BAFICI 2013: Apertura y Competencia Internacional (19 críticas)
Con el anuncio de la programación del BAFICI (ver aquí la lista completa de títulos) empezamos a desgranar las películas que estarán en el Festival. Según mi última cuenta, tengo vistas unas 150 películas (casi todos largos) de las más de 300 (entre cortos y largos) que estarán en el festival. Para no hacer un […]
Con el anuncio de la programación del BAFICI (ver aquí la lista completa de títulos) empezamos a desgranar las películas que estarán en el Festival. Según mi última cuenta, tengo vistas unas 150 películas (casi todos largos) de las más de 300 (entre cortos y largos) que estarán en el festival. Para no hacer un post ilegible y larguísimo con todas las películas juntas, iré dividiéndolas en bloques.
El primero incluye la película de apertura (la chilena NO, de Pablo Larraín) y las películas de la competencia internacional, que son 20 (de las cuales hasta el momento vi 17). En breve subiré las películas de la competencia argentina, las de la competencia Vanguardia y Género (VyG), las del enorme Panorama y las de los Focos, Retros y otras yerbas.
Como siempre, las listas se irán completando todo el tiempo con las películas que vaya viendo tanto de aquí al comienzo del festival, como durante el propio BAFICI. Allí vamos.
PELICULA DE APERTURA:
NO, de Pablo Larraín (Chile). Es raro cuando un director cambia tan radicalmente de una película a la otra. No vi LA FUGA, pero en general me dijeron que era una película bastante convencional y no muy buena. TONY MANERO y POST MORTEM fueron por el lado “arty” y lograron consagrar a Larraín como autor en grandes festivales internacionales como Cannes y Venecia. Lo suyo parecía ser un cine seco, duro, con intención de atosigar al espectador metiéndolo en historias bastante tremendas. Acá vuelve a pegar un vuelco y hace una película más clásica, basada en una obra teatral, que si bien sigue analizando la historia política de Chile a partir de personajes “secundarios”, tiene una estructura casi hollywoodense. Si no fuera por haber elegido filmar en U-Matic o algo parecido, para darle al filme un look ochentoso acorde a la época y a los materiales de archivo con los que trabaja, podría ser una película de George Clooney, digamos, sobre un proceso político (un colega también la comparó con MONEYBALL y algo de eso hay). La película está bastante bien y cuenta lo que pasó cuando Pinochet perdió el plebiscito sobre su continuidad en 1988, a partir de la historia de un joven publicista (Gael García Bernal) que crea un jingle y una campaña publicitaria sorpresiva (por lo pop y optimista que era, raro en el contexto) que ayudó al “No” a ganar. Es interesante su mirada política sobre Chile, sobre cómo la política es un producto de consumo como cualquier otro, y sobre cómo, en el fondo, izquierda y derecha se parecen mucho más de lo que aparentan. Lo que sigo sin tener muy en claro es cuál de todos estos cineastas es Larraín. Habrá que usar el término “ecléctico”, parece… (Del Festival de Cannes 2012)
PELICULA DE CIERRE:
AL FINAL DEL CUENTO, de Agnes Jaoui (Francia) Se sabe que las películas de cierre de los festivales no suelen ser más que una anécdota. Muchas veces, como los invitados a las ceremonias de clausura raramente se quedan a verlas (y no suelen haber funciones para el público o a lo sumo una sola), nadie quiere usar ese espacio y esas películas no se consideran demasiado importantes. Ahora bien, en este caso la película de cierre no estaba linkeada al evento de clausura por lo que se la podía ver el sábado de manera independiente. Es por eso que se podía haber optado por algo más interesante que esta muy menor comedia dramática de la directora de EL GUSTO DE LOS OTROS que hace ya muchos años no parece poder acertar la fórmula mágica de aquel filme. Aquí consigue algunas risas y momentos simpáticos, pero el asunto se hace largo, tedioso y excesivamente complicado de seguir, con más de una decena de personajes atravesando historias de amor y de relaciones familiares ligadas a distintos cuentos de hadas, a los que Jaoui les otorga una cierta dosis de realismo. Así, un triángulo amoroso incluye citas a LA CENICIENTA, LA BELLA DURMIENTE y hasta CAPERUCIT ROJA, mientras que las subtramas paralelas (padres, tíos, ex novias, etc) juegan de similar manera entre la realidad y el cuento. El asunto funciona de a ratos (la relación que tienen Jaoui y Bacri mientras él le enseña a manejar a ella es lo mejor del filme), pero el todo se vuelve espeso y remanido, sin demasiado brillo. Una película menor, demasiado menor para tener como cierre de un muy buen festival como fue el BAFICI.
