Estrenos: «Dos días, una noche», de Jean-Pierre y Luc Dardenne
Soy de los que creen que los hermanos Dardenne no pueden hacer nunca una película del todo mala. Lo he escrito ya varias veces: hay una lógica en la manera en la que ven al mundo, a sus personajes y una forma realista –seca e implacable– en la que filman, que casi no les permite […]
Soy de los que creen que los hermanos Dardenne no pueden hacer nunca una película del todo mala. Lo he escrito ya varias veces: hay una lógica en la manera en la que ven al mundo, a sus personajes y una forma realista –seca e implacable– en la que filman, que casi no les permite caer en groserías estéticas ni narrativas ni cometer errores demasiado obvios. Con ese estilo pseudo documental y de “clase trabajadora” que tienen, nada puede dejar de ser honesto ni creíble ni humano.
Dentro de estos parámetros, de todos modos, tengo la impresión que TWO DAYS, ONE NIGHT es una película floja, menor, de lo más intrascendente y, para mí, poco creíble y más manipulador que han hecho los directores belgas en toda su notable carrera. Y no por el hecho de que una actriz famosa como Marion Cotillard sea la protagonista –no me molesta tanto como a otros que en los últimos tiempos hayan empezado a usar estrellas de cine–, sino que la siento, extrañamente en ellos, programática, guionada, muy básico su eje temático y muy mínimo su desarrollo temático.
El filme cuenta lo que pasa a lo largo de un fin de semana en la vida de una mujer que está volviendo al trabajo en una fábrica tras una larga ausencia por enfermedad (pronto sabremos que se trata de depresión, aunque el asunto se explorará poco y nada). Ella acaba de recibir la noticia que sus compañeros de trabajo han votado en su contra cuando la empresa para la que trabajan los hizo optar entre conservar el trabajo de la chica o cobrar cada uno de ellos un bono anual de 1.000 euros. Según la propuesta de la empresa, era una cosa o la otra. Y los colegas de la chica, bastante desalmados por cierto, decidieron dejarla en la calle para cobrar un dinero que les permitirá, en el mejor de los casos, comprar una heladera o tomarse unas mínimas vacaciones.
Asumamos que uno acepta que algo así sea posible y que haya gente de ese mundo que sea tan miserable como para hacerle eso a una persona con la que trabajan (la película probará que no solo son muchos sino que no parecen tener nada de lo que avergonzarse), otro de los problemas del filme es que el recorrido dramático de la película se vuelve reiterativo. La mujer debe ir a las casas de los 16 compañeros y tratar de convencer uno a uno de que cambien su voto en una segunda votación que consiguieron para el lunes. Sí, el recorrido servirá para hacer un trazado sociológico de la clase media baja de la Europa contemporánea y su pérdida drástica de la solidaridad en estos tiempos de crisis económica, pero en términos narrativos se vuelve previsible, con nuestra protagonista repitiendo una y otra vez la misma consigna y escuchando versiones de la misma respuesta por sí o por no. No existen las elipsis en el filme: todo se reitera, hasta la explicación del caso.
Estilísticamente, si bien la película sigue en la línea de un realismo sin fisuras del cine de los Dardenne, este filme tampoco tiene la fuerza y el ritmo frenético de anteriores películas suyas en las que la cámara parecía estar montada sobre los personajes. Ese estilo lo han ido abandonando hace ya unos años, pero en esta película tan generalista se vuelve más anodino. De hecho, por momentos, daba la sensación de estar viendo una de esas películas de Ken Loach en la que los personajes son apenas manifestaciones humanas de posiciones políticas y para lo único que se los utiliza es para plantear debates sociales sobre “temas relevantes”. Es, para mí, también la película menos personal y sentida de los directores de EL HIJO desde la mínima atención que se le presta a su problema de depresión y su compleja relación de pareja.
