BAFICI 2014: Apertura, Clausura y Competencia Internacional (18 críticas)
Empezamos a desandar los caminos del BAFICI 2014. En una serie de posts divididos por secciones, iré adelantando las reseñas de las películas que ya he visto entre las más de 400 que integran el festival porteño que este año festeja su 16° edición. En la primera entrada, vamos con la película de Apertura y […]
Empezamos a desandar los caminos del BAFICI 2014. En una serie de posts divididos por secciones, iré adelantando las reseñas de las películas que ya he visto entre las más de 400 que integran el festival porteño que este año festeja su 16° edición. En la primera entrada, vamos con la película de Apertura y la Competencia Internacional. Luego iremos publicando las demás, tratando de darles un panorama lo más amplio posible antes del comienzo de la venta de entradas, que tendrá lugar el lunes 24. Lo que verán aquí incluye críticas nuevas y otras vistas en previos festivales, a las que podrán acceder en forma completa siguiendo los links. Aclaración: salvo excepciones (pedidas específicamente), no habrá críticas de películas en estreno mundial hasta la fecha de su presentación oficial, algo que sucederá básicamente con muchas películas argentinas.
Sin más preámbulos, vamos con la sección cabecera del festival.
PELICULA DE APERTURA
–THE CONGRESS, de Ari Folman (Israel/EEUU). La premisa es fascinante: en un futuro los actores podrán volverse virtuales mediante un sistema que les graba todos sus posibles gestos y acciones, y será ese «clon virtual» el que trabajará en lugar de ellos, permitiéndoles vivir de los beneficios sin tener que «trabajar». El problema, claro, es que una vez firmado el contrato cediendo los derechos de imagen será complicado saber para qué se usarán. Robin Wright se interpreta a sí misma poniendo casi su historia personal en juego (la de una actriz muy promisoria que nunca se convirtió del todo en estrella más que nada por malas tomas de decisiones a lo largo de su carrera) en la parte «en vivo» del filme, que se extiende más de media hora de la película, y que es sin dudas la mejor y más interesante. Una vez vuelta virtual, la trama saltará varios años y se volverá animada para trazar una gruesa alegoría de un mundo controlado y regimentado que parece una versión ultramoderna y bastante obvia de THE WALL. La parte animada se hace eterna y reiterativa por lo que la película va de a poco perdiendo la intriga y el misterio de la primera parte hasta volverse bastante anodina.
PELICULA DE CLAUSURA
–THE SECOND GAME, de Corneliu Porumboiu (Rumania). Esta original e inspirada película tiene un planteo ultrasimple: lo que vemos son las imágenes de un partido de fútbol de 1988 entre el Dinamo y el Steaua de Bucarest, el clásico del fútbol rumano. El partido se jugó bajo la nieve, tornando las acciones casi imposibles, con la particularidad de que ambos equipos representaban a la Policía Secreta y el Ejército de ese país en el ocaso de la dictadura de Ceaucescu. Un dato más, clave: el arbitro del partido era el padre del director. Eso vemos, pero escuchamos a ambos (director y padre arbitro) hablar del partido, como dos espectadores ante la tele o, más probablemente en este caso, un viejo VHS. Ambos harán observaciones de todo tipo: empezando por la situación política de la época (partidos arreglados, amenazas, presiones) para pasar a las diferencias de la transmisión futbolística de entonces con las de ahora, pasando por comentarios específicos acerca de las acciones del partido y las faltas que cobró o dejó de cobrar el arbitro en esas circunstancias tan particulares (políticas y climáticas). Y así, pese a que Papá Porumboiu dice que a nadie le puede interesar ver un partido viejo, la combinación de observación y análisis se torna riquísima, en un partido a todas luces incomprensible (no se ve la pelota, básicamente) que funciona como una suerte de ballet sobre hielo filmado a la vieja usanza, sin tantos cortes e inserts como los de hoy. Un trabajo experimental que combina política de la imagen con política pura y dura para terminar siendo una reflexión sobre el deporte y los lazos familiares que lo atraviesan. Y, a la vez, una pintura de una época que por suerte quedó en el recuerdo.