COMPETENCIA INTERNACIONAL:
ACA ADENTRO, de Mateo Bendesky (Argentina) La única película argentina que tiene su estreno mundial en la competencia internacional es esta opera prima centrada en la vida cotidiana de un estudiante de cine que está tratando de escribir su primera película, pero lo que más hace con su tiempo es… postergar su trabajo. Al protagonista lo consume su propia neurosis y sus obsesiones cotidianas y la película lo representa mediante su voz en off, que se escucha casi sin descanso durante todo su metraje. Su monólogo interior da cuenta de cada pequeño detalle que le pasa por la cabeza, desde hacer la cama, lavar los platos, escuchar música, su padre, su ex novia, sus hábitos en la ducha, sus amigos, su comida y así, en un «flujo de la conciencia» que representa bastante cabalmente lo que puede pensar alguien a quien llamaríamos… un «neurótico importante». Difícil no sentirse representado por alguna/s de estas obsesiones cotidianas, pero también hay un punto que ese constante y neurótico flujo empieza a resultar un poco agotador. El sistema intriga y da curiosidad, pero en 70 minutos se vuelve reiterativo y si bien entendemos que esa reiteración es parte de lo que el director quiere contar (que esa neurosis que en principio solo es simpática termina siendo insoportable hasta para el protagonista), es inevitable que genere algo de cansancio en el espectador. Tengo la impresión que el dispositivo, por lo cerrado y riguroso, es muy apto para un relato algo más corto (un corto o mediometraje), o uno en el que se le pueda dar un mínimo aire o silencio al monólogo interior del protagonista (que Iair Said encarna en un doble trabajo, físico por un lado y vocal por otro). Así como está, este personaje que parece una mezcla de Woody Allen y Charlie Kaufman va perdiendo de a poco su simpatía y ya sólo queremos que se calle de una vez. La película, tal vez, intente algo muy arriesgado que no le termina de salir del todo bien: que lo que le pasa a su protagonista, por identificación, se vuelva en contra del espectador. Y que, al verlo, miremos lo insoportables que podemos llegar a ser con nosotros mismos…
LEONES, de Jazmín López (Argentina) Sugerente, esquiva, extraña: la opera prima de Jazmín López juega con las expectativas de los espectadores de maneras que no parecen en principio evidentes. En cierto modo, durante buena parte de su relato, uno puede tener la sensación de estar viendo otra tangente estilística de las tantas que suman esa serie de formas y motivos que muchos han dado en llamar Nuevo Cine Argentino: adolescentes que juegan a la seducción, caminatas por los bosques, diálogos en apariencia intrascendentes y dichos sin inflexión dramática alguna, largos planos secuencia y muchos silencios. De vuelta, la primera impresión que se tiene es que alguien bebió de todas esas influencias (desde el cine de Lucrecia Martel y Lisandro Alonso hasta los más recientes de Matías Piñeiro y Delfina Castagnino, pasando por Celina Murga y tantos otros) y entregó un elegante “mash-up” del que lo mejor que se podría decir es que está extraordinariamente fotografiado (por el experimentado fotógrafo y operador de Steadicam, Matías Mesa) aunque actuado en ese tono “bressoniano” (o del teatro off: gente que no dialoga, sino que habla en paralelo) que no todo el mundo maneja igual de bien. Pero la película no es eso. Ni siquiera está ahí, sino en otro lado. Y el juego que ha armado López hace que esa otra película que se esconde por debajo de la que creemos estar viendo salga a la luz de forma muy tangencial, de a poco, a través de recursos indirectos, inesperados. Es una película cuya textura lleva al espectador a perderse en las imágenes y hasta a distraerse en esa contemplación, pero a la vez le pide una concentración máxima si es que desea atar los hilos de lo que verdaderamente está sucediendo… (Crítica completa, del Festival de Venecia 2012, aquí)
