
Estrenos online: crítica de «Sin cortes con Ed Sheeran» («One Shot with Ed Sheeran»), de Philip Barantini (Netflix)
Este especial de una hora presenta un recorrido musical del cantante británico en tiempo real por Nueva York en una sola toma, con mini-shows, sorpresas y sin cortes visibles. Desde el 21 de noviembre, en Netflix.
Hay varias maneras de acercarse a SIN CORTES CON ED SHEERAN. Estarán los fans del músico inglés, que querrán verlo interpretar sus canciones en un formato y esquema inusual. Y estarán los que –como es mi caso– no somos particularmente conocedores de la obra del pelirrojo cantante y nos genera más curiosidad ver y analizar la resolución técnica del desafío planteado. El asunto es así: Sheeran se ha unido acá al equipo creativo de la serie ADOLESCENCIA pero no para hacer un serio y profundo drama (nada más lejano a eso puede provenir del siempre sonriente muchacho) sino para utilizar los mecanismos narrativos con los que Philip Barantini y su equipo de camarógrafos sorprendió y maravilló en aquella serie. Me refiero al plano continuo, secuencia, una sola toma, one shot o como lo quieran llamar.
¿Qué es lo que Sheeran y Barantini hicieron con eso? Imaginen una mezcla de CARPOOL KARAOKE y BIRDMAN, aunque con un tono festivo mucho más cercano al primero que al dramón existencial del segundo. Como en la película de Alejandro González Iñárritu, la acción comienza a la tarde en un teatro de Broadway en el que Sheeran ensaya para un show que se hará esa misma noche y de ahí en adelante la cámara lo sigue –en continuado, sin cortes o al menos sin ninguno visible y evidente– a lo largo de una serie de postas y situaciones diversas en Manhattan durante un poco menos de una hora. Si no hay cortes, entendemos que el tiempo que dura la película es lo que dura el tour neoyorquino del artista.
Sheeran, un músico que se hizo a la antigua, tocando y cantando por dinero en las calles y en los transportes públicos, está especialmente dotado para atravesar cualquier circunstancia y contratiempo que pueda surgir de este formato. El tipo carga con su guitarra, se sube a un taxi y va a cumplir su primera «misión» –cantar en vivo para un fan durante la propuesta matrimonial que le hará a su novia sobre el High Line–, para luego seguir en otras situaciones, muchas prearmadas y algunas quizás no tanto, cantando, tocando la guitarra, haciendo mini-shows, saludando gente, posando para selfies y algunas otras sorpresas (e invitados) que no develaremos.

ONE SHOT WITH ED SHEERAN es un poco un tour por Manhattan –la ciudad brilla y parece el más amable de los lugares–, otro tanto un simpático ejercicio de promoción para acompañar el lanzamiento de un álbum y otro, un desafío tecnológico-artístico. Ayuda mucho la predisposición, simpatía y aparente accesibilidad del músico, que canta, corre, saluda, va y viene forzado a veces por los tiempos de la cámara o de la organización del evento sin perder la sonrisa ni la capacidad de cantar aún transpirando y sin casi aire. En ese sentido, Manhattan parece un decorado de sí misma y la estructura del asunto remite a segmentos similares hechos en talk shows televisivos internacionales.
De la música no tengo demasiado para decir –en sus versiones acústicas o con sonidos que va loopeando en vivo todo me suena demasiado parecido entre sí, pero admito que tengo poco Sheeran en sangre–, por lo que el interés se va corriendo hacia lo formal. Es imposible no ver este tipo de formato sin estar pendiente de cómo se hizo, qué trucos hay, cómo se lidia con las calles, con el tráfico, con los fans, etcétera. ¿Será ese un camarógrafo? ¿Aquel uno de seguridad? ¿Estará cortada la calle, planificado tal o cual encuentro? ¿Será ese un fan real o un extra? ¿Habrá algún corte escondido? Salvo por un pequeño «problema» que surge en un momento (ya lo verán), todo fluye con sorprendente naturalidad, con la cámara siguiéndolo primero de una manera más o menos tradicional, mientras camina o se sube a un transporte, pero luego tomando más riesgos, muchos de los cuales incluyen los ya comentados drones utilizados en ADOLESCENCIA.
Desconozco si esta propuesta fue un evento ocasional solo para Sheeran o si Barantini y equipo planean venderlo como un formato para shows de artistas varios, como pueden serlo el Tiny Desk, los Take-Away Shows o el propio Carpool Karaoke y derivados. No me extrañaría que sea algo así y que se vayan moviendo por distintas ciudades hasta con la colaboración de municipios interesados en la combinación de turismo y celebridades. En esta primera o única emisión da la impresión de ser un formato curioso, simpático,aunque arriesgado, que pone en primer plano la capacidad resolutiva de los técnicos, la buena planificación de un equipo y la predisposición (y el talento) de un artista para hacer lo suyo en cualquier tipo de condición y circunstancia.



