BAFICI 2018: críticas de la Competencia Latinoamericana y de Derechos Humanos

BAFICI 2018: críticas de la Competencia Latinoamericana y de Derechos Humanos

por - cine, Críticas, Festivales
16 Abr, 2018 10:01 | Sin comentarios

Aquí las dos competencias restantes del festival porteño. Una dedicada al cine de este continente y otra centrada en películas con temáticas sociales y políticas. Pasen y lean.

COMPETENCIA LATINOAMERICANA

TITO, de Esteban Trivisonno (6)

Este filme cuenta en plan falso y humorístico documental la historia de Tito Gómez, un reconocido actor rosarino al que hemos visto en muchas de las películas de Gustavo Postiglione, incluyendo EL ASADITO. Pero no se trata de un documental convencional sobre este personaje y personalidad del ambiente actoral rosarino. Lo que hace Trivisonno es mostrar una suerte de detrás de escena que cuenta la historia de un grupo de estudiantes universitarios que van a hacer un documental sobre el famoso Tito para encontrarse con que el hombre es un personaje un tanto siniestro que se los lleva de las narices y termina armando ese «documental» para que lo muestre tal como él quiere ser visto.

La idea es buena y algunas de las situaciones (y «testimonios») a las que Tito va llevando a los «directores» de ese documental son muy divertidas en una película que va derivando cada vez más hacia la ficción. El problema, por momentos, es que las actuaciones del elenco no son particularmente convincentes (lo cual es una complicación a la hora de intentar al menos jugar con la idea de que esto podría ser un documental) y que una vez que ya está planteada la propuesta y entendido «el chiste» la película corre el rieso de agotarse rápidamente. Por suerte una vuelta de tuerca de orden casi policial/gangsteril sobre el final le da al filme el suficiente aire como para llegar más que dignamente a la meta.

 

LA DIRECTIVA, de Lorena Giachino (7)

La rutinaria, mecanizada y un tanto antigua tarea de una comisión directiva, al menos tal como la maneja la Federación de Arbitros de Fútbol Amateur de Chile, genera una suerte de simpática nostalgia. A lo largo de este filme observamos unas elecciones y la asunción de un nuevo presidente que, como todos los elegidos, promete mejorar la institución y cambiarlo todo. Los meses pasan y esos cambios aparentan ser más cosméticos que otra cosa: ordenar papeles en un cuarto, entregar unos diplomas, cantar himnos patrios antes de las asambles o abrir una nueva cuenta de email. Son trabajos menores, si se quiere, pero hechos con una dignidad que por momentos conmueve.

Giachino encuentra en ese día a día de las actividades de una asociación que tiene poco o nada de dinero (es de fútbol amateur, no olvidemos) a un grupo de hombres en apariencia nobles (aunque se habla mucho de corrupción) dispuestos a sostener una tradición de casi cien años, aun cuando al profesionalizado deporte que juegan Alexis Sánchez, Claudio Bravo y Arturo Vidal lo tengan que ver por la tele como cualquiera de nosotros. Quizás al filme le falte una conexión mayor con el fútbol (salvo unas escenas al principio y algunas muy breves discusiones sobre la ley del offside no hay casi nada) ya que sin eso por momentos la federación casi que podría ser de cualquier cosa. Pero en las fotos, los posters, las estatuillas y la parafernalia parece sobrevivir el fútbol como si estuviéramos en la década del ’50. Solo que con email y un borroso Skype de vez en cuando.

 

LIMA EN LA PIEL, de María José Moreno (7)

Hace diez años, la realizadora peruano-holandesa Heddy Honigman hizo un documental llamado EL OLVIDO que bien puede verse como un anticipo, referencia y hasta «precuela» del de Moreno. Allí se retrataba la vida de varias personas de la capital peruana, en general marginales y olvidados que sobrevivían lo mejor que podían. Este filme –mucho más cuidado y bello en la realización, menos deudor de una estética y formato «militante»– se formula de una manera parecida: como un muestrario de vidas al margen. Solo que con una importante diferencia: todas sus protagonistas son mujeres.

