
Estrenos online: crítica de «Las locuras», de Rodrigo García (Netflix)
Este film mexicano del realizador de origen colombiano narra seis historias conectadas entre sí y protagonizadas por mujeres intensas. Con Ilse Salas, Cassandra Ciangherotti y Natalia Solián. En Netflix.
A través de seis historias, ligera (o no tan ligeramente) conectadas entre sí, Rodrigo García intenta armar algo así como un paneo por las vidas de mujeres de distintas generaciones mexicanas en la actualidad, mujeres que –para citar otra película con similar visión temática– parecen estar al borde de un ataque de nervios. Con actuaciones contundentes de buena parte de su elenco, que integran muchas de las mejores actrices mexicanas de la actualidad, LAS LOCURAS logra ir más allá de un formato que por momentos resulta un tanto teatral para conectar con la intensidad y la tensión incorporada, por distintos motivos, en las vidas de sus protagonistas.
El eje que reúne a todas las historias es Renata, interpretada por Cassandra Ciangherotti en una tan convincente como demoledora actuación. La mujer está con arresto domiciliario por algún incidente que se revelará en su momento, pero lo que llama la atención de entrada es su intensidad, su nerviosismo y su verborragia constante, en plan conspiranoico. Uno no tarda mucho en notar que Renata es bipolar o sufre algún síndrome de este tipo y que está allí medicada y contenida, como una mujer salvaje a la que las rejas de la ventana la transforman en prisionera. De hecho, su padre –el actor chileno Alfredo Castro haciéndose unos tremendos líos con la mezcla de acentos– deja en claro que lo mejor es que no se mueva de ahí. Y uno hasta podría pensar que algo de razón quizás tenga…

Las historias que van surgiendo se disparan desde allí. Naian González Norvind (NUEVO ORDEN) es Penélope, quien ve y habla con Renata desde la calle, sorprendida por su llamativa actitud frente a la ventana, y sigue rumbo a su trabajo: poner «punto final» a las vidas de animales que están al borde de la muerte. La eutanasia que tiene que afrontar junto a su colega (Raúl Briones) la angustiará especialmente, lo mismo que el sufrimiento ante la pérdida de su dueña, que la conecta con asuntos personales.
Una tercera historia, la de una mujer llamada Miranda (Ilse Salas) que viaja en taxi con su madre (Adriana Barraza) tras una operación de la señora, se conectará sobre el final con la de Renata de una manera sorpresiva, lo mismo que la cuarta, que se ocupa de la densa vida personal y familiar de su psiquiatra, Irlanda (Angeles Cruz), una mujer con una dura historia que se revela en una más que complicada reunión con su familia.
La siguiente tendrá lugar en una clase de teatro/danza donde las situaciones que se viven empiezan a acercarse peligrosamente al abuso, o al menos así lo vive Soledad (Natalia Solián, de OCA, actualmente en cartel en Argentina), la hermana de Renata, cuando tiene que lidiar con un compañero varón un tanto desinhibido. Y la que cierra el pack regresa a Renata ya que la conecta con Serena (Fernanda Castillo), una poderosa empresaria que llega a la casa en la que está detenida con intenciones de comprarla y se topa con, bueno, la cambiante y sorprendentemente versátil mujer.

Más allá de cierto regusto en presentarse como un film para el lucimiento de sus actrices protagonistas –el film es eso y no tiene empacho en mostrarse como tal–, LAS LOCURAS logra cubrir un, digamos, «amplio espectro» de vivencias femeninas conectadas con la contemporaneidad, en especial las que llevan a pensar (a algunos hombres) eso que da título a la película, que las mujeres responden de manera emocional, hormonal si se quiere, a las cosas y no de un modo supuestamente calibrado y racional. Ese tema aparecerá más de una vez a lo largo de una película que presenta distintos personajes y formas en las que esas temáticas pueden jugarse sin dar cátedra ni sentenciar nada al respecto.
Sí, hay intensidad, parece decir García en el film, pero una intensidad que tiene que ver con acercarse de manera directa y frontal a los hechos, dejando que las emociones y tensiones invadan más allá de lo que es conveniente en cada caso. Las protagonistas actúan, ante determinadas circunstancias, de una manera que las pone en riesgo –sea enredándose en una situación sexual incómoda, quebrándose en una instancia dramática o mandando al diablo a toda su familia, entre otras singulares opciones–, pero la película de alguna manera busca celebrar algo así como su autenticidad. En ese sentido, Renata, con su comportamiento lúcido, inteligente y border a la vez, representa a la perfección esa búsqueda.



