
Estrenos online: crítica de «Confinados» («Homebound»), de Neeraj Ghaywan (Netflix)
Dos adolescentes de sectores marginados en la India rural intentan construir un futuro mejor, pero la llegada de la pandemia expone hasta qué punto las desigualdades sociales y de casta siguen marcando sus vidas. Disponible en Netflix.
Es poco el cine indio que llega al Festival de Cannes. En los últimos años, gracias a la aparición de cineastas como Payal Kapadia, los films de autor de ese país tuvieron una mayor visibilidad que antes, ingresando a la competencia oficial y ganando premios, como fue el caso de ALL WE IMAGINE AS LIGHT, en 2024. Al año siguiente, con menor repercusión, llegó a la sección Un Certain Regard otro film de ese país que ahora estrenó Netflix y que es, además, el representante de la India en los premios Oscar. Me refiero a HOMEBOUND, un drama centrado en la amistad entre dos adolescentes «descastados» por distintos motivos de la sociedad de ese país, cuyos esfuerzos y sacrificios se topan con un enemigo inesperado: la pandemia.
El director de MASAAN se inspiró en una foto que se hizo conocida allá por 2020 en las redes sociales indias y que llegó luego a The New York Times a través de una nota que contaba la historia que había por detrás de esa fuerte imagen. No diremos qué muestra esa foto –y recomendamos no clickear el link a ella sin haber visto la película– porque funcionaría como SPOILER, ya que lo que hace Ghaywan es retroceder en el tiempo para contar la vida de los dos protagonistas de esa imagen y de la saga que los termina llevando hasta ella.

Chandan Kumar (Vishal Jethwa) y Mohammed Shoaib Ali (Ishaan Khatter) son dos amigos de una aldea del noroeste de la India que no pertenecen, por distintos motivos, a las castas dominantes o con relativo status social dentro del sistema tradicional que se maneja en buena parte de ese país. Chandan es Dalit, una casta considerada antes «intocable» ya que son herederos de familias que siempre han hecho los trabajos más duros (y sucios) en esa sociedad. Y Mohammed es musulmán, que no es una casta pero sí una religión que en India es minoría (se calcula un 14 por ciento) y también marginada en ciertos sectores.
Los dos sueñan con entrar a la policía, un trabajo estable y estatal que le permitiría escapar un poco a los límites de ese sistema, si bien en la institución también la segregación se cuela. Ambos se presentan a un examen para entrar que tiene dos dificultades. Una pasa por la cantidad de inscriptos: más de dos millones de personas para unos 3.500 puestos, lo cual les da mínimas posibilidades de ingresar. Y la otra es que el sistema es tan enredado y lento que los resultados del examen pueden tardar un año en salir. Y es así que, mientras aguardan, estos amigos intentan rebuscárselas para ayudar a sus familia. Uno empezará a trabajar en una compañía de ventas puerta a puerta, pero si bien es bueno para el trabajo por su origen y su falta de estudios lo irán marginando. El otro, en tanto, entrará a la universidad, pero más para estar cerca de Sudha (Janhvi Kapoor), una chica que le gusta, que por interés por los estudios.
Cuando lleguen esos resultados las cosas cambiarán, los amigos entrarán en conflicto, sus vidas laborales se empezarán a complicar –Kumar miente sobre el tema de su casta en los trámites que hace y a Ali le viven exigiendo papeles y documentación– y nada saldrá exactamente como lo tenían planeado. Y aún cuando consiguen un modesto trabajo que al menos les permite mandar un dinero a sus casas, los espera un «enemigo» inesperado, el COVID, que volverá a marcar las diferencias entre los que tienen y pueden, y los que se quedan afuera de todo.

CONFINADOS –título en castellano que debe tomarse de un modo más metafórico que literal– es un drama clásico, estructurado con reglas dramáticas claras y centrado más que nada en ver cómo estos dos chicos trabajadores y esforzados no logran lo que se proponen por falta de recursos pero, más que nada, por la marginación que sigue existiendo en ese país con determinadas capas y grupos sociales, étnicos o religiosos. Ghaywan siempre parece estar al borde de caer en un exceso de sentimentalismo –más propio del cine tradicional y comercial de la India–, pero logra frenar a tiempo, tratando de no extralimitarse en conseguir que el espectador sí o sí se emocione.
Si bien puede ser un tanto complejo para el público no conocedor del sistema de castas de la India entender bien todos sus detalles, las consecuencias son claras y evidentes. A la madre de Kumar le prohiben seguir haciendo su trabajo dando de comer a chicos de una escuela porque no quieren que sus manos toquen la comida, a Ali le hacen bullying en su trabajo discreta pero constantemente (en un partido de cricket entre India y Pakistán lo cargan y dicen que hincha por el país vecino, de mayoría musulmana) y cuando arranca el COVID se pueden imaginar qué lugar les toca dentro de las pocas opciones sanitarias que hay a disposición.
Dividido en etapas que van centrándose en distintos momentos en la vida de los amigos, HOMEBOUND no es una película sobre la pandemia pero explica cómo las diferencias sociales, étnicas y religiosas actuaron para dificultar las chances de unos priorizando las de otros. Es que, aunque la ley india prohíbe la discriminación por casta, la segregación persiste porque se apoya en costumbres, miedos y jerarquías muy arraigadas que no desaparecen con una norma. Durante la pandemia, estas desigualdades se multiplicaron: el miedo al contagio, la vulnerabilidad laboral y la distancia convertida en excusa no hicieron más que reforzar viejas barreras que la ley no logró desactivar. De eso va el film de Ghaywan: de la solidaridad entre los necesitados y los marginados del sistema. Es en esa lealtad donde el film encuentra su humanidad.



