Festivales: crítica de «The Man Who Surprised Everyone», de Natalya Merkulova y Aleksey Chupov (Venecia/Pingyao)

Festivales: crítica de «The Man Who Surprised Everyone», de Natalya Merkulova y Aleksey Chupov (Venecia/Pingyao)

por - cine, Críticas, Festivales
15 Oct, 2018 11:39 | Sin comentarios

Premiada en Venecia, la película rusa se centra en un hombre que cree que puede vencer un cáncer terminal travistiéndose y «escondiéndose de Dios», ya que supone que no lo reconocerá como mujer. Pero su nueva vida la trae problemas en la aldea siberiana en la que vive.

Las costumbres y características de los muchas veces predecibles cuentos rusos de tipo folclórico tienen una vuelta de tuerca impensada en esta película recientemente premiada en la sección Orizzonti del Festival de Venecia. Y una vuelta que se torna, en estos tiempos complejos, fuertemente política y crítica de un sistema y de ciertas costumbres y hábitos culturales arraigados.

Egor es un guardia forestal que vive en una pequeña villa de la Taiga siberiana. Su tranquila vida familiar cambia bruscamente cuando se entera que tiene cáncer y que le quedan apenas unos meses de vida. Su esposa, embarazada, hace lo imposible por encontrar algún tipo de cura o salvación, lo que la lleva a probar las más disparatadas opciones. Pero de todo lo que escucha, a Egor parece convencerle un idea metafórica que él casi toma al pie de la letra: esconderse de Dios transformándose en mujer así no lo encuentra ni lo deja morir. Claro que esa decisión, que se inicia con el hombre apareciendo un día de la nada travestido, lo lleva a vivir un sinfín de problemas con su familia, sus colegas y los habitantes del pueblo.

THE MAN WHO SURPRISED EVERYONE se centra en el escándalo y la violencia que se generan cuando Egon empieza a travestirse. Mantenido oculto en la casa primero, luego su decisión se hace pública y allí el asunto se vuelve violento. Ni la idea de salvarse de la muerte parece justificar, para algunos, que al tipo se le de por vestirse de mujer. Las consecuencias no las sufre s0lo Egor sino toda su familia, lo cual provoca un caos interno también, especialmente con su mujer y con su hijo, de quien se burlan en la escuela.

Los directores plantean con sutileza un tema que en Rusia es casi tabú. Con habitantes fuertemente homofóbicos, lo que ponen en juicio los directores es cuando sí es posible aceptar este tipo de situaciones en culturas así. Si bien los pobladores en principio no lo saben, Egor está muriendo (una muerte que también es pura metáfora, ese «cáncer» que lo mata podría ser interpretado como su heterosexualidad) y no hay amistad que sobreviva a una «traición» así, lo que provoca situaciones que empiezan siendo un tanto absurdas para volverse sobre el final crueles y violentas. En una taiga siberiana de hombres rudos y tercos, ni la muerte parece ayudarles a entender que los tiempos, aún allá, están cambiando.