-LA SALADA, de Juan Martín Hsu (Argentina) Película coral que narra varias historias paralelas ligadas al mercado de La Salada, la opera prima de Hsu es un tierno y cálido retrato de una serie de personajes perdidos, confundidos y hasta algo asustados tratando de acomodarse dentro de una realidad que no le es del todo clara. Se trata de inmigrantes con mayor o menor tiempo en el país: un joven taiwanés que copia películas truchas y que busca obsesivamente encontrar el amor, un inmigrante boliviano recién llegado que trata de adaptarse a su nueva vida y, principalmente, un padre y una hija coreanos que entran en conflicto cuando da la impresión de que la hija duda acerca de llevar a cabo los planes familiares. Esto es: casarse con otro joven coreano. Estas historias se desarrollan con cierta parsimonia y un tono de discreta comedia humanista, que gana puntos por la comprensión y el cariño que tiene por los respectivos sufrimientos e ilusiones de los personajes pero que no termina de resultar del todo atrapante en lo narrativo. Se trata de un filme sincero que está plagado de personajes atractivos y nobles, pero que por momentos parece aquejado por las mismas dudas e inseguridades que sus criaturas.
-MAURO, de Hernán Rosselli (Argentina) Esa misteriosa cualidad de lo «verdadero» parece brotar desde el primer plano de esta película acerca de la vida de un hombre que se dedica, irónicamente, al tráfico de billetes falsos. Lo «verdadero» está impreso en cada diálogo, en cada actitud, en cada imagen de este filme cuya impresión de realidad es tan fuerte que durante un buen tiempo uno siente que está ante un documental o algún tipo de «cámara oculta». No hay una nota falsa, no hay un plano fuera de lugar, no hay un diálogo que parezca extraído de un guión. Si el neorrealismo con el que el cine argentino viene coqueteando desde su renovación de mediados de los ’90 buscara una expresión de máxima pureza tendría que detenerse aquí: no se puede ir más lejos que esto. Y lo cierto es que Rosselli construye, con los devenires de su oscuro personaje (que tiene algo del Ratso de Dustin Hoffman en PERDIDOS EN LA NOCHE) a través de un mundo suburbano, un retrato impresionista de un negocio, de una «familia» y de un espacio social. Ese sur del Gran Buenos Aires tiene aquí su primer gran película, con Rosselli encontrando en ese mundo y personajes algo similar (y aún más imponente en su verosimilitud) a lo que Raúl Perrone o José Campusano encuentran en sus respectivos universos. Es una película sobre las peripecias de un pasador de plata trucha que pone un taller para falsificar billetes y luego se enamora poniendo en riesgo su empresa y sus relaciones personales, pero más allá de la trama, lo que la película construye (desarma y rearma) es un universo de boliches nocturnos, ferias de ropa, bandas de metal, de calles suburbanas que parecen cobrar vida en la pantalla. Una película sobre el trabajo (da la impresión que estos falsificadores «actúan» demasiado bien su… trabajito), MAURO es la puesta en escena de una forma de vida y, como sin quererlo, de un país de economías paralelas –y vidas paralelas– en constante crecimiento. La película tiene algo de MUNDO GRUA y algo de BONANZA, en un estilo que la hace continuadora de la «primera ola» del nuevo cine argentino. Pero Rosselli –en su opera prima como director, él es montajista– no va por el lado de la contemplación ostensible, de cámaras fijas y planos largos. El mundo que retrata se mueve al ritmo nervioso y atribulado de su personaje. Va y viene, y se lleva puesto a los espectadores. Una opera prima notable y posiblemente el máximo «descubrimiento» del BAFICI desde EL ESTUDIANTE, de Santiago Mitre.
-ICE POISON, de Midi Z (Birmania / Taiwán) Este ejemplar en apariencia clásico de cierto cine contemplativo asiático se va volviendo de a poco un sugerente thriller y ganando en potencia dramática lo que ya trae, de entrada, en clima y rigurosidad. El filme se centra en un hombre con muy poco trabajo que, luego de ver las pocas perspectivas laborales en el pueblo en el que vive y del que todos parecen irse (el filme en esta primera etapa bordea casi el documental), empieza a trabajar transportando gente. Allí lleva a una mujer que lo irá implicando en operaciones de tráfico de drogas que tendrán consecuencias inesperadas. Una película curiosa que logra ir mutando en el transcurso de su propio metraje y sorprendiendo a los espectadores que, al comenzar, suponen que ya saben todo lo que vendrá. En cierto modo recuerda a XIAO WU, la primera película de Jia Zhang-ke, que logra hacer una operación narrativa parecida.
