Series: reseña de «Los abandonados» («The Abandons»), de Kurt Sutter (Netflix)

Series: reseña de «Los abandonados» («The Abandons»), de Kurt Sutter (Netflix)

Un western liderado por dos poderosas matriarcas en el que se enfrentan lealtades, tierras y venganzas. Con Gillian Anderson y Lena Headey. Disponible en Netflix.

En medio de un modesto pero igualmente valioso regreso del western gracias a las plataformas de streaming aparece THE ABANDONS, uno de los proyectos más ambiciosos de Netflix, creado por el responsable de SONS OF ANARCHY y protagonizado por dos grandes damas de eso que solíamos llamar «la pantalla chica»: Gillian Anderson (THE X-FILES) y Lena Headey (GAME OF THRONES). Con tanto nombre rutilante por detrás uno esperaría encontrarse con uno de los grandes estrenos del año, pero la serie no está a la altura de las expectativas, quedando como un curioso encastre de thriller y algo parecido a una telenovela familiar.

Lo más llamativo, si se quiere, del caso, es que se trata de un western cuyos personajes centrales y las que lideran el conflicto son mujeres, algo por lo menos inusual en un género que las tuvo –no siempre, pero la gran mayoría de las veces– como personajes secundarios o de apoyo. Acá, Anderson y Headey son dos mujeres muy distintas que están enfrentadas entre sí. La primera, algo así como «la dueña del pueblo», una mujer que controla casi todo en Angel’s Ridge, Oregon, circa 1850. La segunda, una mujer sufrida y luchadora que vive con cuatro hijos adoptivos que le dan título a la serie, ya que ella los fue recogiendo de distintas situaciones de abandono. Entre ambas, cuando empieza la serie, ya existe un conflicto que aquí explotará.

Fiona Nolan (Headey) es una viuda de origen irlandés vive con sus hijos adoptivos en las afueras del pueblo, en una zona rica en plata. A ese material precioso quiere acceder Constance Van Ness (Anderson), pero Fiona no quiere saber nada con vender ni ningún otro negocio. Y eso lleva a que una noche, misteriosamente, haya un ataque a los terrenos de Fiona que afecta especialmente a su ganado y que termina muy mal. A partir de allí se presenta la batalla. Fiona tiene de su lado a sus cuatro hijos adoptivos adultos: Elias (Nick Robinson), Dahlia (Diana Silvers), Albert Mason (Lamar Johnson) y Lilla Belle (Natalia del Riego), y a un par de familias vecinas que los apoyan. Van Ness tiene a sus tres hijos: Willem (Toby Henderson), Garret (Lucas Till) y Trisha (Aisling Franciosi), y a varios empleados, antiguos y recientes, que trabajan para ella en lo que sea. Legal o ilegal.

Todo se complicará más cuando un borracho Willem intente violar a Dahlia y entre la chica y Fiona terminen matándolo, con los vecinos como testigos del hecho. Para evitar una masacre familiar no les quedará otra que ocultar el cadáver, pero Constance duda y manda a investigarlos. Y el primer episodio se ocupa más que nada de estas dos situaciones y prepara al espectador para lo que se viene: una larga y complicada serie de violentos enfrentamientos entre ambos grupos. Por el modelo narrativo que tiene de la serie –que parece venir de la antigua televisión en la que se crió el veterano Sutter, guionista de THE SHIELD–, cada episodio incluye un nuevo conflicto y una nueva situación que se va conectando y agrandando la pelea entre ambas familias. En medio de todo eso vale mencionar que Elias y Trisha se miran con buenos ojos, lo cual podría llevar todo a un territorio propio de ROMEO Y JULIETA.

Lo que en los papeles podría verse como una noble y a la vez moderna combinación de western de enfrentamiento clásico con un drama familiar liderado por mujeres de personalidad fuerte se va desdibujando por culpa de una construcción narrativa demasiado episódica, diálogos explicativos o solemnes, y hasta un cierto descuido en los detalles que llama la atención. Recae en los hombros de las dos divas llevar la serie adelante y lo hacen lo mejor que pueden, lidiando con cambiantes acentos, personalidades muy sencillamente definidas (en resumen, Fiona es buena y Constance, muy mala) y con un conflicto al que no le faltan sorpresas (en el Episodio 2 hay una muy llamativa) pero tampoco le sobra creatividad.

Se trata, además, de una serie problemática por el detrás de escena, ya que Sutter la «abandonó» por la mitad de su rodaje, allá por 2023, aparentemente por disidencias con Netflix acerca de cómo llevar la historia. Fue así que los originales diez episodios se transformaron en siete, que no son tampoco muy largos (varios rondan los 40 minutos), pero que se sienten un tanto abruptos en la manera en la que van y vienen entre situaciones. La serie es igualmente parsimoniosa en su desarrollo (a ambas protagonistas les dan muchos textos para el lucimiento personal) pero cuando pasa a la acción lo hace rápidamente y de una forma un tanto brusca. Hay una lectura posible para hacer sobre su trama –ligada al control político y económico de unos pocos, y al desprecio hacia los indígenas o latinos–, pero la serie no va a fondo con eso. De hecho, mayor atención se le presta al costado religioso, que es importante para la devota Fiona y que le funciona como faro moral. O, al menos, debería hacerlo…

Se trata de un western que no modernizará el género y que, más allá de tener como protagonistas a dos mujeres, no ofrece ningún ángulo novedoso u original, como lo hicieron en su momento GODLESS o la reciente AMERICAN PRIMEVAL. Da la impresión que el modelo a seguir se parece más al de las series derivadas de YELLOWSTONE (como 1883), con su combo de acción y drama familiar de personajes intensos y emociones fuertes. Pero Sutter no se maneja demasiado bien en ese territorio que tan claro tiene Taylor Sheridan. O quizás sí sabía qué hacer, pero no logró convencer a Netflix para que lo deje en paz. Y así, lo que quedó es un producto apenas aceptable y medianamente entretenido que no pasará a la historia de las plataformas más que como una oportunidad perdida.