
Estrenos online: crítica de «Un fantasma en la batalla», de Agustín Díaz Yanes (Netflix)
Amaia es una joven guardia civil que permanece más de una década trabajando como agente encubierta dentro de ETA en este thriller político español. Estreno de Netflix: viernes 17 de octubre.
La segunda película española en un año en tratar el mismo tema y situación (la otra fue LA INFILTRADA, de Arantxa Echevarría, ganadora del Goya a mejor film), UN FANTASMA EN LA BATALLA recorre los años en los que Amaia (Susana Abaitua) se infiltró en las lides de ETA mientras una rama de la organización independentista vasca seguía generando cada vez más polémicos atentados. Su misión, a lo largo del tiempo en el que estuvo infiltrada –buena parte de ellos en territorio francés– consistía en ser la conductora automovilística de distintos miembros de la agrupación mientras mantenía un curioso (y musical) modo de comunicación con su jefe de la Guardia Civil.
Tras poner en contexto para el público internacional (se trata de una producción de Netflix que llega a todo el mundo), el realizador de NADIE HABLARA DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO va enfocándose primero en la relación de Amaia con su misterioso y opaco jefe (Andrés Gertrudix) y en sus primeros intentos de infiltración. Se trata, especialmente en esa etapa, de una película seca, algo mecánica, de diálogos mínimos y actuaciones pétreas que intenta parecerse al tono de films como EL EJERCITO DE LAS SOMBRAS, de Jean-Pierre Melville, pero sin lograrlo del todo.

De a poco, y mientras la mujer va conviviendo ya como infiltrada con distintos miembros de esa facción de ETA, empiezan a producirse situaciones cada vez más tensas y complejas, especialmente cuando se continúan realizando atentados y ella debe participar en algunos de ellos. Pero Díaz Yanes tampoco se enfoca aquí en la clásica tensión que surge cuando alguien se infiltra muchos años en una organización y establece lazos de confianza allí que se pueden cruzar con los originales. Más allá de alguna mínima conexión con el personaje de la dura militante que encarna Iraila Elías, pocos lazos se tejen allí.
La película es algo mecánica y curiosamente (para un director de tanta experiencia) torpe en la resolución de varias situaciones de suspenso y acción. Mejor es cuando mezcla la ficción con materiales documentales y, especialmente, cuando pone en peligro a su protagonista, que empieza a darse cuenta que sospechan de ella tras varios fracasos y atentados fallidos. Ese ímpetu que la película cobra sobre el final le da una cierta intensidad a UN FANTASMA EN LA BATALLA pero no logra otorgarle densidad dramática ni curiosidad psicológica. En ese sentido, es una película medianamente eficaz pero que no revela nada demasiado profundo acerca del universo que retrata.
Raúl Arévalo y Ariadna Gil tienen papeles secundarios en esta película que marca el regreso del veterano director de SIN NOTICIAS DE DIOS y ALATRISTE, un film que cumple con la tarea de presentar la inquietante perspectiva de la protagonista, una mujer infiltrada en una organización que para ese entonces (fines de los ’90, principios de los 2000) ya era más criminal que otra cosa, pero que no ahonda mucho más que eso. No sabemos mucho más de ella al final de lo que sabíamos al principio. Y sin eso, la película no logra ir más allá del repaso de los hitos principales de ese doloroso momento de la vida española.