-CASTANHA, de Davi Pretto (Brasil) De lo mejor de la reciente producción brasileña, esta película cruza una y otra vez las fronteras entre documental y ficción para narrar la historia de un hombre que se viste de mujer por las noches para ser maestro de ceremonias en fiestas gay («Castanha» es su nombre) y al que se lo ve en su vida cotidiana, más que nada en su relación con su madre, quien con sus observaciones y comentarios se termina convirtiendo en casi tan protagonista del filme como él. La relación entre ambos, el trabajo y los sueños de estrellato por lo general frustrados de él (aunque tiene una nueva oportunidad) se combinarán con la tensión que genera la presencia circundante de otro miembro de la familia, adicto, que vive en las calles pero vuelve siempre a pedir dinero o a robar. Partiendo del documental más puro de observación (vemos las protestas callejeras en Brasil por TV), la película va integrando estos universos de ficción en los que se mueve Castanha: del escenario al backstage, de sus pruebas como actor hasta el manejo de su drama familiar que también se mueve en terrenos limítrofes entre ambos registros. Una gran película.
-SARAH PREFERE LA COURSE, de Chloé Robichaud (Canadá) Admito que tengo una fascinación por el mundo de los deportistas, del backstage de las competencias y de los problemas y sacrificios que implica tomar la decisión de dedicarse a deportes. Especialmente si no se trata de deportes en los que circula mucho dinero y potencial fama. Las ligas menores, digamos. Aquí es una chica joven que es corredora de media distancia (800 metros) y que quiere ir a la Universidad para seguir compitiendo allí y acaso lograr integrar el equipo canadiense olímpico. La decisión no es fácil ya que su familia no tiene dinero para pagarle los estudios. Además, su salud no es del todo lo ideal que debería ser para este tipo de prácticas. La chica viaja a Montreal y allí se descubrirá a sí misma en cuestiones que exceden lo deportivo. Es una pequeña película, contenida y sin desbordes emocionales (como la protagonista, acaso un tanto opaca), pero que logra transmitir muy bien la sensación de mudarse a una gran ciudad, ir a la universidad, enfrentarse al contacto con mundos nuevos y redescubrirse a sí mismo en esas circunstancias. Sí, es cierto, el uso del deporte y la salud pueden ser metáforas un tanto simplistas («Sarah prefiere correr que enfrentar sus miedos», digamos), pero en el contexto dramático del filme funcionan sorprendentemente bien.
-NAOMI CAMPBEL – NO ES FACIL CONVERTIRSE EN OTRA PERSONA, de Nicolás Videla y Camila Donoso (Chile) Este documental chileno se centra en un transexual que quiere cambiarse de sexo y las dificultades que tiene para hacerlo. Yermén sueña con ser mujer y el filme la sigue a través de su complicado proceso que incluye un complicado y humillante casting televisivo y el encuentro con una inmigrante colombiana, llamada Naomi Campbel, que sueña con volverse su igual a su idolatrada modelo. La identidad sexual y personal son los ejes centrales de este filme que sigue a su protagonista en sus devenires tanto personales como públicos, incluyendo filmaciones caseras registradas por ella misma en la que conocemos más a fondo cuestiones íntimas, sus deseos y sueños, siempre dificultados e impedidos por una sociedad que todavía no se atreve a aceptar este tipo de sexualidades «alternativas». De las más potentes e interesantes películas chilenas dirigidas por jóvenes realizadores y que salieron a la luz a fines del año pasado. La otra película a la que me refiero es…
-VOLANTIN CORTAO, de Diego Ayala y Aníbal Jofré (Chile) Notable opera prima de ficción de estos jovencísimos realizadores chilenos (tienen 25 y 23 años ahora, tenían 24 y 22 al hacerla, y parecen de 18), se centra en una chica que trabaja como asistente social en un centro comunitario en Santiago de Chile y la relación que establece con un adolescente que concurre a ese lugar. Los conflictos de unos y otros, marginados de distintas maneras, los unen a lo largo de una serie de días en los que establecen una fuerte relación de amistad y de conexión más allá de las obvias diferencias sociales y económicas. Con un estilo cercano al del cine de los Dardenne y de clara raigambre neorrealista, los directores apuestan por un registro directo y creíble en el que no hay espacio para discursos ni pontificaciones paternalistas. Todo es experiencia, vivencia, calle, día a día: desde un recorrido en “una” micro hasta una fiesta nocturna, de una charla en un parque a una situación peligrosa. Todo está contado en directo, como si los directores siguieran a sus personajes en su actividad cotidiana. Y esa decisión –lo mismo que mantener la narración en su justa y pequeña dimensión humana- es notablemente sabia y madura para cineastas tan jóvenes. Un debut (de ficción, Ayala y Jofré ya habían hecho un documental) más que promisorio del nuevo cine chileno. (Del Festival de Roma 2013)