Las vidas retratadas en este filme son la de una prostituta algo veterana, una pescadora que sobrevive como puede con sus hijos y una actriz, Carmen, que junto a su marido (el cuarto protagonista de esta historia) fueron y tratan de seguir siendo actores. Moreno va y viene entre sus historias, unas más duras que otras, sin buscar ningún tipo de miserabilismo latinoamericanista for export (o casi, la fotografía por momentos peca de un tanto preciosista) sino tratando de pintar las vidas en mayor o menor medida sufridas de estos personajes que circulan y atraviesan una ciudad populosa que la mayor parte de las veces los ignora.

 

COMPETENCIA DE DERECHOS HUMANOS

EL SILENCIO ES UN CUERPO QUE CAE, de Agustina Comedi (9)

Son tantas las grietas, las puertas (y ventanas) que se abren en este documental que al terminar uno tiene la sensación que ameritaba ser convertido en una serie o en una película el doble o triple de larga. Es que la opera prima de la cordobesa Comedi trabaja sobre demasiados temas fuertes, inquietantes, personales y emotivos que da la impresión que cada uno de ellos podría desarrollarse mucho más. Pero no es cuestión de quejarse por lo que falta sino celebrar lo que hay: EL SILENCIO ES UN CUERPO QUE CAE es una de las mejores películas de este BAFICI y una que ameritaba un lugar más visible en el festival, uno que diera pie a muchos más debates y discusiones que esta película generará. O debería hacerlo.

En principio se trata de un diario familiar. O, de alguna manera, de dos. Uno, de la directora, rememorando a su padre. El otro, de su propio padre, quien mientras vivió grabó muchísimo material en VHS (y algo en Súper 8 o eso parece) y dejó allí un esquivo retrato de su propia vida. Esquivo porque uno no tarda en saber que Jaime, el padre de la realizadora, fue gay y en un momento de su vida (a los 40 años) decidió casarse con una mujer, tener hijos y seguir manteniendo oculta/secreta su homosexualidad. Y sus videos, la mayoría de esta «nueva etapa», requieren de algún modo ser leídos en esa clave, con ese fundamental dato. Y que murió joven. Muy joven.

Para no spoilear lo que son una serie de sorpresas no daré muchos detalles de las continuas, duras y por lo general bastante tristes revelaciones sobre la historia de Jaime, que fue militante de izquierda en los ’70 y, al momento de morir, ostentaba una muy sólida posición económica, o al menos eso permite pensar la cantidad de viajes por el mundo que hacía en familia . Solo me parece importante destacar que la película transforma esa historia que en principio parece muy particular y propia en una exploración de algunos episodios quizás no del todo debatidos del pasado argentino de los ’70 a lo ’90.

La película abre muchas preguntas y no busca (ni lo intenta) cerrar todas. Hay una película sobre la homofobia de la militancia de izquierda en los ’70. Hay otra, tal vez más previsible, sobre las «vidas secretas» de muchos hombres de familia en el interior del país (y no solo ahí) a partir de la hipocresía de sociedades conservadoras y tradicionalistas. Hay una tercera en la que entra el sida y los cambios de vida que generó a partir de mediados de los ’80. Otra sobre los ’90 y el menemismo que casi ni se toca pero se advierte en los viajes familiares. Y otra, más sutil si se quiere, sobre el registro audiovisual que devela costados personales aún cuando aquel que filma pretenda ocultarlos. La mirada no miente y se posa donde se posa, donde la lleva el deseo y no siempre la burocracia de ese registro.

Usando entrevistas muy bien ensambladas con el material de archivo y una voz en off que cuenta y que reflexiona sobre esas otras historias que hay detrás de lo que aparece en primer plano, la película es también un sensible homenaje de la directora a su padre, un hombre que atravesó una época compleja y con un alto grado de hipocresía que, pese a lo que parece, sigue existiendo sin demasiadas diferencias hasta la actualidad.

