Festivales: DocBuenosAires 2015 (Recomendaciones)
El jueves 15 da comienzo la 15 Muestra de Cine Documental conocida como DocBuenosAires en varias salas de la ciudad. El festival incluirá una serie de interesantes muestras, charlas, mesas redondas e invitados internacionales que se presentarán en diversos espacios porteños. La lista completa de esos eventos la pueden encontrar en el programa del DOC, […]
El jueves 15 da comienzo la 15 Muestra de Cine Documental conocida como DocBuenosAires en varias salas de la ciudad. El festival incluirá una serie de interesantes muestras, charlas, mesas redondas e invitados internacionales que se presentarán en diversos espacios porteños. La lista completa de esos eventos la pueden encontrar en el programa del DOC, aquí. Entre otras actividades, habrá un encuentro con Peter Mettler, una mesa redonda sobre Raúl Ruiz y un encuentro con el productor francés y programador invitado Gérald Collas. En la página del festival podrán chequear datos con horarios y salas.
Vamos a lo cinematográfico, que es nuestra prioridad. Y como casi todos los años, el DOCBuenosAires presenta una variada combinación de títulos de repercusión internacional junto a descubrimientos y, cada vez más, estrenos nacionales. Así que aquí van unos párrafos a modo de reseñas de algunas de las películas que logré ver anticipadamente al comienzo del evento anual.
ULTIMAS CONVERSAS, de Eduardo Coutinho (Brasil)
La sorpresiva y shockeante muerte del realizador brasileño nos privó de tener más películas suyas, pero por suerte el director de EDIFICIO MASTER había dejado casi terminado un nuevo filme que luego retomaron otros autores de igual prestigio como Joao Moreira Salles y la editora Jordana Berg y terminaron de darle forma de una manera que, imaginamos, sería muy similar a lo que Coutinho hubiera deseado. El documental conserva la forma de sus últimos: son charlas de Coutinho con personas comunes a las que llegamos a conocer bastante bien en el transcurso de los pocos minutos que pasamos con ellos. En este caso, el recorte son los adolescentes. Y si bien al principio se ve una escena como de backstage en la que el propio Coutinho duda sobre la elección de personajes de la película (no está seguro si los adolescentes tienen suficientes experiencias valiosas para contar), la charla termina probándole lo contrario. Especialmente destacable dentro de este formato que ya le conocemos de filmes como JOGO DE CENA o LAS CANCIONES es el último testimonio que lleva al indudablemente conmovedor, aunque sutil, plano final de despedida de uno de los mejores –sino el mejor– documentalista latinoamericano de la historia.
—————————————————————————————————————————————–
THE OLD JEWISH CEMETERY, de Sergei Loznitsa (Holanda/Lituania)
Otra leyenda del documental –y ocasional incursionador en la ficción– presenta un corto que pone a las claras la relación entre el pasado y el presente, entre el Holocausto y la vida cotidiana de hoy, al mostrar la actividad de un día normal de un parque en Riga en el que estuvo durante más de dos siglos el viejo cementerio judío de la ciudad en medio del gueto y hoy es un paseo familiar que oculta o tapa los muchísimos horrores que se cometieron allí en la zona y que están recordados por alguna que otra placa. El lugar pasó por la invasión nazi, fue luego arrasado por las Brigadas Comunistas y hoy desapareció y solo es recordado por su nombre, ya que la gente llama allí al lugar «el antiguo cementerio judío» pero funciona como un parque. Parque que, de todos modos, no puede dejar de ocultar las historias que pasaron por allí y, seguramente, los cuerpos que continúan enterrados debajo de esa plácida apariencia.
—————————————————————————————————————————————–
CRONICAS DE SOLITUDE, de Manuel Ferrari (Argentina/Alemania)
Es imposible no pensar en el juego de palabras de la palabra Solitude que, en el mediometraje documental de Ferrari, representa un lugar específico en Alemania llamado así en el que el realizador hizo una beca durante varios meses, y el significado de esa palabra, soledad, en inglés. Las imágenes, los fragmentos, los recorridos de la cámara de Ferrari por el lugar que combina oficinas y espacios verdes y abiertos pueden ser claramente vistos como diarios de observación de un tiempo de soledad y, a la vez, como la descripción del lugar en sus actividades cotidianas. Divivido en seis episodios, el centro de la acción es el castillo en el que la Akademie Solitude funciona que también, a lo largo de su historia, fue tanto una residencia para ricos, una academia militar y hasta una cárcel. Hoy es una residencia para artistas que comparten allí sus experiencias y sus «soledades» que la cámara de Ferrari sabe describir con sutileza.