VIOLA, de Matías Piñeiro (Argentina) Nuevo y brillante ejemplar de una búsqueda estética y temática iniciada en EL HOMBRE ROBADO, la nueva película de Matías Piñeiro,VIOLA, parece conjugar en apenas 60 minutos buena parte del universo del realizador. Hasta ahora la carrera de Piñeiro parecía poderse desdoblar en dos partes. Por un lado, en sus largometrajes -como EL HOMBRE…y TODOS MIENTEN-, las idas y venidas de los juegos amorosos lograban vincularse un poco misteriosamente con una revisión de la historia argentina del siglo XIX. En el corto ROSALINDA y en este ¿medio? ¿largo/corto? VIOLA, esa misma combinación entre presente y pasado, entre modernidad y tradición, se da en cruzar esas mismas o similares cuestiones del amor y del azar con textos de William Shakespeare. Que Piñeiro esté ahora tratando de armar un largo que reúna los mundos de Sarmiento y Shakespeare no debería sorprender a nadie: casi que podría ser la combinación y culminación de todas estas búsquedas. En VIOLA, como en toda su filmografía, aparecen estructuras y estrategias conocidas: el teatro, los devenires románticos, las conspiraciones y engaños, los encuentros y desencuentros fortuitos. Pero Piñeiro está lejos de buscar conexiones globales a la manera de otros cineastas del “todo se conecta con todo” (Iñárritu, Meirelles, Haggis, etc.). Lo suyo es dejar que el azar -o una puesta en abismo cuidadosamente descuidada- vaya dando la impresión en el espectador que la trama va a la deriva, dejándose llevar por las contradicciones, acciones e inacciones de los personajes, por sus dudas, miedos y confusiones. (Crítica completa, del Festival de Toronto 2012, aquí)
DIME QUIEN ERA SANCHICORROTA, de Jorge Tur Moltó (España) Admito mi debilidad por los documentales, o registros, que incluyen a ancianos españoles de pueblo, con sus dichos, sus historias, sus canciones, sus reflexiones y su humor. Este documental en solitario de Tur Moltó -hecho sin equipo de filmación en función de un premio recibido en el Festival Punto de Vista para hacerlo así- trata, en principio, del viaje del director al desierto de las Bardenas a averiguar qué hay de cierto en la leyenda de Sanchicorrota, un bandolero del siglo XV que robaba a los ricos para darle a los pobres… según se cuenta. Pero puede no haber sido así. En un sistema que recuerda a ANTONIO GIL -aquí en la competencia nacional- los testimonios se contradicen a la hora de contar la saga del hombre que ponía las herraduras al revés a sus caballos para confundir a sus perseguidores. Esta excusa es perfecta para conocer a una serie de personajes del pueblo que contarán sobre Sanchicorrota, pero también cantarán, se pelearán (la discusión sobre los ensayos militares de la Fuerza Aérea en la zona es tan cómica como esencialmente trágica), subirán montañas y pastarán ovejas, para finalmente llegar a un descubrimiento que trae esas leyendas históricas violentas a un presente doloroso y mucho más cercano a los recuerdos, y las lágrimas, de esos ancianos que cocinan, toman vino y cantan, pero no olvidan (ecos de EL CIELO GIRA hay y muchos). Una película pequeña que sabe usar a su favor la desprolijidad visual y sonora del formato «cine unipersonal». Breve, simpática, compleja y amable con el espectador. Una joyita…
SOY MUCHO MEJOR QUE VOS, de Che Sandoval (Chile) Literal “spin off” de la muy buena TE CREIS LA MAS LINDA (PERO ERIS LA MAS PUTA), la segunda película de «Che» Sandoval toma uno de los personajes de aquella opera prima y lo hace vivir su propia “noche infernal” por las calles de Santiago de Chile. Esta historia, más adulta y oscura que la primera, es la de un personaje de “treintaypico” enfrentándose a situaciones cuyo humor no alcanza del todo a esconder la negrura y desesperanza de lo que le sucede (una amarga separación) al personaje interpretado por el también realizador Sebastián Brahm. Con un gran sentido del ritmo narrativo y un timing cómico perfecto (un curso en slang de la capital chilena vendría bien en estos casos), Sandoval sigue apostando a un registro de comedia urbana (a lo DESPUES DE HORA) que no es tan usual en el cine latinoamericano. Y, por eso, doblemente bienvenido.