 

EL HERMANO DE MIGUEL, de Mariano Minestrelli (6)

Esta investigación casi de tipo periodístico trata de descubrir qué sucedió con el personaje del título, Sergio Dicovsky, cuyo hermano sigue sin respuestas a más de 40 años de su desaparición. Sergio (o Gustavo, o los diversos nombres de guerra que usaba en el ERP) fue parte del secuestro y asesinato de un coronel en 1974, tuvo un enfrentamiento con las fuerzas policiales y no se supo más nada de él. No es fácil catalogarlo entre los desaparecidos luego del comienzo de la dictadura ni ubicarlo en centros de detención que permitan incluirlo en las causas que se abren en cada caso. Y nadie parece saber qué sucedió: ¿lo mataron ahí? ¿lo «chuparon»? ¿qué pasó con él?

Si bien hay muchos casos (30 mil, digamos) que podrían ameritar una película, el caso de Sergio es curioso por ser previo a 1976, época en la que por lo general los guerrilleros que eran detenidos muchas veces entraban en un sistema carcelario más legal y un tanto (apenas) menos oscuro y brutal que el que vino después. La película tiene un espíritu, si se quiere, detectivesco, pero el problema por momentos es que es un tanto periodística a la hora de acumular testimonios que aportan datos (o no) en un formato casi de programa televisivo de investigación. «Acá estamos en Comodoro Py, sede de…», etc, etc.

Pero la película crece mucho en algunas escenas, como una charla por Skype de Miguel y la que fue mujer de su hermano, y en el tenso pero finalmente amable encuentro de él con la hija del Coronel asesinado. Otro elemento interesante es que Miguel, a quien se ve en las marchas pidiendo Memoria, Verdad y Justicia tampoco intenta justificar lo que hizo –o parece haber hecho– su hermano, quien parece haber sido quien liquidó al coronel en cuestión. Pero quiere saber qué pasó con él y ese derecho se lo vienen negando hace más de 40 años.

 

EL ENTUSIASMO, de Luis E. Herrero (5)

Este recorrido por los años ’80 del regreso de la democracia en España es un patchwork no particularmente muy creativo desde la puesta en escena (la música es, ay, irritante) de material de archivo acerca de las luchas sindicales externas e internas que tuvieron lugar en esa época de reanudación democrática allí. Los gremios, de distintas procedencias geográficas y políticas, son el eje narrativo central, pero el filme también toca asuntos como la movida cultural, sexual y musical que tuvieron lugar en ese país post Franco.

La película, sin embargo, se organiza de una manera un tanto atronadora, sumando discursos y entrevistas y más discursos y más entrevistas al punto que cualquier espectador que no tenga un buen conocimiento sobre las internas gremiales de España en esa época terminará un tanto agotado. Pero bueno, es premiere mundial local y eso justifica todo. De todos modos, como recuperación de material de archivo, es valioso. Y también como reflejo de una sociedad que tanto entoncs como ahora atraviesa severas divisiones.

 

UNAS PREGUNTAS, de Kristina Konrad (7)

Este ambicioso documental de cuatro horas que fue presentado en el reciente festival de Berlin recupera un material que había quedado perdido y archivado: la investigación que la directora alemana había hecho en Uruguay en 1989 cuando se iba a realizar el referendum para confirmar o no la amnistía que el Parlamento uruguayo había dado unos años antes a los militares por sus crímenes durante la dictadura.

Lo que hizo Konrad con su cámara y su pequeño equipo fue ir parando a personas por las calles, en bares, ferias y plazas de varias ciudades uruguayas preguntándoles qué opinaban del referendum y dándoles el micrófono para que expresaran sus opiniones políticas, entre los críticos más acérrimos de la dictadura, sus defensores o los que preferían hacer «borrón y cuenta nueva». A lo largo del filme escuchamos a varias decenas de personas decir lo que piensan sobre el tema y si bien la estructura puede volverse un tanto repetitiva y monótona es fascinante escuchar cómo entonces se reflexionaba sobre esos temas. Para los que no recuerdan cómo terminó ese referendum, dejaré la respuesta en suspenso. Quizás le agregue un elemento de intriga más a este muy buen retrato de la América Latina de esa época, con todas sus contradicciones. Distintas, pero no tanto, a las de ahora.