—————————————————————————————————————————————–
GENERAL PICO, de Sebastián Lingiardi y LAS LUCES, de Juan Renau y Manuel Abramovich (Argentina).
Seguramente invitado a participar del Festival de cine de General Pico, el realizador de SIP’OHI decidió aprovechar sus días allí para recorrer y filmar la ciudad pampeana mostrando sus actividades cotidianas: el trabajo, las casas, los negocios, los jóvenes, los bares, las charlas, las elecciones inminentes, el vacío y por momentos chatura de la ciudad, algunos momentos del festival (dos mini-intervenciones del colega Roger Koza dando una charla) en una sucesión de secuencias breves y descriptivas que encuentran su eje y hasta su personaje principal en un perro, increíble, que se transforma en el protagonista excluyente del filme solo con estar parado, observando lo que pasa (y no pasa) a su alrededor, lo que vemos (y no vemos) de General Pico, como un testigo solitario, tristón y conmovedor del tiempo que pasa y el mundo que se mueve (y no) alrededor suyo. LAS LUCES, en tanto, es un breve corto acerca de un padre y su hijo que tienen un local de iluminación que alumbran a más no poder para las fiestas. En los pocos minutos que duran los vemos dedicados con pasión a ese evento efímero pero que es un tradición en el pueblo.
—————————————————————————————————————————————–
LA FAMIILIA CHECHENA, de Martín Solá (Argentina/Chechenia)
Documental religioso-coreográfico, la nueva película de Solá (CAJA CERRADA, HAMDAM) continúa con sus exploraciones en lejanos territorios. En este caso en el corazón de una familia a través de tres ceremonia religiosas llamadas Zikr, suerte de danzas rituales casi mántricas que hacen los musulmanes sufís. Hay danzas de hombres por un lado y de mujeres por el otro, y en cada una la cámara de Solá husmea y se mete sin molestar, incomodar ni interrupir (o al menos eso se trasluce) en estos rituales que van volviéndose cada vez más y más fervorosos y devotos. Un hombre llamado Abubakar es, en cierto modo, el centro, el guía, dentro de este mundo, de estos bailes en los que los pesares y sufrimientos que a lo largo de la historia ha sufrido el pueblo chcheno parecen en cierto modo exorcizarse hasta producirse una especie de limpieza espiritual, de restitución de los orígenes y de transpirado reencuentro del hombre con su historia, su religión y su tierra.
—————————————————————————————————————————————–
THE END OF TIME, de Peter Mettler (Canadá).
El cineasta canadiense Peter Mettler, un asiduo visitante al BAFICI con otras películas como GODS, GAMBLING & LSD y “my personal favorite”, PICTURES OF LIGHT, vuelve con otra exploración que va de lo místico a lo científico, de lo realista a lo mágico, de lo narrativo a lo experimental. Se llama THE END OF TIME y trata de responder a la siguiente pregunta: ¿qué es el tiempo? Buscando respuestas, Mettler y su cámara viajan por distintos lugares del mundo, entrevistando a científicos, exploradores, analistas, músicos electrónicos y otras personajes (incluyendo una ocasional voz en off del propio Mettler) en un ir y venir de voces que funcionan como tapiz de pensamientos y que no siempre nos permite identificar de dónde vienen. La película abre con los científicos que buscan la partícula de Dios y de allí viaja a zonas volcánicas, a la India (donde se hacen piras enormes con los muertos) para luego entrar en un terreno místico/visual más cerca del trip psicodélico que de otra cosa. Por momentos fascinante, en otros un poco larga y reiterativa, la película de Mettler es un viaje interior y exterior, de la naturaleza pero también de la percepción, que va de Einstein a gurúes, de aceleradores de átomos a mandalas, tratando de hurgar en misterios que el cine parece poder interpretar mejor que otras artes.
PD. Una entrevista a Peter Mettler que le hice en 2003, aquí.
