
Estrenos online: crítica de «Atrapado robando» («Caught Stealing»), de Darren Aronofsky (Flow)
Un exjugador de béisbol devenido camarero acepta cuidar un gato y termina envuelto en una violenta trama criminal en la Nueva York de los 90. Con Austin Butler, Zoe Kravitz, Regina King y gran elenco. Para alquilar (gratis, del 16 al 19 de octubre) en Flow.
Un director más acostumbrado a hacer complejos y elaborados dramas autorales que thrillers comerciales, Atrapado robando suena, se ve y finalmente es una película bastante rara para Darren Aronofsky. Aquí, el director de Cisne negro, ¡Madre!y La ballena hace lo más parecido que ha hecho en su carrera a una película comercial: un thriller salvaje, humorístico y tan noventoso en su tono y estilo que, de hecho, transcurre en 1998. No se trata de una gran película ni mucho menos, pero tomando en cuenta los excesos bizarros que había alcanzado su cine más denso y personal, es un bienvenido golpe de ligereza. Especialmente viniendo de alguien que no se caracterizaba por su humor.
Atrapado robando se basa en la primera de las tres novelas de la saga “Henry Thompson” escritas por Charlie Huston y ya de entrada se la nota como un combo algo retro armado con recursos propios del cine de Quentin Tarantino y los hermanos Coen de mediados de los ‘90: un caso criminal violento que llevan adelante personajes entre tontuelos y excesivos, de esos que solo existen en las páginas de las novelas policiales a la Elmore Leonard o en los films inspirados en ellas.

Austin Butler encarna a Henry “Hank” Thompson, un joven que prometía ser un beisbolista profesional pero que vio su carrera interrumpida por un accidente que lastimó seriamente su rodilla, entre otras cosas. Hank trabaja (y bebe) como barman en un local del Lower East Side neoyorquino cuando recién empezaba a gentrificarse y todavía era un lugar denso y bastante peligroso. Un día, su vecino Russ (Matt Smith), punk, británico y con cresta, viaja a su país a visitar a su padre enfermo y le deja a su cuidado a su agresivo gato y la llave de la casa. Al otro día, un par de violentos y agresivos matones rusos aparecen por la casa de Matt, se topan con Hank y lo muelen a palos salvajemente sin que el muchacho entienda muy bien los motivos.
Allí empezará una serie de confusos enredos que llevarán a Hank y a su novia Yvonne (Zoë Kravitz) a lidiar con una serie de curiosos personajes, uno más bizarro que el otro. Además de los “roperos” rusos, lo perseguirán una dupla de judíos ortodoxos igualmente violentos (Liev Schreiber y Vincent D’Onofrio), un mafioso latino (el músico boricua Bad Bunny, cada vez más dedicado a la actuación) y tendrá, supuestamente de su lado, a una policía (Regina King) que investiga el caso –que involucra algún tipo de dinero del narcotráfico, o eso es lo que parece– y al dueño del bar en el que Hank trabaja (Griffin Dunne), quienes se enredarán en una confusa situación que va creciendo en dimensiones y, especialmente, en violencia.
Donde quizás más se note la mano de Aronofsky es en el llamativo baño de sangre que es la película. Si bien el tono ligero y pasado de rosca admite ese tipo de enfrentamientos virulentos, Atrapado robando se pasa un par de pueblos de lo habitual en este tipo de relatos, especialmente por la manera franca y bastante realista con la que el realizador de El luchador filma esas escenas, especialmente en la primera mitad de la película. De hecho, Hank vive fugándose y metiéndose en violentas situaciones pocos días después de haber perdido un riñón de una manera particularmente memorable. Y serán varios los que perderán no sólo sus órganos a lo largo de los compactos 107 minutos que dura el film.

Por momentos la película hace recordar a Después de hora, de Martin Scorsese, más que nada por moverse gran parte del tiempo por las calles del Bajo Manhattan mucho antes de que se convirtiera en un paseo comercial de sí mismo. En otros –especialmente por su pintura urbana y su costado deportivo que incluye un cruce con los fans de béisbol saliendo de ver un partido–, tiene algo del cine de Spike Lee. Pero más allá de ese logrado color local y de la intensa música de la banda post punk británica Idles como principal registro sonoro, Atrapado robando no le escapa a las convenciones de ese tipo de registro policial tan caro a los Guy Ritchie de este mundo, aunque sin tanta pirotecnia visual.
Sobre la última media hora, Aronofsky parece encontrar el tono justo de la película –ayuda para eso la aparición de Carol Kane como una bobe judía y otra actriz famosa que llegará sobre el final– y Atrapado robando entra del todo a jugar el juego del absurdo puro y duro. Antes de llegar a eso da la impresión que el realizador intenta tomarse el asunto más o menos en serio –incluyendo un trauma y pesadillas ad hoc para el protagonista–, pero después de una muerte en extremo violenta y que lo toca de cerca, la película parece empezar de nuevo de un modo más ligero. Cuesta acomodarse al cambio de registro hasta un momento en el que todo se vuelve más parecido a un dibujo animado tipo El correcaminos. Y allí, mientras nuestro aturdido antihéroe es perseguido por un grupo de asesinos muy distintos entre sí, queda en evidencia que Nueva York es un crisol de razas hasta para el crimen profesional.
Crítica publicada originalmente en La Agenda de Buenos Aires