-CARLITOS, de José Antonio Guayasamín (Ecuador)
-EL FUTURO, de Luis López Carrasco (España) La sorprendente opera prima en solitario de uno de los miembros del reconocido colectivo de cineastas Los Hijos transcurre a lo largo de una fiesta en un departamento madrileño en 1982, justo durante la asunción de Felipe González como presidente y cuando «el futuro» parecía promisorio para muchos españoles de esa generación. La película toma la forma de una reconstrucción de la época como si lo que estuviéramos viendo fuesen videos (o unas latas de 16mm) filmados entonces y encontrados, con un sonido sin mezclar, con los diálogos casi indescifrables y la música –increíbles canciones del tecnopop de la época– en primer plano durante buena parte del relato. El montaje es también idéntico, con saltos bruscos de plano a plano. Más allá de algunos momentos específicos en que se escucha algún que otro largo diálogo con cierto detalle (uno sobre el rol de ETA, acaso demasiado subrayado), en general el filme transmite la sensación de estar en una fiesta que se va volviendo cada vez más caótica. Y ese caos se transmite a la forma del filme, que pierde el sonido, se rompe de imagen y así. Lo que EL FUTURO logra muy bien es poner al espectador en el centro de esa acción y –gracias al increíble trabajo de arte, vestuario y maquillaje– dar la sensación de que el material tranquilamente podría haber sido filmado entonces. La fiesta de esa democracia esperanzadora de los ’80 irá dejando entrever que ese futuro que esta generación espera no llegará o se echará a perder en el camino. La coda final –la madrugada de toda fiesta, digamos– dejará ese «presente» más que en evidencia: el futuro no será lo que esperábamos.
-FIFI HOWLS FROM HAPPINESS, de Mitra Farahani (Estados Unidos / Francia) La película que finalmente terminó ganando la competencia del BAFICI es un retrato documental del pintor y escultor iraní Bahman Mohassess, exiliado de su país después de la revolución musulmana y a quien muchos creían muerto. La realizadora lo encuentro viviendo en un hotel de Roma hace años, subsistiendo de la venta de sus cuadros. La película se centra en una serie de conversaciones con este curioso personaje, un gay que desprecia la aceptación de a homosexualidad («era mejor cuando estaba prohibido», dice), que ataca a los políticos de su país y casi que odia a la humanidad toda. Con un tono entre ácido y sarcástico, este artista prohibido (sus cuadros, en algunos casos altamente sexualizados, no tienen lugar en Irán hoy) analiza su propia obra –buena parte de la cual destruyó–, el mundo del arte y hasta intenta manipular a la directora acerca de cómo debe ser el documental que ella está filmando. Una obra de arte comisionada a Mohassess por unos expertos y coleccionistas es el centro narrativo de la segunda parte de este muy buen documental cuyo gran secreto es ir dando a conocer de a poco a este personaje de risa imposible transformándolo de un ser casi irritante y creído a un tipo querible a lo largo de su metraje.
-THE WAIT, de M. Blash (Estados Unidos) Una película supuestamente intrigante, llena de planos «elegantes» y situaciones «curiosas», fotografiada de manera «sugestiva» para parecer «sutil e inteligente» que en realidad no es más que una pose de 90 minutos con una gran selección musical, ningún hilo narrativo mínimamente interesante (hay una madre que muere, una voz en el teléfono que les dice a sus hijas que volverá a la vida, y ese disparador se agota a los 15 minutos), un par de actrices talentosas desperdiciadas (Jena Malone y Chloe Sevigny), mucho plano oblicuo y en cámara lenta, mucha gente mirando el cielo, muchas personas haciendo gestos o movimientos físicos inesperados que dan «raros», una infinidad de clipcitos «con onda», nada por aquí, nada por allá, nada de nada.
