Festival de Mar del Plata: Hong Sang-soo, Sion Sono y Tsai Ming-liang

Festival de Mar del Plata: Hong Sang-soo, Sion Sono y Tsai Ming-liang

por - Críticas
26 Nov, 2012 12:59 | 1 comentario

Mis últimas películas en el Festival de Mar del Plata fueron las mejores de las que vi ahí, in situ, sin contar las que había visto antes. Muy diferentes entre sí, LIST, el corto de 29 minutos del realizador coreano de OKI’ MOVIE, Hong Sang-soo, y el melodrama THE LAND OF HOPE, de Sion Sono, el […]

Mis últimas películas en el Festival de Mar del Plata fueron las mejores de las que vi ahí, in situ, sin contar las que había visto antes. Muy diferentes entre sí, LIST, el corto de 29 minutos del realizador coreano de OKI’ MOVIE, Hong Sang-soo, y el melodrama THE LAND OF HOPE, de Sion Sono, el director japonés de SUICIDE CLUB, tienen sin embargo algo en común: son películas accesibles, no requieren de una especialización en el cine asiático ni se trata de esas películas que habitualmente dividen a los críticos y a buena parte de la audiencia. LIST es una comedia en la que la gente se ríe y mucho (la vi en una sala llena y todo tipo de público la disfrutaba). THE LAND OF HOPE es un melodrama lacrimógeno y solo hacía falta mirar a los espectadores para ver lágrimas, pañuelos y llantos a pleno.

¿Por qué considero a esto importante o al menos llamativo? Existe la idea -prejuicio acaso- de que a los críticos nos gustan películas que son casi siempre sólo placeres personales y que casi disfrutamos cuando el espectador común se fastidia, enfada o se va. Siguiendo esa idea, estarían los críticos que nos lamentamos que eso suceda (amaríamos que compartieran nuestros gustos «solitarios») y los que encontrarían una reivindicación para su elevado gusto en el fastidio de los demás.

Yo sentí este fin de semana el enorme placer de ver que dos de mis cineastas favoritos, habitualmente alejados del gran público, hacían reír y llorar a la muy heterodoxa platea marplatense. Disfruté muchísimo dándome cuenta que no sólo disfrutamos en paralelo cuando nos gusta Spielberg o Scorsese, sino que -es cierto, un poco ayudados por estas específicas propuestas- todos disfrutábamos de las películas por igual.

LIST es una joyita que casi no tuvo difusión internacional. Es una especie de conector/precuela a lo que es el arranque de IN ANOTHER COUNTRY, la película que Hong hizo con Isabelle Huppert y que compitió en el pasado Festival de Cannes. Aquel filme arranca con una guionista pensando ideas para una película y luego arranca la película de Huppert en sí. Aquí es ese mismo personaje el que escribe una lista de las doce cosas que quiere hacer durante ese día en un lugar de vacaciones en el que está con su madre. A lo largo del corto filme se toparán con un clásico personaje de Hong: el director de cine que fue exitoso y que, con algún problema personal (en este caso un divorcio), anda dando vueltas, escribiendo, buscando ideas o simplemente emborrachándose.

Hija, madre y cineasta conversan, van a comer, a pasear y el ya un poco borracho director invita a salir a la chica delante de la madre, que está a favor del encuentro ya que quiere casar a la muchacha, soltera y treintañera. En el interín de ese inicio de relación amorosa con madre incluida iremos viendo que esa lista de doce pasos va, a su manera, siendo cumplida. Cómo es que las dos cosas terminan por conectarse es el secreto encanto de la resolución de esta película luminosa, cálida y generosa que, por motivos que desconozco, jamás se había dado fuera de un pequeño festival coreano de 2011.

Párrafo aparte merece la lista en sí, que no la pude encontrar online y que el programador del festival, Marcelo Alderete, coreano honorario luego de haber traído un gran ciclo de filmes de ese país al festival, me prometió pasar. Son doce ítems que son, en sí mismos, una bellísima y tierna poesía sobre la vida de una mujer, la familia, el amor y la importancia de lavarse bien los dientes.

Los que esperan sangre, violencia, acción y/o terror pueden pasar de largo THE LAND OF HOPE, la nueva película de Sono Sion. Si bien un clima de horror atraviesa a un filme que tiene lugar en un pueblo que está sufriendo las consecuencias de la radiación producto de la explosión de una planta nuclear, el tono es decididamente dramático (más bien, melodramático) en tanto cuenta las historias de dos familias y lo que les toca hacer en esas circunstancias.

La principal es una familia que queda fuera de la zona de evacuación por unos pocos metros. Mientras los 20 kilómetros de exclusión por radiación implican la evacuación de sus vecinos de enfrente, ellos supuestamente están a salvo. Pero no creen que sea así y el padre de familia (los otros son su esposa con Alzheimer, su hijo y la mujer de éste) le pide a los jóvenes que se vayan. Ellos, a su vez, quieren que los padres hagan lo mismo, pero el tozudo hombre se rehúsa y la mujer no entiende mucho lo que está pasando.

A lo largo de poco más de dos horas veremos desplazamientos, separaciones, desolación, la destrucción dejadas por el terremoto, el tsunami y la explosión de la central nuclear, mientras nos enteramos que la mujer tendrá un bebé y que quiere hacer lo imposible para que no le afecte la radiación. Si bien a la primera mitad le sobran unos minutos (la película dura 133 y podría funcionar mejor con unos 15/20 menos), de a poco las opciones se van volviendo más pequeñas y la desolación más grande.

Los ancianos, verdaderos protagonistas del filme, no quieren salir de allí pese a los pedidos de todos, tomando la decisión, prácticamente, de inmolarse en la casa familiar y ancestral, ya que los niveles de radiación allí son cada vez más fuertes. Pero entre la dignidad del anciano y la simpática ignorancia de la mujer, a la que no le importa salir a pasear y bailar en medio de la destrucción, la desolación y, sobre todo, la radiación, esa historia de amor y devoción se vuelve el emotivo corazón de la película.

Hay otros personajes e historias secundarias, pero esta familia en la que se mezcla el pasado, el presente y el futuro de un Japón devastado por una tragedia de enormes proporciones que el filme  muestra solo parcialmente es la que generará emociones «spielberguianas» en un filme duro, noble, generoso y sobre todo, muy emocionante.

WALKER, de Tsai Ming-liang, está más cerca de los cánones del cine de autor contemplativo que no siempre es acompañado por los grandes públicos. Pero este filme, de extraordinaria composición y belleza visual, marca lo que parece ser un retorno a la buena senda de parte de un director que había perdido el rumbo últimamente. WALKER dura 26 minutos está compuesta de unos 15 planos en los que se ve a un hombre vestido con una túnica roja caminar extremadamente despacio por medio de una ciudad colmada de gente que, suponemos, es Hong Kong.

En la película no se explica, pero uno imagina que camina así por decisión «religiosa» más que por dificultades motrices, y el filme toma su lentísima caminata para contrastarla con la locura y el nervio de la vida cotidiana en la ciudad, en la que la gente, los autos, las publicidades, los ruidos y la música se tapan unos a otros en una sinfonía de caos que no parece afectar a nuestro dedicado y lentísimo caminante. Si bien la «metáfora» sobre la que se apoya el filme puede ser un poco obvia, la belleza de los planos atrapan la atención gracias a todas las contradicciones que muestran.