TV: «Girls» (Temporada 5) y «Broad City» (Temporada 3)

TV: «Girls» (Temporada 5) y «Broad City» (Temporada 3)

por - Series
29 Abr, 2016 10:35 | 1 comentario

Las coincidencias entre ambas series son más del orden geográfico, generacional y de género (las 3G) que de formato. Ahí donde GIRLS apunta cada vez más hacia la comedia dramática –o, casi, el drama con algunos toques cómicos–, BROAD CITY se juega directamente, lanzada, hacia la comedia más absurda, pura y dura. Si bien no […]

girlsbroadcityLas coincidencias entre ambas series son más del orden geográfico, generacional y de género (las 3G) que de formato. Ahí donde GIRLS apunta cada vez más hacia la comedia dramática –o, casi, el drama con algunos toques cómicos–, BROAD CITY se juega directamente, lanzada, hacia la comedia más absurda, pura y dura. Si bien no hay grandes diferencias generacionales entre unas y otras, las cuatro protagonistas de la serie de Lena Dunham parecen más ocupadas y preocupadas por mantener sus relaciones y conseguir trabajo que las anárquicas Abbi e Ilana, quienes no parecen poder ni querer sostener nada, estabilizar nada, respetar nada.

En cierto sentido, GIRLS se ha convertido en una serie adulta. Quizás por la propia naturaleza de su creadora, quizás por el aporte más clásico de Judd Apatow –cuyas comedias siempre derivan hacia zonas dramáticas–, lo cierto es que la serie funciona mejor cuando se toma en serio que cuando quiere volver a sus orígenes cómicos. Sus personajes se han vuelto tan confusos, necesitados y en ciertos momentos insoportables que resultan más entendibles en un contexto realista que cuando apuestan al humor puro. El episodio 8 –una apuesta más directa al humor– lo revela claramente: resulta difícil reírse cuando los personajes son tan irritantes. Nos gana el fastidio.

girls5Pero GIRLS rebota y funciona mejor –en su caso, no es así con todas las comedias dramáticas– cuando se toma en serio a sí misma. Es allí donde los traumas, disfunciones y peculiaridades de sus cuatro protagonistas nos resultan humanas y comprensibles. Allí es donde podemos entender porqué se equivocan tanto, todo el tiempo. Es jugado por parte de Dunham seguir apostando a que los personajes de su serie –especialmente, el de ella, Hannah Horvath– nunca terminen por crecer y siempre repitan los vicios más irritantes de sus personalidades. El proceso de identificación entre espectador y personaje se mantiene a distancia prudencial y eso es un riesgo comercial. Pero también puede reflejar otra verdad: que uno se reconozca en esos gestos y actitudes, por más egoístas e innobles que puedan parecer.

Lo que le falta a la serie –salvo en determinados momentos– es inventiva visual. Dunham, Apatow y compañía son más guionistas que directores y la apuesta por reducir casi todo a lo verbal termina jugándole en contra a GIRLS, achatándola estéticamente, convirtiéndola en otra serie de tono «indie» visualmene indistinguible de casi todas las otras. Tiene una especie de genérico look Sundance, de estilizado pseudorealismo, que ya se ha usado hasta el cansancio. Pero es el universo en el que se mueve Dunham y seguramente los espectadores de esta serie que muchos odiamos amar, que por momentos nos repele pero que es inevitable, como mirar un choque de trenes.

broadcityEl caso de BROAD CITY, pese a compartir las citadas 3G con GIRLS, es muy diferente. Con cada episodio que pasa, la serie se va alejando más y más de la realidad, encerrándose en el mundo privado de las protagonistas, una especie de dúo cómico perfecto a la manera de los clásicos el Gordo y el Flaco o Abbott y Costello (sí, me voy bien lejos en el tiempo). Esa química entre la más tímida y responsable Abbi y la desaforada y eléctrica Ilana funciona a la perfección y la serie no hace más que apostar a ir por más en ese recorrido.

Si bien es cierto que el mundo que habitan es «realista» (una New York de calles, personas, bares y aromas reconocibles) sus andanzas cómicas pertenecen directamente el universo del género, lo que las acerca más a una zona más «seinfeldiana» del humor neoyorquino, donde los enredos absurdos y caprichosos se mezclan con la comedia física sin casi nunca caer en situaciones dramáticas. El doble episodio de cierre de temporada (que transcurre antes y durante un vuelo a Israel en una especie de charter para armar parejas judías) es puro absurdo y comedia de golpes, caídas y choques, con la búsqueda de un tampón como objetivo central. La apuesta no es transformar a la serie en una experiencia de crecimiento sino en una de disfrute.

broad-city-still1Si hay algo que transmite la serie es alegría, una especie de fervor por llevarse puesto todo lo que se tiene por delante que es contagioso. Si en las primeras temporadas uno podía irritarse con algunas actitudes de los personajes (especialmente esa bomba de energía desatada que es Ilana Glazer), ahora BROAD CITY ya pasó a manejarse por fuera de cualquier tipo de realismo psicológico y es imposible analizar a los personajes bajo esas limitaciones. Ilana puede decir o hacer barbaridades en su intento por ser todas las cosas a la vez (negra, latina, judía, queen) pero nadie puede ofenderse o molestarse: el personaje cómico está creado y establecido… y funciona a la perfección. Abbi Jacobson es, en ese sentido, la representante del espectador más tradicional: puede irritarse con los desastres que hace su amiga pero el cariño que le tiene supera cualquier incomodidad. Y lo mismo nos pasa a nosotros: la serie es una celebración de la amistad, de ser jóvenes en Nueva York y hacer lo posible por pasarlo bien; y esa actitud ante la vida es tremendamente contagiosa.

Sería ideal que las productoras de ambas series (que van por distintos canales) se pusieran de acuerdo y las cruzaran en algún Episodio Especial, a la manera de las películas de superhéroes, pero con chicas judías de Nueva York… Lena Dunham tendrá toda la prensa, pero estoy seguro que ese Looney Tunes de la vida real que es Ilana Glazer la aniquilaría en cinco minutos con sus superpoderes marca Acme.