-GRAND CENTRAL, de Rebecca Zlotowski (Francia / Austria)
-IRANIAN, de Mehran Tamadon (Francia / Suiza) Una de las más originales y sorprendentes películas de la competencia –y, posiblemente, de los últimos tiempos– es este muy pequeño documental centrado en una propuesta en apariencia simple, pero que no lo es. El director se planteó juntar a un grupo de personas que apoyan al régimen iraní en su casa para conversar con ellos durante un par de días acerca de sus diferencias y plantear un ejercicio de sociedad plural y secular en la que todos pudieran convivir. El filme muestra esos días de convivencia, centrándose en los debates que tienen acerca del rol de la religión, la música, las vestimentas de las mujeres, los libros, las diferencias culturales (el realizador es iraní, pero está radicado en Francia) y en la relación que se va generando entre todos ellos. Tamadon plantea un curioso juego de opuestos: mientras los musulmanes prueban su ingenio y versatilidad para «ganarle» la mayoría de las discusiones encontrando siempre respuestas y justificaciones para todos los actos de su gobierno, por otro lado vemos que, realmente, esa convivencia es posible en los hechos, las charlas humorísticas, la manera en la que todos parecen entenderse muy bien en esa en principio forzada pero finalmente natural convivencia. Pero lo cierto es que las cosas, fuera de la casa, siguen su curso y la situación los excede todo el tiempo. Tamadon hace algo que pocos cineastas se atreven: no «arma» las entrevistas ni edita a sus rivales para tener siempre razón o parecer más ingenioso. Al contrario, hace en su película exactamente lo que propone políticamente: abre la cámara y el micrófono a todos. Y aunque las palabras vayan por un lado y los defensores del régimen expliquen que no se puede convivir si no es bajo sus reglas, la verdad de las imágenes (la amabilidad general reinante) va por otro. Una película extraordinaria.
-UN CHATEAU EN ITALIE, de Valeria Bruni Tedeschi (Francia) La comedia dramática de la actriz/directora intenta funcionar con ese tono entre jovial y aparentemente despreocupado que tienen (o tenían) ciertas películas de la Nouvelle Vague para tratar los temas más serios posibles. Bruni-Tedeschi tiene que lidiar con un hermano enfermo de sida, un romance complicado, un embarazo inesperado y la crisis económica familiar que les obliga a vender el castillo del título en una película que –pese a los temas duros que trata– es simpática y amable, aunque un poquito dispersa. Basada en las propias experiencias de vida de la realizadora/protagonista y dividida en las cuatro estaciones de un año, UN CASTILLO… puede ser la terapia familiar de una familia multimillonaria italiana, pero logra de cualquier modo trascender esa especificidad y transformar esas emociones en algo más o menos universal. (Del Festival de Cannes 2013)
-EL MUDO, de Daniel Vega y Diego Vega (Perú) Segundo filme de los hermanos Daniel y Diego Vega, quienes se dieron a conocer internacionalmente en 2010 con su opera prima OCTUBRE, que compitió en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes. Su nuevo filme, más ambicioso y complejo, se centra en un funcionario de la Justicia que se jacta de ser incorruptible. De hecho, la primera escena de la película lo pinta claramente cuando rehúsa ser convencido y chantajeado por una mujer para que modifique una sentencia. Serio, seco y no muy amable, Constantino Zagarra está casado y tiene una hija adolescente a la que quiere “cuidar” de su pretendiente. Su vida parece ser tan ordenada y solemne como su personalidad. Acaso la única curiosidad de su pasar cotidiano sea la costumbre casi rutinaria de ducharse junto a su esposa, algo que parece ser un ritual más cansino que sexualmente consensuado. Pero varias cosas modifican rápidamente su rutina. Primero descubre la ventana de su auto destrozada y está convencido que fue la mujer por la que no se dejó corromper. Luego le llega una carta diciéndole que lo envían a trabajar a la oficina del alejado distrito de Mala, algo así como mandarlo a la Siberia de la profesión judicial. Y para cerrar un combo acaso demasiado atroz para suceder casi en continuado (más cercano a las penurias que los hermanos Coen hacen pasar a sus