—————————————————————————————————————————————–
ENTRELAZADO, de Ricardo Giacconi (Colombia)
La idea madre que distintos sucesos del universo se encuentran entrelazados al menos a nivel de átomos y partículas es la que recorre este mediometraje documental/experimental que va mostrando diversas escenas e imágenes en principio inconexas en Cali y que incluye entrevistas a personajes típicos y a la vez algo excéntricos del lugar, como un sastre, un titiritero, un parapsicólogo y un físico, que cuentan historias. Sus relatos llamativos, en algunos casos casi fantásticos, son los que van dando de a poco forma a este cúmulo de imágenes generando conexiones impensadas pero, más allá de eso, una visión creativa única y poco utilizada en el continente.
—————————————————————————————————————————————–
NOCHE HERIDA, de Nicolás Rincón Gille (Colombia)
Uno de los mejores documentalistas colombianos, radicado en Europa, presenta aquí varios de sus trabajos, incluyendo este último, un relato en el que explora una zona de las afueras de Bogotá a través de una familia que vive la separación de uno de los hijos que decide irse de la casa familiar pese al sufrimiento de su abuela. A través de la serena observación, Gillé va logrando que nos acerquemos cada vez más a estos personajes (incluyendo a sus otros nietos) para entender mejor la serie de conflictos que se ponen en juego a partir de esta separación. El filme forma parte de la Trilogía llamada Campo Hablado.
—————————————————————————————————————————————–
SURIRE, de Bettina Perut e Iván Osnovikoff
En un paraje desolado y desolador –una salina ubicada en el norte de Chile, a pocos kilómetros de la frontera con Bolivia–, los documentalistas chilenos ubicaron su mirada en los pocos habitantes de la etnia aymara que viven allí y cómo su modo de vida tradicional se va viendo modificado por la llegada de camiones y camiones que pasan como en fila hacia una zona en la que se está explotando un yacimiento y que solo vemos de lejos, como una suerte de fantasma amenazante.
Pero la cámara no se detiene en esto ni se parece a un documental de denuncia. Para nada. Los realizadores se enfocan en el cotidiano de algunas pocas personas: una anciana, una pareja muy mayor también y luego un niño que viene a estar un tiempo con ellos para cuidarle los animales cuando se vayan a Bolivia. Son solo esos pocos seres, sus animales (los flamencos son la característica más curiosa de la zona) y muy pocos más los que aparecen a lo largo del filme, que dedica casi todo su tiempo a observar sus rituales cotidianos, sus conversaciones casuales y a retratar su forma de vida pero sin ninguna intención ni falsamente folclórica, ni pintoresquista.
Los personajes, en especial la mujer, pueden ser secos, hoscos y solo por momentos simpáticos, pero el filme no intenta convertirlos en criaturas exóticas sino en lo que son: los últimos habitantes de una zona que, uno supone, pronto pasará a estar dominada por lo que suceda con el cercano yacimiento. Tampoco por aquí pasa la idea de convertir el lugar en un escenario “cósmico” o espiritual ni representativo de las grandes tragedias nacionales como otros filmes recientes han intentado filmando en zonas cercanas. Aquí los realizadores se dedican al retrato de una forma de vida. Las conclusiones quedan a cargo del espectador.
Lo que vemos puede ser por momentos muy divertido (un hombre pidiendo víveres por radio a alguien que casi no lo escucha, la anciana cortándole el pelo a su perro o puteando mitad en quechua y mitad en español ante un potencial incendio o el niño intentando andar en bicicleta de una manera un tanto peculiar) y también denso, duro, difícil. En los pies llagados y las manos secas de los protagonistas queda claro que la vida allí requiere un esfuerzo descomunal al que, si bien están acostumbrados, a su avanzada edad ya casi no le pueden hacer frente.
Más allá de una excesivamente gráfica escena en la que se mata y pela a un animal –el plano es innecesariamente cercano para mi gusto–, SURIRE es un documental incuestionable, inteligente y lúcido. Desde lo que elige observar hasta cómo lo observa, dándole al espectador imágenes de una extraña belleza pero sin transformarlo en un exótico paraíso (las imágenes borrosas a causa del calor que desprende el suelo le dan por momentos un carácter de pintura impresionista) y entrando en la vida de estos seres sin condescendencia ni intento de victimización. Al contrario, poniéndose a la altura de lo que están contando y sin emitir sentencia alguna más que a partir de ciertas contradicciones visuales. El respeto a la inteligencia del espectador que otros documentales –incluyendo algunos chilenos muy recientes y más celebrados internacionalmente– no tienen.