I USED TO BE DARKER, de Matt Porterfield (EE.UU.) Me había interesado pero sin resultarme fascinante su anterior PUTTY HILL y con esta película me sucede algo similar, si bien es muy distinta. Un drama en tono bajo que podría considerarse cercano al mumblecore si no fuera porque los personajes hablan poquísimo, este es un drama familiar acerca de una hija universitaria atravesando el divorcio de sus padres y su prima que viene a visitarlos en el momento menos indicado y que tiene también sus propios problemas. La película tiene una serie de canciones interpretadas en vivo que realzan el tenor emocional del filme (los padres en cuestión son músicos, en la ficción y en la vida real), el mismo que muchas veces no alcanza a levantar las otras escenas, dramáticas pero contadas entre el susurro y la apatía. Nada malo en este planteo, solo que por momento parece una película de personas que preferirían no estar siendo filmadas. (Del Festival de Berlín 2013)
LES COQUILLETTES, de Sophie Letourneur (Francia) Hace poco leía que alguien comparaba a Letourneur –la directora y protagonista de esta película- con la norteamericana Lena Dunham. No conozco tanto a Letourneur fuera de esta película (no vi sus cortos), pero a juzgar por su segundo filme uno diría que se trata de la versión más liviana posible de Dunham, la misma que GIRLS puede tener en común con SEX AND THE CITY. Este filme trata sobre tres amigas que van con un filme al Festival de Locarno y se centra en sus días y noches allí, sus desventuras y complicados intentos de conquistas amorosas. La película no es para cinéfilos exclusivamente: más allá de cameos y actuaciones de caras reconocibles, casi nada se habla de cine allí. Letourneur sigue a chicas buscando aventuras en las fiestas del festival y en esas idas y vueltas de desesperación nocturna se va toda esta simpática pero muy leve película. Una estructura narrativa algo confusa (las chicas se reúnen después del festival para contarse lo que hicieron, si bien gran parte de las cosas las hicieron juntas) no agrega demasiado tampoco.
MA BELLE GOSSE, de Shalimar Preuss (Francia) Una de esas películas que separan claramente al grupo de los “narrativos” de los demás, la opera prima de Preuss es un extraordinario retrato de unos días de un grupo familiar extendido en una casa francesa cercana a una playa. El “relato” tiene como eje los problemas que se suscitan cuando la familia se entera que una de las chicas adolescentes se cartea con un preso de una cárcel cercana, pero ese eje nunca se explora en profundidad, apenas es un esbozo de conflicto. Lo importante es la observación de este grupo de hermanos postizos y primos, padres y tíos, esposos y ex esposas (nunca quedan del todo claras las relaciones) que conviven a lo largo de unos soleados días de verano, con sus conflictos, sus caminatas, sus paseos en la playa, sus juegos y peleas. Los niños y adolescentes son los verdaderos protagonistas del filme. En realidad, habría que decirlo de otro modo, la niñez y la adolescencia es la protagonista del filme. Ese fluir de un tiempo sin tiempo.
SU RE, de Giovanni Columbu (Italia) La tradición italiana en adaptaciones de asuntos de la liturgia cristiana encuentra otro notable exponente en Columbu, que traslada La Pasión de Cristo a un pueblito de Cerdeña y la pone en la piel de un grupo de no actores del lugar con un tono narrativo experimental. A la manera de Pasolini, el director utiliza no actores y dialecto local para mostrar escenas de los últimos días de Cristo en un orden no necesariamente cronológico adaptado a la manera de un rompecabezas de los cuatro Evangelios que describen esa historia. Es que no hace falta volver a contar una historia que ya se sabe. Columbu es inteligente y lo que hace es interpretarla, hacerla humana, trasladarla a personajes que no tienen mucho que ver con los que uno supone originales (sólo basta ver al que hace de Jesús) y darle pura carnadura cinematográfica, más cerca de una ceremonia mística que de una narración convencional.
THE TOWN OF WHALES, de Keiko Tsuruoka (Japón) El devenir de personajes jóvenes podría ser el gran tema de esta competencia: la adolescencia y sus deseos circulares, la confusión de personajes en una etapa de sus vidas que se presta a las indefiniciones, la circulación del deseo y la búsqueda continua y obsesiva de encontrar a un otro, aunque sea por un rato. Estos tres teenagers (dos chicas y un chico) de un pueblito japonés que viajan a Tokio a buscar al hermano de una de ellas que hace seis años que se borró del mapa se suman a ese club. El filme los retrata también a partir de una búsqueda geográfica que no es más que una excusa narrativa para que los tres vayan sacando a la luz sus secretos: el chico quiere a una de las chicas (la que busca a su hermano), pero es la otra la que está verdaderamente interesada en él, lo que deja la puerta abierta a un conflicto que no tardará en aparecer. Tokio va a ser el escenario en el que los tres jugarán sus pulseadas personales y se enfrentarán, de manera esquiva, al misterioso mundo de los adultos. ¿Qué será de ellos seis años después?
