Toronto/Estrenos online: crítica de «Match: la reina de las apps de citas» («Swiped»), de Rachel Lee Goldenberg (Disney+)

Toronto/Estrenos online: crítica de «Match: la reina de las apps de citas» («Swiped»), de Rachel Lee Goldenberg (Disney+)

Este film se centra en la carrera y en la vida personal de Whitney Wolfe, una de las creadoras de Tinder y en los problemas posteriores que tuvo en esa y en otras compañías. Con Lily James. En Disney+ desde el 19 de septiembre.

En el siempre caótico e impredecible mundo de las punto.com, las aplicaciones de citas forman casi un mundo aparte. El poner en contacto virtual a personas que no se conocen no es algo que haya empezado con la aparición de internet, pero la llegada primero de la web caótica de los 2000 y, luego, de la más corporativa de las décadas siguientes, generó un crecimiento exponencial del formato. MATCH recupera una etapa –principios de los 2010– en la que el furor de las aplicaciones de citas estaba en pleno apogeo pero no había alcanzado a romper una barrera fundamental: los jóvenes.

Lily James interpreta a Whitney Wolfe, una mujer famosa por lograr innovar –no sin sufrimiento– dentro de ese espinoso terreno. Cuando la conocemos, en 2012, Whitney es una chica muy jóven que se cuela en reuniones de inversores tratando de que alguien ponga dinero en su sueño de armar una app que conecte a donantes con orfanatos. Su sueño será muy loable pero nadie le presta atención. Un encuentro casual en el parking con un tal Sean Rad (Ben Schnetzer), dueño de una incubadora que tiene encaminadas varias aplicaciones, la lleva, tras algunos giros, a entrar a trabajar allí.

En una reunión de trabajo es ella la que propone cambiar el nombre de la app de citas que la incubadora tiene y que no estaba funcionando. Así, Matchbox se convierte en Tinder. Y es la propia Wolfe –al menos según la versión que cuenta la película de Goldenberg–, la principal encargada de moverla entre los estudiantes universitarios que, hasta ese momento, rechazaban ese tipo de conexión virtual. Usando su conocimiento en la vida universitaria (fraternidades, sororidades, etcétera), Whitney logra que Tinder empiece a prender entre los más jóvenes y pronto se vuelve un éxito.

El suceso rápido e imparable de la compañía tendrá sus problemas. Por un lado, Whitney tiene una relación sentimental con Justin (Jackson White), uno de los socios de la empresa, relación que prueba ser de una toxicidad extrema. Y en medio de todo eso, a ella le caen encima los reclamos de muchas mujeres –en la empresa y en la aplicación– por los agresivos comportamientos masculinos que hay en Tinder, incluyendo fotos íntimas no solicitadas, comentarios agresivos y otros horrendos y expandidos hábitos. Cuando Whitney quiera plantear esos problemas a sus socios/jefes se topará con una serie de negativas y dificultades que la obligarán a tomar algunas drásticas decisiones.

El film de la directora de UNPREGNANT y la remake de VALLEY GIRL construye muy bien, como lo han hecho tantas series y películas centradas en el ascenso y caída de grandes empresas de tecnología digital, el mundo entre juvenil, caótico y tóxico que se vive en ellas. A diferencia de otras narraciones de este tipo, la estructura no pasa tanto por el ascenso y la caída de esas empresas (tanto Tinder como otra compañía que se funda después y cuyo nombre no spoilearé siguen funcionando bastante bien) sino respecto a las vivencias de las mujeres dentro de esa bro culture en la que, al menos entonces, las voces femeninas no eran escuchadas y sus opiniones pocas veces respetadas.

De hecho, aún cuando Whitney logra superar los primeros escollos a los que se enfrenta estando en Tinder se topará con otros trabajos en los que la cultura machista es (o era) más o menos similar. En esos mundillos hay de todo: tanto adultos que se comportan como si fueran adolescentes horny como depredadores temibles, pasando por los falsos «aliados» que disimulan con falsa amabilidad sus verdaderas intenciones. Es por eso que los logros de Whitney en su carrera se hacen doblemente meritorios, porque lo hace con todo el viento en contra y con un clima que no colabora (o colaboraba) con la idea de tener mujeres en roles clave en empresas de ese tipo.

La película es más ligera a la hora de meterse en lo profundo del mundo de esas aplicaciones y bastante esquemática a la hora de plantear su organigrama de héroes y villanos. Al estar estructurado como una historia feminista de superación personal, el guión pasa de largo otras cuestiones más complejas y oscuras del tipo de dependencia que generan estas aplicaciones y lo que eso implica. Pero MATCH: LA REINA DE LAS APPS DE CITAS no tiene la intención de plantar una bandera radical en lo que respecta al mundo que trata. A lo sumo lo que la ocupa es que estas aplicaciones estén más reguladas, controladas y funcionen de un modo más civilizado, especialmente con las mujeres.

Es posible que desde que se escribió el guión de esta película a ahora que se estrena –con el cambio de gobierno en los Estados Unidos y la deferencia de las empresas del sector tech a los deseos de Donald Trump– esas restricciones a los agresivos comportamientos tanto online como en los lugares de trabajo hayan vuelto a desaparecer. Si el mundo real se ha vuelto tóxico en extremo, es difícil que las aplicaciones sean mejores que los humanos que las crean.