Esto no quiere decir que hayan cambiado radicalmente nada de su forma de hacer cine. El principio estilístico y los temas están ahí, solo que para mí están banalizados, reducidos, sin el aura intensa y personal que la mayoría de sus otras películas tienen, como si fuera una versión accesible o “made for TV” de otros filmes suyos, mejores. En un punto, se puede pensar a la película como una crónica electoral que, en cierto sentido, anticipa el reciente triunfo de la derecha en Europa en general y en Francia en particular: a la clase obrera cada vez le importa menos el otro y el concepto de solidaridad se va perdiendo. Es un universo sin sindicatos que ayuden, sin obreros que propongan huelgas, con gente mirando para otro lado. En la película suena un poco forzado y maniqueo. Acaso la realidad misma sea más dramática –y dramáticamente compleja– que cualquier intento por ficcionalizarla.
(Crítica publicada durante el Festival de Cannes 2014)
Decís: «De hecho, por momentos, daba la sensación de estar viendo una de esas películas de Ken Loach en la que los personajes son apenas manifestaciones humanas de posiciones políticas y para lo único que se los utiliza es para plantear debates sociales sobre “temas relevantes”. Es, para mí, también la película menos personal y sentida de los directores de EL HIJO desde la mínima atención que se le presta a su problema de depresión y su compleja relación de pareja.»
No comparto en absoluto estas afirmaciones. creo que aunque esta película no seduce al espectador como las primeras de los hermanos belgas, tiene un salto de calidad magnificado, ya que pasan de reflejar las vidas de seres marginales a obreros perfectamente integrados al sistema capitalista.
La película me gustó tanto y me pareció tan buena en que le dediqué tres entradas en mi blog.
Aquí hablo de la película en sí:
http://comentandocine.com/2015/03/06/deux-jours-une-nuit/
Aquí sobre la mirada de los Dardenne sobre la clase obrera de hoy en Europa:
http://comentandocine.com/2015/03/21/a-proposito-de-deux-jours-une-nuit-la-mirada-de-la-clase-obrera-de-los-dardenne/
Y aquí hice una selección de escenas que me parecieron más relevantes y una reproducción por escrito de todos diálogos que mantiene con sus compañeros:
http://comentandocine.com/2015/03/08/deux-jours-une-nuit-escenas-seleccionadas/
Si bien soy un incansable admirador de los Dardenne, gran parte de las cosas que decis las sentì yo -especialmente cierta demagogia guionada- pero no obstante eso quede conmovido profundamente por lo que consigue Cotillard con ese personaje, en todo el trayecto del relato.
Confieso que pocas veces me he sentido tan involucrado emocionalmente con el trabajo de una actriz y por eso solo, en mi opiniòn, coincido con Halaban en que me resultò una gran…gran pelicula.
Si bien soy un incansable admirador de los Dardenne, gran parte de las cosas que decis las sentì yo -especialmente cierta demagogia guionada- pero no obstante eso quede conmovido profundamente por lo que consigue Cotillard con ese personaje, en todo el trayecto del relato.
Confieso que pocas veces me he sentido tan involucrado emocionalmente con el trabajo de una actriz y por eso solo, en mi opiniòn, coincido con Halaban en que me resultò una gran…gran pelicula.