A WORLD NOT OURS, de Mahdi Fleifel (GBR/Líbano/Dinamarca) La forma de Fleifel de acercarse a la vida cotidiana en un campo de refugiados palestinos en el Líbano es simpática y original: más que apuntar a los dramas conocidos por todos y correr al espectador por el lado de la “corrección política”, el director –cuya familia sigue viviendo allí- presenta el lugar con humor y de forma caótica y contradictoria, encontrando personajes peculiares y situaciones casi absurdas, como lo que sucede allí en cada Mundial de Fútbol. Filmado a lo largo de todos los veranos en el que Mahdi va a quedarse allí con su abuelo y sus parientes (él y su familia viven en Dinamarca), el filme no deja de plantear la dureza de la vida del lugar, la desesperanza de sus habitantes (dos primos suyos tendrán roles protagónicos, con sus muy diferentes historias), pero también deja ver su lado más cotidiano. La voz en off sobreactuada del director y la música “woodyallenesca” que usa cada vez que habla son el único –para mí, severo- punto en contra de la película, casi indicando de manera subrayada al espectador la manera simpática –y, en otros momentos, no tanto- con la que debe ser mirada la situación. No es necesario: la realidad que muestra la película habla por sí sola.
BERBERIAN SOUND STUDIO, de Peter Strickland (GBR) Me habían hablado muy bien de esta película los que la vieron en festivales y me intrigaba muchísimo. Por un lado, por ser del director de KATALIN VARGA, extrañísima película de terror que transcurre en un pueblito de Transilvania. Por el otro, porque su tema me interesaba mucho. Resumiendo, es la historia de un ingeniero de sonido británico que viaja a Italia en 1976 para trabajar en una película de terror del mítico género conocido como “giallo” (las de Dario Argento, Mario Bava, Lucio Fulci, etc.) Toby Jones encarna a Gilderoy, el personaje en cuestión, un hombre tímido y circunspecto, de poco hablar y modos muy civiles, un inglés de Surrey que se especializa en hacer sonidos para documentales de medio ambiente. El hombre es convocado por un productor de apellido Santini (nombre ficticio) para aportar sus talentos a una película de horror que trata, en apariencia, sobre brujas, monjas poseídas, escenas de sexo sangrientas, enanos, duendes y otras yerbas. Digo “en apariencia” porque, salvo los extraordinarios créditos de apertura de ese filme (que se llama THE EQUESTRIAN VORTEX), jamás vemos la película que Gilderoy y su equipo sonorizan. ¿O sí? El trabajo que ellos hacen es el que se hace en la posproducción de muchos filmes: doblaje de sonidos ambiente, ruidos, ecos, efectos, también diálogos pero especialmente gritos, muchos y muy espeluznantes gritos. Para el atildado Gilderoy la experiencia de trabajar en el Estudio Berberian es un shock. No sólo por la crudeza y violencia de la película que se hace allí sino por la forma en la que se hace, por la gente que allí conoce, típicas personalidades del cine de explotación (productor chanta que pone a su novia en el elenco, director agresivo, secretarias ineficientes, clima de descuido general), con el agregado de que son italianos, opuestos en su forma de actuar al modosito Gilderoy. La película bebe claramente de referentes como PEEPING TOM, de Michael Powell, y especialmente de esas películas en las que lo que los protagonistas escuchan (o creen escuchar) termina haciéndolos enloquecer, como LA CONVERSACION, de Francis Ford Coppola y BLOW OUT, de Brian de Palma, ambas deudoras del BLOW UP, de Michelangelo Antonioni, aunque allí la desorientación era fotográfica/visual y no auditiva… (Crítica completa aquí)