personajes), mientras Constantino maneja su auto recibe un disparo que le entra por el cuello y le destroza las cuerdas vocales. ¿Es casual o se trata de algún tipo de complot? Esa es la pregunta “hitchcockiana” que guía desde la trama las acciones de un filme que se anima a mirar desde un ángulo bastante original no sólo la Justicia y la política peruanas sino lo que parece ser una suerte de dualidad ética/moral que interroga a sus ciudadanos y funcionarios. A lo largo de una trama que hará recordar en más de un sentido a la forma en la que el cine rumano se acerca a estas cuestiones, los hermanos Vega irán torciendo la investigación desde lo político a lo personal para pasar casi sin pausas a algo casi surrealista… (Crítica completa, del Festival de Locarno 2013, aquí)
-20,000 DAYS ON EARTH, de Iain Forsyth y Jane Pollard (Reino Unido) Ojalá todos los documentales biográficos oficiales sean tan creativos y personales como éste sobre Nick Cave, con guión del propio Cave, en el que el músico australiano cuenta su historia con algunos recursos ficcionales (apariciones de “fantasmas” en su auto, una sesión de terapia, etc, etc.) y muchísimo material de su carrera, además de performances en estudios y en vivo de su disco más reciente y algunos temas clásicos. Si bien tiene menos música que la que uno desearía, el filme logra meterse literalmente en la cocina de Cave, quien abre sus archivos personales, cuenta historias fascinantes y sigue alimentando el mito que lo acompaña a lo largo de su carrera. La película no deja frente sin explorar y pasa de historias de vida familiares (la muerte de su padre, su esposa e hijos, su pasado de adicciones) a cuestiones ligadas a lo musical (la experiencia de tocar en vivo, sus ideas respecto a las grabaciones), siempre llevado de la mano por el propio Cave. Es cierto que la película es bastante autocelebratoria (de cualquier modo, él es bastante autocrítico consigo mismo y con su obra), pero cualquier espectador interesado en su trabajo encontrará al filme fascinante. Y el que no lo sea –o el curioso en el mundo de los documentales musicales– podrá llevarse una extraordinaria impresión de este filme, que consigue un retrato de su protagonista como muy pocos documentales de este tipo lo han logrado. (Del Festival de Berlín 2014)
-MARY IS HAPPY, MARY IS HAPPY, de Nawapol Thamrongrattanarit (Tailandia) Esta película surgida a partir de unos 400 tuits lanzados por una joven tailandesa se estructura de una manera curiosa y bastante original, poniendo los tuits en pantalla (como intertítulos o subtítulos, alternativamente) mientras escenas relacionadas directa o indirectamente con esos mismos tuits van transcurriendo. Es la historia de una adolescente y su amiga en lo que parecen ser sus últimos días de secundaria, preparando el «Yearbook», el libro anual que guardará los recuerdos del colegio para siempre. Los tuits no son narrativos sino más bien ideas y frases a mitad de camino entre el haiku y la autoayuda (tienen algo del mundo de Miranda July o, para los que lo conocen, de los tuits de @rayovirtual) que van apoyando los momentos del filme, que van de los románticos y curiosos a los trágicos y depresivos, siempre con las dos chicas como protagonistas. Es una película de momentos, algunos muy bellos y originales, pero al igual que la insistencia de la protagonista en sacar fotos solo en «la hora mágica» (cuando se pone el sol), aquí parece ser una película solo de epifanías y momentos «especiales» (música indie sensible, ángulos de cámara poéticos, un Malick de bolsillo para adolescentes asiáticas con uniformes escolares «cute») que empiezan a volverse en exceso repetitivos y hasta banales con el paso de los minutos. Pero cuando el sistema parece agotado (a los 40 minutos de película, digamos), los tiempos empiezan a estirarse, una cierta narración toma forma, la situación se vuelve algo más dramática y la segunda hora de película (dura excesivos 127 minutos) es sorprendentemente mejor que la primera.
Diego, vi que reseñaste positivamente la de Lav Díaz. ¿Se banca o es muy áspera? No vi ninguna de Lav así que quería aprovechar con ésta que es «cortita».
Se banca. No es lo más sencillo del mundo, como te imaginarás, pero comparada con las demás es facilísima!
