Berlinale 2016: «Midnight Special», de Jeff Nichols

Berlinale 2016: «Midnight Special», de Jeff Nichols

por - Críticas
13 Feb, 2016 10:09 | comentarios

A lo largo de una carrera que ya se extiende por cuatro filmes, a los 37 años Jeff Nichols se escapa finalmente de los parámetros previsibles para entregar una obra curiosa e inusual, que empieza teniendo mucho que ver con su cine previo (especialmente con TAKE SHELTER) para luego entrar en territorios definitivamente de ciencia […]

midnight posterA lo largo de una carrera que ya se extiende por cuatro filmes, a los 37 años Jeff Nichols se escapa finalmente de los parámetros previsibles para entregar una obra curiosa e inusual, que empieza teniendo mucho que ver con su cine previo (especialmente con TAKE SHELTER) para luego entrar en territorios definitivamente de ciencia ficción, más cercanos al cine de Steven Spielberg, John Carpenter y hasta M. Night Shyamalan que lo que uno esperaría del autor de MUD. Los resultados, finalmente, no son del todo convincentes, pero el viaje en el que nos lleva Nichols bien vale la pena ser tomado, más allá de que su talento para el cine fantástico, acaso, no esté del todo a la altura de sus ambiciones.

Lo que sucede aquí tiene elementos de películas de Spielberg como E.T. o ENCUENTRO CERCANOS DEL TERCER TIPO y hasta del STARMAN, de John Carpenter, pero pasado por la sensibilidad un tanto más realista del realizador nacido en Arkansas. Es la historia de un niño que parece tener poderes especiales y que es «secuestrado» por un hombre, quien lo saca de una secta en la que es tomado como una suerte de oráculo y enviado del más allá. El chico, Alton, no hay dudas, es bastante especial, y a su búsqueda parten no sólo los de la secta sino el FBI y otros organismos estatales.

midnight-special-movie-review-berlinEl hombre que lo «secuestra», sabemos de entrada, no es otro que Roy, su padre biológico (Michael Shannon), ayudado por un amigo (Joel Edgerton). Roy y su es exposa Sarah (Kirsten Dunst) pertenecían a esta secta pero decidieron dar por terminada su conexión a ella y a su severo y extraño lider (Sam Shepard) para llevarse al chico de sus «garras». Y Alton, realmente, algún tipo de poder tiene. No develaremos sorpresas, pero es evidente que su lugar de «deidad» en ese grupo no era porque sí. Y muchas de esas «visiones» son las que llevan al FBI y a la NSA a interesarse en él y a perseguirlo. Durante buena parte de su metraje, MIDNIGHT SPECIAL contará la persecución del chico por parte de las autoridades y de miembros del culto, mientras que un especialista de la NSA (interpretado, con curiosos ecos de su personaje en STAR WARS, por Adam Driver) quiere saber más cuáles son las «capacidades especiales» de este niño que parece saber más cosas de las que debería.

Alton tiene ataques raros, habla en lenguas, tiene visiones, no puede ver la luz del día y tiene los ojos cubiertos permanentemente por motivos que se revelarán luego. No conviene contar mucho más pero la película se va convirtiendo en una persecución tipo road movie con evidentes elementos sobrenaturales que se expandirán más y más hacia el final llegando a una conclusión digna del Spielberg de los ’70 o, digamos, del SUPER 8, de J.J. Abrams. El problema es que Nichols –que ya había coqueteado con esas zonas apocalípticas y/o sobrenaturales en TAKE SHELTER— no se maneja tan bien como sus referentes en esos universos, y la película hace agua cuando más «ciencia ficción» se pone.

MIDNIGHT SPECIALEs por eso que el disfrute o rechazo de la última media hora del filme tendrá que ver con hasta dónde el espectador está dispuesto a seguir en la ruta emprendida por el guión de MIDNIGHT SPECIAL. Uno tiene la sensación de que Nichols tiene una gran habilidad para contar la partte realista/policíaca del filme pero que flaquea cuando entra a jugar lo sobrenatural, generando hasta alguna risa involuntaria en su intento de llevar la trama hacia zonas impensadas. Pero el problema no es de guión sino de estilo, de puesta en escena: conjugar realismo con situaciones propias del cine más fantástico es algo que muy pocos –Spielberg, Carpenter, el primer Shyamalan y no muchos más– saben manejar a la perfección. A Nichols el asunto se le va un poco de las manos, pero no lo suficiente como para que la película pierda su atractivo.

Algunas de las «visiones» que aparecen sobre el final seguramente dejarán a más de un espectador pensando si el director enloqueció o algo similar. Suponemos que no y que sigue siendo el mismo inteligente, audaz y creativo cineasta que fue siempre. Solo que esta vez quiso dar un paso más allá en su búsqueda místico/espiritual y los resultados son un tanto discutibles. O, al menos, nos obligan a pensar más de una vez la película que hemos visto. Y eso, después de todo, no está nada mal.