnaud Desplechin (Competición Oficial)
La nueva película del realizador francés combina misterio y drama íntimo al seguir a un pianista que, al volver a su ciudad natal, se ve arrastrado a un torbellino de secretos, obsesiones y revelaciones familiares.
Quizás sea una película menor dentro de la celebrada carrera del inventivo y prolífico realizador francés Arnaud Desplechin, pero DOS PIANOS tiene la complejidad, el misterio y la ambigüedad de sus mejores títulos, al contar una historia que parece manejarse durante un tiempo en un plano casi fantástico para transformarse, de manera elocuente y dramática, en un drama familiar un tanto más clásico. La película no está exenta de problemas narrativos –algo a esta altura habitual en el cine del realizador de REYES Y REINA–, pero sabe observar a sus protagonistas de una manera generosa y a la vez compleja.
De entrada lo que reluce es un elemento de misterio casi hitchcockiano. Mathias (François Civil) es un pianista que regresa de Japón a Francia, específicamente a Lyon –su ciudad natal– para dar unos conciertos junto a Elena, una famosa y veterana pianista que encarna Charlotte Rampling con esa mezcla de rigor pétreo y humanidad que la caracterizan. Elena es una maestra para Mathias y ella lo considera su discípulo, pero a lo largo de los ensayos del concierto ambos se dan cuenta que el otro está atravesando una situación complicada.
El de Elena es más claro: se siente mayor, dice que la memoria no la ayuda y quiere retirarse de la música. El de Mathias es más complicado. En la calle ve a un chico que le llama la atención y que sufre un accidente. Lo sigue por las calles hasta volverse peligroso, dando la impresión de ser uno de esos tipos que merodean parques con planes perversos. Pero no es así y pronto sabremos sus motivos. Lo que empezará a conectar ambas historias es otro encuentro. Uno que Mathias tiene con Claude (Nadia Tereszkiewicz) a la que, con solo verla, se desmaya en el acto. ¿A qué se debe tanto misterio?

Antes habíamos visto a Claude con su pareja (Jeremy Lewin) en una subtrama que recién ahí conecta con la otra. Y a partir de ese encuentro, todo cambia en la vida de Mathias. Empieza a beber, a llegar borracho a los ensayos, a sufrir desconsoladamente y perder el rumbo. La segunda mitad del film estará dedicada, por un lado, a desentrañar esos misterios y, en la medida de lo posible, tratar de repararlos, arreglarlos, contenerlos.
Un drama elegante con música clásica de fondo es, más o menos, lo que todo el mundo espera de un prestigioso film francés. Pero Desplechin siempre se aleja de los modelos más convencionales de ese tipo de cine. Si bien DOS PIANOS no es una pieza radical ni fuerza el tono hacia lugares insólitos de la manera en la que el realizador solía hacerlo en films como TRES RECUERDOS DE MI JUVENTUD hay siempre un costado lúdico desde lo formal que saca a la historia de los carriles convencionales del drama familiar.
Mathias no sabe qué hacer con su vida, con su música, con su futuro. Y tampoco entiende muy bien cómo elaborar cosas que sucedieron en su pasado. Y algo similar le sucede a la shockeada Claude. En la «competencia» entre historias pierde un poco de peso la relación con Elena, lo cual le quita potencia a la última –y algo estirada– parte del film. Pero más allá de ciertas escenas que se reiteran o que no terminan de funcionar, DOS PIANOS nunca pierde su centro de gravedad: la vida de un torturado personaje que, en un momento de su vida, tiene que aprender a amigarse con su propia historia.