Festival de Mar del Plata: crítica de «What You Gonna Do When the World’s On Fire?», de Roberto Minervini
La nueva película del realizador italiano radicado en los Estados Unidos se centra en las distintas luchas de supervivencia frente al racismo de comunidades afroamericanas de Louisiana y Mississippi, yendo de lo íntimo y familiar a lo más social y político.
El realizador italiano radicado en los Estados Unidos lleva ya varios años observando con sus cámaras distintas comunidades que podrían ser descriptas como «marginales» en ese país. Tras la llamada «Trilogía de Texas», el realizador puso su cámara casi a merced de un complicado grupo neonazi en THE OTHER SIDE y ahora da un gran giro para contar la historia de distintas comunidades afroamericanas que sufren las dificultades del constante racismo que hoy ha vuelto a brotar como hacía mucho tiempo que no sucedía en su país, habilitados en cierto modo por un presidente como Donald Trump.
Si bien todo parece suceder en el mismo espacio, el film fue grabado en escenarios distintos de Louisiana y Mississippi en 2017, combinando tres tramas y personajes diferentes que atraviesan ese racismo de maneras particulares, que van de lo más íntimo y personal hasta lo familiar, lo político y lo militante. Con su ya clásico formato de «fly on the wall», la cámara de Minervini –y la presencia del equipo– parecen desaparecer por completo, algo que en este caso es más llamativo ya que el realizador es blanco e italiano, y el mundo que lo rodea es muy distinto. ¿Cómo logra esa conexión e intimidad con los personajes? Difícil saberlo. El dice que tiene que ver con pasar mucho tiempo previo conociendo a las personas y lugares que filma, pero mi impresión es que nunca termina de abandonar del todo un cierto grado de ficción, de puesta para la cámara.
Esa idea de falso documental o combo doc-ficción es más evidente en las películas previas. Aquí todo parece indicar que es un clásico documental de observación sin demasiados trucos. De las tres historias acaso la principal sea la de Judy Hill, una mujer dueña de un bar que tiene dos hijas y una madre anciana y que ha tenido un pasado durísimo pero que a fuerza de carisma se ha convertido en una especie de lider espiritual/comunitaria de su barrio. Canta, baila, da consejos y apoya a sus seres queridos (la relación que tiene con un hombre mayor que ella que trabaja en su bar es conmovedora) y sobrevive a las dificultades de ser una suerte de «empresaria» en un mundo de negocios que no logra manejar del todo bien, acaso por culpa de su generosidad. Y en un barrio que se va, a su pesar, gentrificando día a día hasta expulsar a quienes nacieron y crecieron allí.
Una segunda línea narrativa se ocupa de dos hermanastros, Ronaldo y Titus, que tienen una madre que hace lo imposible para que no se metan en problemas. Uno es adolescente y el otro, un niño, pero la madre sabe que no tardarán en aparecer las tentaciones callejeras y intenta con severidad protegerlos de ese afuera. Pero el exterior se cuela de todos modos, y pese a sus miedos instalados, el mayor, Ronaldo, no puede evitar vivir momentos conflictivos en la escuela. En esta historia, Minervini se vuelve un tanto más lírico que en las otras dos, dejando algo más de tiempo para los silencios y la introspección, en contraste con los constantes diálogos y monólogos de las otras.