BAFICI 2019: crítica de «Her Smell», de Alex Ross Perry
La nueva película del realizador de “Listen Up Philip” tiene como protagonista a Elisabeth Moss como una veterana cantante de punk rock que parece inspirada en Courtney Love, en un retrato tan intenso y abrasivo como su protagonista, una mujer emocionalmente inestable y agresiva.
La anti BOHEMIAN RHAPSODY. O una versión de THE DIRT, la película de Netflix sobre Mötley Crüe, pero sin la parte glamorosa. HER SMELL es acaso la película sobre rock más realista en mucho tiempo, posiblemente desde SID & NANCY. Cruda, dura, molesta y pegajosa como su personaje principal, la película de Alex Ross Perry es una mirada al literal “detrás de escena” de una banda de rock pero, más que ninguna otra cosa, es un retrato virulento e íntimo de una cantante punk en decadencia que parece claramente inspirada en Courtney Love y que Elisabeth Moss interpreta en la actuación, por lejos, más intensa de su carrera.
Becky Something, cantante y líder de la banda Something She, ya es una veterana de la escena riot grrrl de los ’90 y hace uso de todos los clichés de una diva rockera en su vertiente más punk. Es carismática pero de la manera más rock star posible: petulante, creída, tierna un momento y agresiva al instante. Lidia con superar adicciones pero no lo hace, anda con shamanes ridículos, es violenta verbal y físicamente, frontal y agresiva con todos y se cree algo así como la salvación de la música. Ni Perry ni Moss intentan que nos caiga simpática. Todas las películas del director de LISTEN UP PHILIP tienen protagonistas desagradables y ególatras pero Becky puede llegar a ser la peor de todos. De la paciencia y tolerancia que cada espectador tenga con esta endemoniada criatura dependerá mucho el disfrute de la película.
De todos modos, Ross Perry no apunta a eso. Sabe que HER SMELL es una película abrasiva e irritante, a la medida de su personaje, y construye su universo sin casi darnos respiro de ella. De inspiración claramente “cassavetiana” (Becky podría ser una versión femenina de esos bullies torturados que solían encarnar Ben Gazzara, Peter Falk o, especialmente, el propio Cassavetes), la película se construye a partir de cinco largas escenas que parecen transcurrir en tiempo real, casi una serie de cortometrajes sobre distintos episodios en la vida de Becky, sus compañeras de banda (Agyness Deyn y Gayle Rankin), su manager (Eric Stoltz), hija, madre (Virginia Madsen), ex marido (Dan Stevens), otros músicos (incluyendo a Amber Heard y Cara Delevingne) y los típicos personajes de un submundo rockero del que se ve poco y nada de lo atractivo y mucho de lo patético y decadente.
En cierto modo, HER SMELL es una biografía de una cantante de rock que empieza promediando el segundo acto de cualquier otra. Los momentos de gloria de Becky, Ali y Marielle (sus compañeras de grupo) apenas se ven en breves clips que, a modo de viejos videos en VHS, se muestran antes de cada episodio. Y listo. Lo mejor ya pasó. Nada de lo que vemos aquí invita a pensar que la experiencia puede ser agradable. Más bien todo lo contrario. Es cierto que no todas las bandas tienen un líder temible, manipulador y agresivo como Becky, pero muchas biografías de rock sí muestran que, en momentos de decadencia y confusión, los miembros de un grupo pueden mostrar sus caras más oscuras. Ella es la peor de todas las líderes posibles: narcisista, manipuladora, violenta y descontrolada.
Los tres primeros episodios son un descenso literal a los infiernos al punto que el film tiene algunas características de película de terror (de vampiros, específicamente). Además de los planos largos en pasillos y zonas rojas y oscuras detrás de bambalinas y en estudios de grabación, lo que abruma aquí es el sonido, que en principio parece diegético (el clásico ruido de un club nocturno cuando uno está del lado de afuera, o de una fiesta en una casa cercana) pero luego se revela como una suerte de sonido interno, de tormento que sigue a la protagonista en sus momentos más densos. Buena parte de HER SMELL da la sensación de transcurrir bajo el agua en medio de una tormenta que se revela emocional.
Los dos últimos episodios presentan otro tono y una posibilidad de cambios en la vida de Becky y de quienes la rodea, una larga coda en la que la película gira sobre sí misma y muestra un potencial lado amable, incluyendo un sentido sino bello cover al piano del clásico de Bryan Adams, «Heaven», interpretado por la propia actriz, acaso la mejor escena de todas. Es allí que, improbablemente, Ross Perry transforma a su film en un viaje de redención y logra que el espectador conecte finalmente con ese personaje que de entrada se presenta tóxico como pocos. Y si bien en ciertos momentos coquetea con cierto tono de película de autoayuda, siempre se las arregla para detenerse en el momento justo antes de la más obvia manipulación emocional. Es una gran película y un largo viaje de la noche más oscura hacia el comienzo del día. Nublado y con posibles tormentas por venir, pero con algo de luz al fin.
(Sábado 13 a las 23.25 y Domingo 14 a las 20.15, ambas en el Multiplex Belgrano 3)
Alta poesía en éste artículo.