Venecia 2025: crítica de «Songs of Forgotten Trees», de Anuparna Roy (Orizzonti)

Venecia 2025: crítica de «Songs of Forgotten Trees», de Anuparna Roy (Orizzonti)

por - cine, Críticas, Festivales
02 Sep, 2025 09:01 | Sin comentarios

En la bulliciosa Mumbai, dos mujeres muy distintas comparten un departamento pero viven aisladas. Poco a poco, su soledad da paso a un inesperado vínculo de conexión y apoyo mutuo.

Manejarse solo –o sola, en este caso– en una gran ciudad puede ser muy complicado. En SONGS OF FORGOTTEN TREES hay dos mujeres que atraviesan esta situación nada menos que en una urbe caótica y populosa como Mumbai, en la India. Cuando comienza este delicado film de Anuparna Roy las chicas no se conocen, pero comparten el lugar en el que viven. Es que Swetha ha llegado desde su pueblo a Mumbai y le alquila un cuarto a Thooya, quien ya vive ahí. Al principio, cada una hace lo suyo, como si coincidir en un departamento no significara nada: no se hablan, casi no se cruzan miradas, se manejan por su cuenta. Pero eso irá cambiando y por ahí pasa el minimalista pero sensible cuento que narra este breve film indio.

Swetha atiende desde su computadora un call center de servicios de una empresa. No conoce a nadie en la ciudad y tiene algunas citas con gente que conoce online, de las cuales vuelve con cara de poco interés. La vida de Thooya es más compleja, más metida en las tensiones de una gran ciudad. Ella es actriz pero no consigue mucho trabajo pese a hacer castings y ensayar todo el tiempo. De hecho, su talento para la interpretación lo utiliza para su verdadero trabajo, que podría asemejarse al de una geisha: la mujer recibe hombres en su casa, los atiende, conversa con ellos, beben, deja que la toquen pero no parece haber (o no necesariamente hay) un costado sexual. Thooya actúa las fantasías que los clientes tienen por un rato y ya.

Pese a sus vidas y personalidades muy distintas, las chicas de a poco comienzan a conectar, a hablar, a cocinar juntas, a contarse sus problemas, sus miedos, sus complejas situaciones personales. En planos por lo general largos –hay uno muy extenso en dos baños contiguos, otro en un auto y así–, Roy va armando esta trama de espejos, reflejos y dobles, en la que las chicas van entrelazando sus historias y sus vidas mientras pasan gran parte del tiempo en el departamento, recibiendo visitas reales o conectándose online.

Manejándose con sutileza y elegancia en los espacios cerrados del departamento, utilizando encuadres y ángulos de cámara inteligentes para captar sensaciones que los personajes no pueden elaborar verbalmente –la soledad y el encierro, más que nada–, Roy va tejiendo una historia de amistad, de compañerismo, de conexión entre dos mujeres que, sin necesariamente admitirlo, se necesitan una a otra. No es en sí la historia de una creciente amistad –hay entre ambas muchas diferencias para ser eso–, sino la de una conexión, un apoyo mutuo, la de poder hacerle sentir al otro que no está solo en el mundo.

En el medio, Mumbai sigue sus pasos febriles, algunos de los clientes de Thooya muestran su lado más imbécil y alguna sorpresa aparece sobre el final haciendo girar algunas de las ideas que uno tiene acerca del modo de vida de la chica y de sus relaciones. Pero SONGS OF THE FORGOTTEN TREES no es una película que avance necesariamente a partir de revelaciones en su trama sino más bien por las sensaciones, los deseos y las necesidades –a veces coincidentes, en otras cruzadas– de sus protagonistas, dos mujeres que conectan entre sí para sentirse acompañadas frente a un mundo que las abruma.