Toronto 2025: crítica de «Las corrientes», de Milagros Mumenthaler (Platform)

Toronto 2025: crítica de «Las corrientes», de Milagros Mumenthaler (Platform)

por - cine, Críticas, Festivales
08 Sep, 2025 11:27 | comentarios

Durante un viaje al extranjero, una diseñadora de moda argentina salta de un puente al agua de un río sin pensarlo. De regreso a Buenos Aires, decide no contárselo a nadie, pero desarrolla un miedo físico que le impide realizar sus actividades diarias. Con Isabel Aimé González Sola y Esteban Bigliardi.

Catalina (Lina o Cata, según quien pregunte) viajó a Suiza a recibir un premio. Una diseñadora y artista argentina, Lina se siente un poco «pez fuera del agua» en esa oficina empresarial en la que no conoce a nadie y en la que todos la aplauden. No parece entender qué hace ahí. Como en una ensoñación –la primera de varias–, la chica deja el salón, se va al baño, tira el premio a la basura y se va del lugar, a perderse en las calles de esa coqueta ciudad. El suyo, más que un paseo, es una deriva: se mete en un negocio de antigüedades y en callejuelas perdidas para terminar en un puente, en medio del río. Ahí, misteriosamente, tiene el impulso de tirarse al agua y lo hace. La policía la rescata, la lleva al hotel y ella ahí empieza lentamente a calmarse. Eso sí, le cuesta meterse bajo la ducha. No puede.

Al volver a Buenos Aires, Lina ya no es exactamente la misma. Y ese giro, en principio indescifrable hasta para ella, es el que va a narrar LAS CORRIENTES, el tercer film de Milagros Mumenthaler (ABRIR PUERTAS Y VENTANAS, LA IDEA DE UN LAGO), una inquietante y enigmática película acerca de lo que sucede a una mujer cuando se corre un poco del camino preestablecido o inicialmente buscado, y lo que sobreviene cuando las seguridades que la acompañaron durante buena parte de su vida se borronean, desaparecen y lo que sigue es incierto, indescifrable.

Al volver a su elegante casa porteña, Lina (Isabel Aimé González Sola) trata de actuar como si nada hubiera sucedido, pero es como una imitadora de sí misma. Su pareja, Pedro (Esteban Bigliardi), está demasiado metido en su mundo empresarial como para notarlo de entrada pero, con el correr de los días, hasta él se da cuenta. Y lo mismo pasa con la madre de ella (Claudia Sánchez), que los ayuda en la crianza de Sofía (Emma Fayo Duarte), la hija de ambos. A Lina le cuesta hacerse cargo de la niña, se olvida que tiene que ir a buscarla al colegio, se escapa apenas amanece para ir a una peluquería en la que una vieja conocida (Jazmín Carballo) le hace un riesgoso tratamiento y empieza a vivir tanto en su cabeza que la mayoría de sus obligaciones cotidianas se le borronean. Le aparecen, además, curiosas fobias, como la dificultad de mojarse o meterse de lleno en el agua, entre otras.

LAS CORRIENTES es un film que, con una distancia y frialdad que trae a la memoria el cine de Michelangelo Antonioni –un especialista a la hora de plantear el vacío espiritual y psicológico que atraviesan personas de la alta burguesía– se mete en lo profundo de la psiquis de su protagonista, interpretada por una magnética González Sola, al punto de entrar también en una deriva similar a la de Lina. La película por momentos entra en fuga, se va de su eje central para seguir un recorrido que puede o no estar dentro de la cabeza de su colgada protagonista, y que la lleva a visualizar momentos pesadillescos u otros más claramente fantásticos.

Mumenthaler transmite desde el misterio, la inquietud y lo enigmático. Lina es una mujer que podría en cualquier momento tirarse de un balcón (que su oficina sea en el último piso del mítico Palacio Barolo no ayuda para eso), decir una cosa y hacer otra, o desaparecer en medio de un evento sin querer, al menos no intencionalmente, lastimar a otros. Por momentos, se vuelve a reconectar: está con su hija, su marido y se concentra en el trabajo junto a su fashionista asistente Julia (Ernestina Gatti), pero en otros pareciera que existe en una suerte de perpetuo limbo.

La película, sin embargo, encuentra algunas ataduras para su viaje sin rumbo fijo. En una conversación con su amiga peluquera, Lina le cuenta qué es lo que le pasó en Suiza, dando a entender que es bastante consciente de lo que hace y que no se trata de una misteriosa «posesión» ni nada parecido. Y más adelante –en la que quizás sea la única escena fallida o innecesaria del film–, su forma de actuar encontrará una explicación psicológica aún más definitiva, una que cierra bastante las puertas a cualquier misterio y/o interpretación.

Mumenthaler filma con una elegancia y una sobriedad que es más propia de cierto cine europeo que de lo que usualmente vemos en el cine latinoamericano. El devenir de sus personajes, los escenarios en los que se manejan, la suntuosa música que utiliza y hasta sus enigmáticos silencios tienen más en común, digamos, con el cine del alemán Christian Petzold o el de su compatriota Angela Schanelec que con contemporáneos locales. Que la película sea una coproducción suiza no es casual. A través de la cámara del DF rumano Gabriel Sandru, Mumenthaler crea una crónica de una Buenos Aires tan enigmática como, por momentos, indescifrable.

Con escenarios impecables, un elenco que no parece nunca despeinarse y actuaciones que pendulan entre el naturalismo y una mínima afectación, la película es también un retrato de una clase media alta (o definitivamente alta) que se maneja entre la ropa de alta costura, los cocktails empresariales y una vida cercana al lujo. Pero luego veremos que, en la compleja e inabordable personalidad de Lina, entran otros elementos, otras calles, otras vidas. Y quizás sea el cambio el que la agobia: la necesidad de siempre ser y actuar como nos piden los demás, la obligación de impostar una personalidad que quizás no sea (o no sea del todo) la de ella. LAS CORRIENTES es una brillante exploración en la vida y las decisiones de su protagonista y un fascinante intento por entender los misterios de la mente humana.


La película se presentará en breve en la Competencia Oficial del Festival de San Sebastián