VERTIGO revisitada

VERTIGO revisitada

por - Críticas
11 Ago, 2012 10:34 | comentarios

A veces las encuestas sirven para cosas tan sencillas como para que uno se ponga a revisar ciertas películas. La de SIGHT & SOUND, publicada a principios de agosto, está siendo objeto de todo tipo de debates, el más típico de los cuales es preguntarse por el sentido de estas encuestas. Aquí mismo (ver este […]

A veces las encuestas sirven para cosas tan sencillas como para que uno se ponga a revisar ciertas películas. La de SIGHT & SOUND, publicada a principios de agosto, está siendo objeto de todo tipo de debates, el más típico de los cuales es preguntarse por el sentido de estas encuestas. Aquí mismo (ver este post) hemos debatido no tanto el sentido de la encuesta sino su resultado, ya que varios llegamos a la conclusión de que lo elegido representaba una versión canónica, casi escolar, de la historia del cine, con todos sus próceres en fila, sus materias obligatorias y sus pequeños (y optativos) desvíos curriculares que apenas alteraban lo macizo del «programa de estudios» (aquí pueden consultar la lista extendida de 100 películas).

Tal vez la mejor forma de ver estas encuestas sea no pensarlas de manera, digamos, endogámica -en las que los críticos escribimos para otros críticos y tratamos de parecer más refinados, actualizados y originales que los demás-, sino con un espíritu docente. Esto es: no estaríamos seleccionando películas para una supuesta maestría, lo estaríamos haciendo para un primer año de iniciación en la historia del cine. Vista de esa manera, y por más discutibles que aún así sean los resultados, la encuesta toma otro cariz.

Aunque a algunos críticos nos cueste esfuerzo recordarlo, muchos usamos este tipo de listas para iniciarnos en lo que en nuestra infancia y adolescencia era una fascinación por el cine. Pasar del estreno del fin de semana a ver este tipo de películas implicó, para muchos de nosotros, un cambio importante en nuestras vidas, darnos cuenta que el cine podía ser otra cosa, interesarnos en películas de estilos, procedencias y formas que desconocíamos. Si pienso en esta misma encuesta de SIGHT & SOUND leída por un chico de 15, 16 años me da la sensación de que no está mal, de que hay 50-100 películas aprovechables, disfrutables, variadas, interesantes, complejas. Se puede discutir la presencia de algunas, obviamente, pero la gran mayoría son muy buenas. Tengo la sensación de que, como nosotros lo hicimos antes, esos recién iniciados irán adentrándose en las mayores complejidades y las riquezas algo más ocultas de otras películas en una segunda instancia. Si me apuran hasta creo que está bien que sea así, que es más fácil llegar a Hou Hsiao-hsien luego de pasar por varios «cánones» y no directamente, una especie de camino con postas…

No estoy seguro ahora, pero es muy probable que yo haya llegado a ver muchas de estas películas a partir de alguna encuesta similar (debería ser la de 1982 en mi caso). No es el caso de VERTIGO, la que vi en una larga serie de sesiones «hitchcockianas» gracias al videoclub que estaba a unas cuadras de casa (sí, eran VHS y sí, en esas épocas hasta un videoclub más o menos normal, de barrio, tenía montones de clásicos), calculo que a mediados de los ’80. También recuerdo claramente haberla visto en la Sala de Hebraica, en alguna retrospectiva de Hitchcock. Si me pongo a calcular, entre el estreno de la película (1958) y esas visiones (digamos, 1984/1985) pasó más o menos el mismo tiempo que entre entonces y ahora…

Ese «ahora» fue el jueves pasado, en el que volví a ver VERTIGO, culpa de esta bendita encuesta. Durante años de docencia volví a ver la película muchas veces, pero siempre de a pedazos, yendo a buscar las escenas que me interesaban para una u otra clase. Pero otras escenas y situaciones las tenía bastante borradas, olvidadas casi. No puse el DVD para verlo yo -fue en plan «docencia familiar» casi-, y de hecho tenía la idea de dejarlo puesto para los demás e irme. Pero terminé inevitablemente enganchado, sin posibilidad de escaparme del filme.

No voy a hablar sobre si es o no justo que sea considerada la mejor película de la historia. Es un tipo de discusión que me supera. Puede ser la número 1, la 15, la 37 y no cambiaría. Sigue siendo una gran película y una mucho más inusual y jugada de lo que muchos creemos recordar.

(NO ME QUEDA OTRA QUE PONER) ATENCION: SPOILERS…

Lo primero que me llamó la atención ahora es el uso del color. Hitchcock siempre fue, en esos tiempos de franco Technicolor, bastante «expresionista» en el uso del color, pero nunca tanto como en VERTIGO, en el que cobra un protagonismo inusual, hasta forma parte de la trama (el color de pelo de Judy/Madeleine) y se convierte en elemento fundamental para entender la psicología casi fetichista del personaje: del traje gris al pelo rubio de Madeleine, los verdes (como los del cartel de neón del Hotel Empire y de la reaparición del «fantasma» de Madeleine), los rojos fuertes completamente «extradiegéticos» que acompañan, por ejemplo, el primer encuentro entre ellos, y así. La película tiene una «paleta» que hoy consideraríamos excesiva, pero que está absolutamente en tono con la forma en la que Hitchcock decide traducir en imágenes las sensaciones de Scottie (James Stewart) al quedarse fascinado, primero, con la tal Madeleine (Kim Novak) y luego al descubrir a la muy similar, para él, Judy (Novak también).