CALL GIRL, de Mikael Marcimain (Suecia/Noruega/Finlandia) Combinando la línea seca y dura de los policiales suecos con una estética que por momentos recuerda a BOOGIE NIGHTS, esta notable película se centra en un caso que sacudió la política sueca a mediados de los ’70: la revelación de que buena parte de los gobernantes de ese país tenían relaciones con prostitutas menores de edad. El filme mira el asunto desde varios ángulos. Es, principalmente, la historia de dos adolescentes (las de la foto) que viven en un hogar para jóvenes y que empiezan a hacer dinero prostituyéndose para una poderosa madama que tiene fuertes contactos con los gobernantes. Por otro va apareciendo de a poco la investigación del caso, llevada a cabo por un policía que se irá dando cuenta que nadie en su departamento quiere ir a lo profundo de esa investigación. Esos dos ejes se cruzarán en la segunda parte de esta extensa y muy intrigante película, que apuesta más por mostrar el funcionamiento de un sistema que por construir un drama de personajes (algo parecido a lo que sucede en A HIJACKING, otro filme nórdico que se ve en la competencia Vanguardias y Género) y lo hace mediante una exacta reconstrucción de época (no sólo en términos de dirección de arte sino de lenguaje cinematográfico, que recuerda a ZODIAC y también a EL TOPO) y una extraordinaria aunque omnipresente banda sonora que incluye a David Bowie, Roxy Music y Abba, entre sintetizadores al por mayor. Por su búsqueda a gran escala y su intención de denuncia político/social, la película se hace por momentos difícil de seguir (demasiados políticos intercambiables) y casi que pide a gritos ser una miniserie, pero de cualquier manera se trata de una de las películas más disfrutables de la programación.
TANTA AGUA, de Ana Guevara y Leticia Jorge (Uruguay) De la misma “familia” (estética y de producción) que filmes uruguayos como WHISKY y GIGANTE, la opera prima de Ana y Leticia cuenta unas vacaciones de unos días que un padre divorciado hace con sus dos hijos a las Termas de Arapey, cerca de Salto, donde nada sale como estaba planeado. Primero, porque llueve casi todo el tiempo y no se pueden usar las piscinas. Segundo, porque hay muy poco para hacer alrededor (las salidas posibles son muy poco atractivas). Y, tercero, porque las propias actividades del lugar no parecen, al principio, muy tentadoras. Pero ese aburrimiento e irritación familiar se va modificando cuando cada uno de los protagonistas va generando su propia aventura. El padre, en apariencia, con una chica del lugar. El niño más chico, yéndose a jugar con un vecino. Y la adolescente, la verdadera protagonista de la historia, empezando a coquetear con chicos, fumar, tomar cerveza y salir a bailar con las consecuencias que se pueden imaginar. Con una mirada perceptiva para esos detalles y momentos que dan realismo a las escenas (la dirección de arte es perfecta y, por más que la historia suceda en el presente uno tiene la sensación de que el lugar se quedó detenido en el tiempo allá por 1978), con un humor muy sutil y asordinado para describir la suma de absurdas situaciones que atraviesan los personajes, TANTA AGUA es un notable filme que si no sorprende es porque ya el cine uruguayo nos ha acostumbrado a este tipo de pequeñas gemas de humor tristón a lo Kaurismaki. Un punto extra va para la canción de Pixies en los créditos de cierre. (Del Festival de Berlín 2013)
TCHOUPITOULAS, de Bill Ross y Turner Ross (EE.UU.) Un paseo nocturno, poético y visualmente muy atractivo por las calles del centro de New Orléans a partir de la experiencia de tres hermanos que se ven forzados a quedarse allí al perder el último ferry para regresar a su casa. El filme captura la vida nocturna del centro de la ciudad como si fuera una versión arty de una promoción turística, encontrando situaciones, personajes y lugares peculiares y ricos visualmente, mientras los chicos van yendo del centro a lugares más recónditos y perdidos de la ciudad. Si bien se presenta como un «documental», conviene tomarlo como ficción con técnicas documentales, ya que su estructura narrativa/dramática está fundada en una lógica narrativa que poco y nada que ver tiene con el status de un documental. Más bien, los personajes funcionan como una suerte de conductores del viaje y el menor de los hermanos, con sus enormes ojos que observan todo entre sorprendidos y fascinados, se ubica en el lugar del espectador, por más que él no siempre parezca (o pueda) estar viendo lo que nosotros vemos. Otra película más de adolescentes circulando, perdidos y/o confundidos, casi el tema extraoficial de buena parte de las películas de esta competencia.