 

FAIL TO APPEAR, de Antoine Bourges (7)

Si uno no reconoce a su actriz protagónica tranquilamente podría pensar que está ante un documental, tal es el grado de realismo cotidiano que transmite este filme. De hecho, es más que evidente que un par de actores están insertados en lo que parece ser un lugar real. Aquí, Deragh Campell encarna a una novata, amable pero nerviosa trabajadora social que tiene que ocuparse de un ladrón de poca monta pero un tanto extraño que está por ser llevado a juicio. El problema es que no tiene muchos elementos para hacerlo más que su buena voluntad.

En su primera mitad el filme se ocupa, de una manera que recuerda a los documentales observacionales de Frederick Wiseman, de mostrar cómo funciona el sistema, la asignación de trabajos, los encuentros, los procedimientos burocráticos y así. En su segunda parte veremos el caso en sí, un asunto si se quiere mínimo dentro del mundo «criminal» pero uno que tiene sus particularidades que se pueden adivinar, un poco, a partir del título del filme. Bourges hace que ese mundo rutinario y burocrático del sistema judicial entre en crisis cuando alguien, por los motivos que fueran, no acepta cumplir con algunas de sus convenciones. Y la persona que debe ayudarlo no sabe bien cómo hacerlo. Y ahí está el misterio, el secreto y la intriga de este pequeño y noble filme.

 

HEREDERA DEL VIENTO, de Gloria Carrión Fonseca (6)

Uno de los recientes y recurrentes formatos del documental actual consiste en hijos tomando las cámaras para confrontar a sus padres acerca de hechos del pasado. El formato puede ir desde lo personal a lo político pero en general se manifiesta como una suerte de choque generacional que termina de modo casi terapéutico, reuniendo generaciones frente a la cámara. Este filme toma un tema fuerte y va con él hasta el fondo: los padres de la realizadora nicaraguense fueron activos militantes de la revolución sandinista que tuvo lugar en ese país en los años ’80, lo cual llevó a que a la entonces niña casi no la conocieran.

Ahora cineasta, la niña de entonces habla con ellos, escucha, entiende, confronta, debate e intenta unir experiencia personal dolorosa con una política que, al menos entonces, se vivía de manera optimista. Similar a lo que ha sucedido aquí en esos documentales en el que hijos de militantes de los ’70 cuestionan a sus padres acerca de lo realizado entonces (cuestionamientos siempre más personales que políticos), la película de Carrión Fonseca no escapa del esquema previsible. A favor tiene el hecho que la realizadora logra escuchar y entender otros puntos de vista (más allá que esté de acuerdo o no) y en contra una voz en off pretendidamente poética que en varios momentos roza el discurso de auto-ayuda.

 

METEORS, de Gürcan Keltek (8)

Este documental turco, separado en distintos bloques narrativos, se centra principalmente en la captura de imágenes de los bombardeos turcos a una aldea de kurdos en la región sudeste de ese país. El filme, que arranca con imágenes un tanto más pastoriles que de a poco revelan su carácter bélico y terminan con el fenómeno meteorológico que le da su título y que cumplió un raro pero clave papel en el conflicto, hace su centro en esos videos filmados y subidos a redes sociales o YouTube, materiales que circularon en secreto de la destrucción de esos pueblos ya que el gobierno turco censuró todas las imágenes de esas masacres.

Lo que allí se ve incluye bombardeos, testimonios de adultos y niños, y más destrucción, todo montado más de una forma poético/impresionista que clásicamente narrativa. El filme no intenta explicar las especificidades del conflicto sino meter al espectador en la sensación que se tiene cuando se vive en un lugar en el que hay que pelear por la suspervivencia cada día y en el que cada explosión puede significar el fin de un hogar, de una persona, de una familia. Sin ser bello de manera morbosa, se trata de todos modos de un filme estilizado cuya voz en off literaria (se lee una obra de una escritora, pero también se cita la letra de una muy reciente y trágica canción de Mount Eerie) puede por momentos subrayar demasiado lo que se ve pero, de todos modos, no le hace perder potencia.