Me dan ganas de ver de la de Palavecino
Hoy (miércoles 26) traté de comprar 1 entrada para ver «Algunas Chicas» el día de su primer proyección y me dicen que están agotadas. ¿Es posible que ya esté todo vendido o estamos otra vez en presencia de amiguismo por parte de los organizadores del Festival? Me parece raro que en apenas 48 horas no quede uuna sola entrada
Muchas veces en las primeras funciones de las películas argentinas se reservan entradas para el equipo técnico, actores, familiares, etc. Y ellos mismos compran también un montón de entradas más para repartir entre sus conocidos. No es «mala leche» ni nada por el estilo. Es como una «avant premiere», en cierto modo. Por lo cual seguramente salen a la venta muchas menos que en una función normal.
Pero hay otras funciones, seguro…
Hola Jesús B. y Fabi, gracias por el interés en la película y gracias a Micropsia por haberme transmitido la inquietud. En general sucede lo que describe Diego: las entradas para las funciones de estreno suelen ser acaparadas por los equipos, pero no ha sido este el caso: nos encontramos con que apenas unas (pocas) horas después del mismísimo inicio de la venta, ya estaban agotadas. De hecho, yo mismo no tengo, no llegué a comprar ninguna. Estamos gratamente asombrados, y los invitamos a las funciones posteriores, hasta ayer al menos quedaban lugares. Por supuesto nos halaga el interés, pero al mismo tiempo nos encantaría que todo el mundo pudiera encontrar la forma de verla. Ojalá así sea. Abrazos para todos. Santiago
No se venden el 100% de la capacidad de las salas para cada función, en la venta anticipada se vende un porcentaje que va del 20 al 25% de todas las butacas. El resto se vuelve a poner en venta el día del a función. Al menos era así hasta el año pasado, no creo que hayan cambiado para esta edición.
Nada más que el 20-25%?
No creo, eh. Sé que no ponen todas en venta, pero esa proporción me parece bajísima.
Y, además, te pone en problemas, porque podés terminar sacando entradas para otra cosa en el mismo horario… y después ya no podés volver atrás.
Mirá Diego, recuerdo de haber estado en fila para «Spider» (todavía no había venta online), tenía al menos 150 personas adelante, cuando llego no había entradas y le pregunté al cajero: «cuántas entradas pusieron a la venta?», «las que teníamos, un 20% de la sala». Lo mismo le pregunté el año pasado a la gente de Village y me respondieron lo mismo pero con un margen menos preciso: «20, 25% dependiendo de la sala». Creo que el problema de sacar para otra película se evitaría si aclararan esto de que no se ponen en venta la totalidad de las entradas porque en definitiva lo terminás haciendo igual, llegás a la ventanilla o chequeás en la página que está agotada y comprás para otra película. Nunca supe porque no lo anuncian eso, generaría menos aceleración en el público.
Uhh fuck, yo saqué una entrada para ver The Wait. Creo que fue un grave error.
Dale una oportunidad.
Por ahí te gusta…
En mi particular apuesta, Mary Is Happy, Mary Is Happy, Algunas Chicas y 20 000 Days On Earth son las fuertes de Competencia (y x ahí sale la ganadora, si no aparece una simpática sorpresa como El Mudo).
saludos Carlos
PD. lo escribo acá para q lo lean con anterioridad y no digan (Diego, tú no por si acaso) «mira alguien se lo dijo y lo filtro…»
Que pena que más allá de nombrarnos
no hay una crítica a nuestra película también en competencia internacional. Se siente desigual la atención respecto a cada film.
Poco apoyo al cine latinoamericano.
J.A.G.
Director de CARLIOS.
En serio crees eso?
Todo lo contrario. Mi trabajo es ver cine latinoamericano.
No hice a tiempo de ver tu película, pero la veré estos días.
Saludos,
Diego
Hay alguna forma de ver en la web si una pelicula esta agotada???
Hace unos anios cuando era en el Abasto Hoyt, (deje de ir desde que cambio a Recoleta por comodidad) se podia ver en programacion diaria lo que quedaba. Ahora ni siquiera encuentro el «Sin aliento», que el director del festival dijo por radio que estaba en la web, ya no mas en papel.
Sobre The congress: me parece que en la segunda parte de la pelicula todo el equipo de filmacion estaba muuy fumado.
Ayer vi «Algunas Chicas». Confieso que fui sin demasiadas expectativas, pero me impactó totalmente. Hace años que no veo una película argentina con ese nivel técnico y artístico. No recuerdo haber visto en los últimos tiempos un tratamiento tan lúcido de, por ejemplo, la soledad y las pulsiones autodestructivas