EXIT ELENA, de Nathan Silver (EE.UU.) Otra de las muy buenas películas de esta competencia, otra sobre las peripecias de la vida de una persona joven, este drama independiente americano trata acerca de una chica, enfermera, que empieza a vivir con una familia para cuidar a la madre anciana del marido. Su relación principal será con la nuera de la señora, una mujer que intenta ser amable y cariñosa pero por momentos también es una pesada y neurótica de temer. Con un tono naturalista en extremo vamos viendo como Elena (que tiene algún parecido a Lena Dunham, de GIRLS) se suma a la vida de esta familia que, si bien es muy disfuncional (viven peléandose todo el tiempo y hablando delante de ella, sobre ella, como si no existiese) se nota que buscan algún tipo de cariño y aceptación en Elena, acaso viéndola como la hija que no tuvieron. Ella, por su parte, vive una situación parecida: más allá de los fastidios que le provocan muchas de las situaciones que le tocan vivir, se trata de una chica sola, sin amigos ni familia, y reconoce que ese cariño neurótico y casi woodyallenesco que circula tiene también su lado positivo. Y ni hablar de cuando llega el hijo de la pareja, interpretado por el propio director. Una película muy graciosa y muy humana también, que logra que los mismos personajes nos irriten, fascinen, caigan simpáticos e insoportables casi a la vez. Como nos pasa con la mayoría de los familiares… (Nota: Hay una segunda película de Nathan Silver en Panorama)
LOS ILUSOS, de Jonás Trueba (España) Tengo la impresión que LOS ILUSOS es la clase de película que no acepta términos medios a la hora de ser analizadas. Si uno «compra» su sistema narrativo y se interesa por el mundo que plantea el director y sus amigos/personajes, la película funciona muy bien, es amable, tierna y relativamente original. Ahora bien, si a uno le fastidia esa misma apuesta -no la comparte o los que hacen la película les resultan unos hipsters creídos e insoportables que sólo quieren demostrar que ven «buenas películas» y les gusta imitarlas- es muy probable que el sistema de Trueba le resulta intolerable. LOS ILUSOS es una película en 16mm y blanco y negro, que funciona como relectura actualizada de la primer «nouvelle vague» (Truffaut y Rohmer, por los personajes y universos; Godard y Rivette, por la deconstrucción formal), centrada en la vida cotidiana y amorosa de un joven cineasta (un pseudo Louis Garrel ibérico) y su grupo de amigos (actores, periodistas, dueños de videoclubs, y así) en la Madrid contemporánea. Los capítulos del filme mostrarán distintos momentos y relaciones del personaje principal. Pero la película es, en realidad, otra cosa, ya que Trueba muestra en paralelo pedazos de su construcción: ensayos, pruebas de sonido, el propio director y su equipo, claquetas de inicio de escenas y así. Este ida y vuelta entre ficción y realidad está planteado como un juego que, a mi entender, aporta elementos de interés a la película sin quitarle credibilidad, porque da la impresión que el mundo delante y detrás de cámaras (con sus citas, sus fiestas, sus charlas, sus romances, sus idas al cine y discusiones) deberían ser más o menos similares. Es cierto que hay mucho de pose en la película (ese mundo para algunos ombliguista de estudiantes de cine, sus referencias y sus fetiches, de veinteañeros cool con sus discos y sus bufandas, retratándose a sí mismos), pero a mí, consciente de cada procedimiento, no me molestó. Me encantó compartir los 90 minutos de este juego entre amigos que hacen una película pero no, que filman una historia de amor pero no, y que tratan de hacer participar a los espectadores de ese momento divertido que están pasando. Y que lo consiguen…
PLAYBACK, de Antoine Cattin y Pavel Kostomarov (Suiza)
ANINA, de Alfredo Soderguit (Uruguay/Colombia)
METAMORPHOSEN, de Sebastian Mez (Alemania)
Hola Diego,
Les Coquillettes no es la opera prima de Sophie Letourneur. En el Bafici 2011 pasaron La vie au ranch, que a mí me gustó mucho.
Saludos
Tenés razón, error mío.
Se corrige YA!
Gracias,
Diego
Todo bien (o no) con no poner puntajes, pero los que no gustamos de leer reseñas antes de ver las películas necesitamos un sistema claro de recomendaciones.
Cierto, vos eras del club «puntajes».
Hagamos recomendación personalizada en los comments, je!
Salvo los cortos, vi de todo :)
Falta un post titulado “Las imperdibles”. Está clarísimo.
Ya tenés un Top 40, dedicado a vos… ;)