No voy a hacer aquí ningún tipo de análisis «psicoanalítico» del personaje de Scottie. Se han hecho cientos y no es el costado por el que prefiero ingresar a la película. Me interesa, sí, entender cómo esa fascinación transformada en obsesión perversa del personaje es interpretada por Hitchcock en la película, en su ritmo, en el formato secuencial/acumulativo de su guión, en el raro manejo de los tiempos narrativos, en el extraño rol que juega su ex pareja Midge (Barbara Bel Geddes, quien desaparece misteriosamente en la segunda parte del filme dando lugar a teorías acerca de que esa parte es toda un sueño/pesadilla), en cómo se diferencia de otras películas más contenidas de Hitchcock y en cuáles de todos esos elementos son los que la elevan, supuestamente, por sobre las demás.

Creo que VERTIGO recibe más reconocimiento que otras películas de Hitchcock porque es una de las más ostensiblemente autorales de su carrera, la que coloca los recursos estilísticos en un plano casi obvio, a la vista de casi todos. Es una película en la que el gancho narrativo, a diferencia de otras películas suyas, está más en segundo plano. El misterio de saber a qué se debe el extraño comportamiento de Madeleine es menos importante, de entrada, que lo que le sucede a Scottie con ella (o tal vez lo siento así porque ya sé lo que va a pasar, no lo podría asegurar). Eso la transforma más en un oscuro drama que en un thriller, género al que se podría decir que pertenece la mayoría de las películas del director, lo cual las «descalifica» a la vista de muchos. ¿No es PSICOSIS una película asombrosamente similar en muchos sentidos a VERTIGO? Calculo entonces que, entre otras cosas, el hecho de que PSICOSIS sea una película más evidentemente «de género» que VERTIGO es la que le hace perder puntos en esta lista. Lo mismo que INTRIGA INTERNACIONAL, un thriller proto-Bondiano.

Pese a estar encumbrada en lo más alto de la lista de SIGHT & SOUND, tengo la sensación de que, al menos en el mainstream hollywoodense, VERTIGO es una película menos influyente que otras de Hitchcock, que son casi fundacionales de subgéneros cinematográficos que hoy son centrales en Hollywood. Sí se puede decir que VERTIGO resulta una película de enorme influencia en realizadores independientes y con una distintiva personalidad (Brian de Palma y David Lynch son los más obvios), pero no es creadora de una línea sucesoria, de la misma manera que tampoco lo era EL CIUDADANO, de Orson Welles. Tal vez eso las distingue y las pone al tope de las listas: son únicas, irrepetibles, inimitables.

A VERTIGO y a EL CIUDADANO las une cuestiones, si se quiere, técnicas (lo mismo a TOKYO STORY, o muchas otras películas de Ozu, número 3 de esa lista): son todas películas con claras y obvias marcas de puesta en escena. De Welles ya sabemos la cantidad de «novedades» que aportó EL CIUDADANO. De Ozu nos queda muy claro, con sólo ver un minuto de ésta y otras películas suyas, el preciso esquema de puesta de cámara, ángulos y cortes, entre muchas otras cosas. Y de VERTIGO todos se quedarán con el Dolly Zoom (el efecto «mareo» usado para representar el vértigo de  Scottie al principio y, luego, en las escaleras), ciertos efectos fantasmagóricos y esa hoy algo demodé secuencia usada para mostrar el estado mental de Scottie post «muerte» de Madeleine (piensen en MAD MEN cuando la vean).

A VERTIGO, más que nada, la individualiza, la marca, una serie de misterios. No sólo el que involucra a la fascinación de Madeleine por un fantasma familiar del pasado. Ni siquiera a esa similar obsesión fantasmagórica que hace que Scottie busque -de igual manera- a Madeleine en Judy, obligando en el camino a una nueva «transformación» a una actriz que actúa a tres diferentes personas en una película (Kim Novak es Judy como Judy, Judy como Madeleine, Judy como Madeleine como Carlotta). El misterio es menos sobrenatural que terrenal y tiene que ver con la naturaleza del deseo y la obsesión amorosa, el hecho de entender qué nos fascina de otras personas, qué vemos cuando vemos al otro y hasta qué punto intentamos moldear a una persona según nuestros deseos.

Hay tanto escrito sobre VERTIGO que resulta complejo aportar algo que no pueda encontrarse en algún texto de los tantos que analizan en profundidad cada detalle del filme. Lo cierto es que, al menos para mí, el lugar que VERTIGO representa en el canon consagrado por SIGHT & SOUND está menos dado por la evidente calidad y brillantez del filme que por el lugar que ocupa en el universo de la crítica cinematográfica: una zona intermedia entre el cine de autor más radical y el cine comercial de ambiciones populares. Los gestos formales -más o menos radicales- de Hitchcock no impiden la literalidad del filme, construido con la idea de que -más allá de debates sobre «plot points» específicos- la trama sea comprensible y los misterios resueltos (eso la separa de otros filmes deudores de él, como CARRETERA PERDIDA o MULLHOLLAND DRIVE, ambos de David Lynch). Para el caso, también lo era EL CIUDADANO, aunque VERTIGO se diferencia por ser una «investigación» más en el orden de lo personal, lo íntimo.

VERTIGO se ubica en el cruce exacto de muchos vectores del universo cinematográfico. Más allá de ser una extraordinaria película, es esa ubicación la que la deja en el primer lugar de un ranking imposible.