Festival de Gijón: crítica de “Winter Flies”, de Olmo Omerzu

Festival de Gijón: crítica de “Winter Flies”, de Olmo Omerzu

por - cine, Críticas, Festivales
27 Nov, 2018 01:24 | Sin comentarios

La película checa, ganadora del premio FIPRESCI en Gijón y candidata al Oscar por su país, es un relato de amistad y aventuras centrado en dos adolescentes que emprenden un viaje con destino incierto en la mejor tradición de las historias de “coming of age”.

La película de Omerzu, realizador de origen esloveno radicado en la República Checa (esloveno, sí, no eslovaco), funciona como un clásico combo que incluye relato de aventuras, película de carretera y historia de crecimiento (“coming of age”) planteada a partir de un viaje en coche que emprenden dos adolescentes de distintas edades escapándose de sus grises realidades y en busca de una promesa acaso más imaginaria que real. Contada en dos tiempos —la cronología va y viene en función del relato que el mayor de los chicos hace ante un curioso interrogatorio policial—, WINTER FLIES ejemplifica de manera notable cómo es posible trabajar ideas complejas y “serias” en un formato liviano, divertido y que deja mucho margen para la imaginación.

Mára tiene 15 años, ha robado un Audi y tiene el deseo de irse a lo de su abuelo, una figura mítica para él, que lo recuerda como un héroe militar que le enseñó todo lo que sabe en la vida. Heduš, más pequeño y disperso, se entretiene jugando con un rifle de mentira molestando a la gente cuando lo ve a Mára y le pide sumarse al viaje. El no quiere saber nada al principio pero luego termina aceptando, a regañadientes, a esta suerte de Sancho Panza que lo acompaña y admira. Al poco tiempo conocerán en el camino a una chica a la que suben al auto. Mára es más grande y se hace ilusiones de conquistarla cuando parece claro que no tiene más chances que las que están en su imaginación.

La ida y vuelta con el interrogatorio policial en el cual Mára conecta de una manera intensa y rara con una agente hace pensar lo peor, pero la historia girará de formas impensadas, más poéticas y personales que del tipo estrictamente policial. WINTER FLIES opta siempre por el humor, el absurdo y hasta una curiosa escena que podríamos llamar de “realismo mágico” que le da un momento de rara extrañeza al film, pero que funciona muy bien en contexto. Y, como en la película anterior del realizador, FAMILY FILM, aquí también habrá perros.

La película nunca es sentimental y los personajes logran que, a través de la historia, dejen de parecernos entre caprichosos e irritantes (al principio generan esa sensación, de distintas maneras) y podamos entender por lo que están pasando y su manera de lidiar con ello, especialmente a partir de conocer cuestiones familiares que incluyen de manera indirecta un repaso y análisis de algunas situaciones difíciles de la historia de su país. 

Más allá de alguna metáfora un tanto subrayada (la que da título al film, por ejemplo), raramente a Omerzu se le ven otras intenciones que la de armar un buen relato de crecimiento a partir de sus recursos más poderosos: es una aventura que pone el eje en un viaje de descubrimiento personal pero también en una relación de amistad, de esas que quedan grabadas en la memoria para siempre.

WINTER FLIES ganó el Premio FIPRESCI en el Festival de Gijón y representará a la República Checa en los Oscars.