Estrenos: «Mis hijos», de Eran Riklis
Tres títulos posibles para tres películas diferentes. Cuando el filme de Eran Riklis se estrenó, se titulaba DANCING ARABS (Arabes danzantes). Luego prefirieron cambiarlo por A BORROWED IDENTITY (Una identidad prestada). Y acá eligieron llamarla MIS HIJOS, título similar al que se estrenó en Francia. De algún modo esos títulos reflejan que, más que una […]
Tres títulos posibles para tres películas diferentes. Cuando el filme de Eran Riklis se estrenó, se titulaba DANCING ARABS (Arabes danzantes). Luego prefirieron cambiarlo por A BORROWED IDENTITY (Una identidad prestada). Y acá eligieron llamarla MIS HIJOS, título similar al que se estrenó en Francia. De algún modo esos títulos reflejan que, más que una película, aquí hay tres películas luchando por ser una sola. El primer título mucho no se entiende (es el título de la novela autobiográfica en las que se basa la película y que debe incluir alguna referencia a la danza que se perdió en la traducción). El segundo es más claro y casi spoileador: se refiere específicamente a la última parte de la trama. Y el título local es igualmente confuso: ¿Mis hijos? ¿Hijos de quién?
El protagonista no tiene hijos. De hecho, la historia que cuenta la película cuenta su vida entre la infancia y la adolescencia, en la década del ’80, claramente separadas en tres períodos distintos. Eyad es un chico árabe-israelí cuya familia está bastante en contra del Estado de Israel y que, en la época de la primera Guerra del Golfo, rezan para que los misiles destruyan ciudades. Pero Eyad no entiende demasiado qué es lo que sucede alrededor suyo y cree que decir en voz alta «mi papá es un terrorista» es algo simpático y gracioso.
Tras esa primera parte, en tono de comedia, Eyad entra a una prestigiosa universidad en Jerusalem ya que es sumamente inteligente y su padre quiere que reciba una buena educación. Y allí, ya fuera de su elemento (la comunidad) debe enfrentar las verdaderas complicaciones de ser un árabe en medio de Israel: sus compañeros lo marginan, se burlan de su acento, lo detiene la policía y así. Sólo una chica, Naomi, le presta atención y empieza una relación con él aún cuando su familia le dice que preferirían que tenga cancer a un novio árabe. Y Eyad también ayuda en sus tareas y en su vida cotidiana a Yonatan, un adolescente israelí que sufre distrofia muscular. Y la más feliz con el nuevo amigo de Yonatan es su madre, Edna, a quien uno imagina que el título local hace referencia.
La película parece que irá a centrarse en las complicaciones románticas de la vida de Eyad en medio de ese clima hostil en el que lo paran siempre por la calle para pedirle documentos, pero luego girará y pondrá su peso en la relación con Yonatan, que enferma cada vez más, y con su madre, que casi lo adopta como un nuevo hijo. Su propia familia, central en la primera parte, prácticamente desaparece del relato, ya que para sobrevivir Eyad oculta lo más posible su condición y se desconecta bastante de los suyos. Esa necesidad de ser aceptado –más por conveniencia e instinto de supervivencia que por deseo real– es la que le da su centro al episódico relato.
Si bien la película plantea preguntas incómodas acerca de la relación entre estas dos partes del Estado de Israel (en esa época, según el filme, 80% judío y 20% árabe), su estilo un tanto convencional y sus diálogos excesivamente «guionados» atentan contra esa misma incomodidad, volviendo a la película, que tiene todo para ser perturbadora, en un relato formalmente bastante tradicional. Acaso sea una decisión de Riklis para poder volver accesibles esos temas a un espectador de cine más «comercial», pero lo cierto es que termina conspirando contra esas zonas ambiguas que el filme deja entrever. Especialmente intrigante en el filme es mostrar las constantes tensiones, miedos y sospechas que existen entre las dos comunidades desde el punto de vista árabe, incluyendo los obligados trucos y hasta trampas que tienen que hacer para sobrevivir.
Despareja pero valiosa, con un tono que no está a la altura de los temas que trata (como el caso de la reciente MUSTANG), MIS HIJOS es una película más interesante para discutir y debatir por los complejos asuntos que pone sobre la mesa que en lo estrictamente cinematográfico.