Aquí una nota del Página12 con un breve reportaje a los directores, donde queda en claro su método de trabajo apar este filme y dos cuestiones que desvelan a muchos críticos: la incorporación de la Cotillard, que supuestamente fue un error de casting y la lucha de los trabajadores con prescindencia del sindicato, que coincide con lo que yo pensaba, es decir que la acción sindical en una empresa pequeña es impensable.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-36989-2015-10-20.html
Aquí un párrafo de mi crítica que reivindica la actuación de Cotillard:
«Es interesante destacar como un acierto del guión el hecho que los Dardenne hayan elegido que el personaje fuera una persona depresiva. Y la interpretación de Cotillard es totalmente convincente. Solo quien haya convivido con un enfermo depresivo, puede entender lo ajustadísimo de su papel. Podrían haberla “enfermado” de muchas cosas, pero no cayeron en el lugar común de hacerle sobrellevar un cáncer, por ejemplo, sino que eligieron una de las más dolorosas enfermedades que un ser humano pueda padecer, y que es un típico fruto podrido engendrado por la sociedad capitalista. Mientras otras dolencias psiquiátricas como la enfermedad bipolar, son tan viejas como el hombre, y ya eran descriptas en la antigua Grecia, la depresión a secas, es el “regalo” que el sistema capitalista ha legado al hombre contemporáneo. Será en poco tiempo la mayor fuente de incapacidad laboral en los países desarrollados, como no se cansan de recordar la Organización Mundial de la Salud y la OIT. Está claro, los Dardenne no viven en una campana cristal, no solo crean bellas películas, sino que se informan. Pero la depresión tiene, además del sufrimiento para el paciente y el entorno familiar, un rasgo siniestro: no parece una enfermedad laboral, aunque en lo más recóndito lo sea. La empresa no tiene la culpa, no es como caerse de un andamio o perder un dedo triturado por una máquina, como mostraba Elio Petri en “La Clase Obrera va al Paraíso” (1971). Es una enfermedad que puede llegar a matarte, pero si la muerte ocurre, va a ser casi seguro fuera del ámbito de la empresa. Y para el capitalista es lo único que importa. Sin embargo, ha habido críticos que consideran la escena del intento de suicidio como un “golpe bajo” del filme, aún cuando está filmada con sequedad, con austeridad de medios, sin recargar una escena de por si dramática. No es el travelling de Kapo, digamos. Pero esta escena puede ser cuestionable, no por lo que muestra en sí misma, sino porque exige la siguiente: la fugaz internación y el alta prematura, que rompe con todo el tono naturalista del filme. Ningún médico en ningún país del mundo, y menos en la Europa desarrollada, dejaría que una persona con antecedentes depresivos y que acaba de intentar un suicidio, se vaya a su casa a las pocas horas del hecho, y encima retome una actividad tan estresante como las entrevistas con sus compañeros.»
La toma de conciencia. La gran dificultad de todos los obreros aquí, incluida Sandra, es romper con la disyuntiva que les impone la patronal y pensar en otras variantes. En lugar de “Bono” o “Sandra” (la falsa opción del dueño de la fábrica), plantearse la variante más justa: “Bono” Y “Sandra”. Pero esta posición requeriría un nivel de conciencia de clase que los obreros de este filme no poseen. De todas formas, al forzar Sandra una argumentación de cada uno de los compañeros que entrevista, se obligan todos, y Sandra también, a repensar sus condiciones de trabajo, sus vínculos entre ellos y sus relaciones con la patronal.
En la escena final, un gran cierre, vemos que Sandra, aunque perdió la votación y su trabajo, se siente muy bien en lo emocional, aprendió a pelear por sus derechos, y también aprendió que aunque las luchas no siempre terminan con el triunfo, fortalecen, dignifican y curan.
Diálogo final. Por teléfono, con Manu, luego de la votación desfavorable:
813
01:30:46,974 –> 01:30:49,587
Sí, va a ser difícil.
814
01:30:50,446 –> 01:30:53,041
Pero empezaré a buscar hoy.
815
01:30:54,695 –> 01:30:55,889
Sí.
816
01:30:57,704 –> 01:30:59,046
Sí, ¿al mediodía?
817
01:31:02,681 –> 01:31:06,518
Sí, yo también.
Hasta pronto.
818
01:31:08,197 –> 01:31:11,413
¿Manu? ¿Estás allí?
819
01:31:12,743 –> 01:31:14,437
Luchamos bien.
820
01:31:15,884 –> 01:31:17,758
Soy feliz.
821
01:31:21,200 –> 01:31:22,497
Yo también.
Jorge Halaban…no tengo tiempo ahora de leer todo el material que sugeris, pero que bueno que en este espacio ocurran esta cosas. Es una señal que esta pelicula se lo merece…
Así es. Ojala debatiéramos sobre todas las películas importantes que se exhiben en las salas.