TV: «Making a Murderer» (Miniserie)
El éxito de THE JINX, la miniserie documental sobre un caso policial que estrenó el año pasado HBO, y el de SERIAL, un podcast del mismo género que fue un suceso inusitado (5 millones de descargas semanales por iTunes), abrieron las compuertas para que la televisión empiece a exhibir más y más productos de ese […]
El éxito de THE JINX, la miniserie documental sobre un caso policial que estrenó el año pasado HBO, y el de SERIAL, un podcast del mismo género que fue un suceso inusitado (5 millones de descargas semanales por iTunes), abrieron las compuertas para que la televisión empiece a exhibir más y más productos de ese tipo. El documental sobre casos policiales irresueltos, dudosos o controvertidos son toda una tradición en el cine norteamericano, en especial a partir de THE THIN BLUE LINE, la película de fines de los ’80 de Errol Morris que aportó nuevos datos a un caso de esa naturaleza, por lo cual no estamos ante un género nuevo ni mucho menos. Sólo que con los tiempos y extensiones de las miniseries (y más aún con la flexibilidad de los canales premium o los servicios de streaming), el género se altera radicalmente: lo que antes se resolvía en aproximadamente dos horas ahora puede extenderse ad infinitum.
Así llegamos a MAKING A MURDERER, la miniserie que Netflix puso en streaming a fin de 2015 y que se ha convertido en otro suceso crítico y, especialmente, un generador de debates, teorías y discusiones no solo en los medios especializados sino en todos los ámbitos: abogados, juristas, políticos, etc. Todos opinan sobre la serie ya no por su factura sin por el caso específico que trata y las repercusiones que tiene. El «interés general» que despiertan este tipo de productos excede en mucho el de las habituales series de ficción ya que en cierto modo es similar a seguir uno de esos casos policiales célebres que tienen sus «15 minutos» de trascendencia televisiva para luego ser recordado como anécdotas. Todos opinamos, todos sabemos los vericuetos de la Justicia, todos somos documentalistas, abogados, especialistas forenses, detectives. Y es innegable que es un juego fascinante una vez que se entra en él.
Antes de ir a lo específico de MAKING A MURDERER, una aclaración: es imposible escribir de la serie sin entrar en el terreno de los spoilers. Haré lo posible por no contar demasiado y mantener las intrigas que la serie tiene pero casi cualquier cosa que escriba puede ser considerada spoiler. De todos modos es obvio que una serie de estas características no se haría si los resultados del caso no hubieran sido controvertidos –y hasta el título de la serie podría ser considerado spoiler–, pero de todos modos cumplo en avisar. Los que no quieran leer más vean la serie –vale la pena– y luego vuelvan aquí.
Dirigida por Laura Ricciardi y Moira Demos, la miniserie se centra en Steven Avery, que en 1985 era un joven vivía con su familia extendida en las afueras del Manitowoc County, en Wisconsin, un pequeño pueblo de este estado del norte de los Estados Unidos (al norte de Illinois, al este de Minnesota). La familia de Avery manejaba una especie de desarmadero de autos enorme, lugar en el que vivían padres, hijos, hermanos, tíos y más. Marginales dentro del condado –la clase de white trash de la que mucha gente huye por prejuicio–, los Avery no tenían mucho contacto con la comunidad más «civilizada» de la ciudad.
Avery, que había tenido algunos problemas con la policía al ser denunciado por «conductas indecentes», es acusado de un intento de violación y golpes a una mujer, y condenado a 32 años de prisión pese a no haber demasiadas pruebas en su contra. Para 2003, cuando Steven llevaba 18 años preso, se encuentran pruebas de ADN que demuestran que el culpable es otro, por lo que el hombre es liberado. Si piensan que conté mucho, esto es solo el principio ya que sus problemas seguirán y seguirán…
Avery decide hacerle un millonario juicio a la policía de su condado por los años que pasó en prisión siendo inocente y en medio de ese proceso (en 2005) otra mujer desaparece en la zona. Aparentemente, el último en verla es el propio Avery y pronto aparecen más y más datos que lo conectan a esa desaparición y potencial crimen. Es así que, en medio de ese juicio que él le está haciendo a la policía, Avery es detenido y encarcelado otra vez. Si bien las pruebas en su contra se acumulan la duda más fuerte que aparece –además de muchos datos contradictorios del caso– es si no se trata de una vendetta de la policía contra él para no tener que pagar los millones que Avery pide. O por motivos que ni el propio protagonista entiende: «¿Qué tienen contra mí», se pregunta en las conversaciones teléfonicas grabadas en las que se lo escucha desde la cárcel.
MAKING A MURDERER sigue este caso y las repercusiones y salidas laterales que va teniendo. Por él, cae también preso Brendan Dassey, un adolescente de 16 años –sobrino de Steven– que es forzado a confesar su participación en el crimen por los investigadores, complicándolo todo más aún: para él, para su tío y para la reconstrucción de los hechos que pueden o no haber pasado en el desarmadero de autos de los Avery con Teresa Halbach, la mujer desaparecida en cuestión.
Las cineastas, queda claro de entrada, han seguido el caso desde la liberación de Avery de su condena previa. Y la serie consiste en sus filmaciones de entonces, en registros de los juicios, conferencias de prensa y materiales televisivos de la época, entre otros. También es claro de entrada que están del lado de Avery y su familia: las entrevistas son siempre con ellos (sus padres tienen un rol esencial), su punto de vista siempre está del lado del acusado y lo que nos muestran, en la gran mayoría de los casos, apunta a suponer que se está cometiendo una gran injusticia al acusarlo de un crimen que, viendo la serie, es casi evidente que no cometió.
Pero esto es una serie, no un juicio, por lo cual es claro que hay que tomar con pinzas lo que se exhibe: ¿Qué es lo que las directoras mostraron y no mostraron? ¿Cómo «formatearon» la cronología de la historia y armaron diez horas con 700 de filmación? ¿Qué dejaron afuera y porqué? No estoy dudando de sus buenas intenciones ni de que estén en lo correcto –todo apunta a que lo están–, sólo que cualquiera que vea un documental debe entender que el recorte de lo que se muestra no es el de los «hechos reales» sino el de los realizadores. Si bien se ubican del lado opuesto del de la mayoría de los medios que en la época condenaron a Avery antes de ser juzgado solo por rumores y datos circunstanciales no probados, también hay que aceptar que la «objetividad» no es algo que busquen. Sabemos, igual, que esa «objetividad» es imposible de lograr, pero acá nadie trata de acercarse tampoco.
MAKING A MURDERER es atrapante de entrada. Los distintos elementos del caso generan un material riquísimo que excede la suerte de Steven para plantearse como una radiografía de los Estados Unidos más profundos, analizando sus diferencias económicas y culturales, el rol de la Justicia y la policía, el de los medios de comunicación y su influencia en este tipo de situaciones. Avery es de una clase social que los norteamericanos de clase media quisieran no tener que ver, ni lidiar. Y el sistema judicial parece armado para sostener esos prejuicios. Algo similar pasa con las fuerzas de la ley que, especialmente en esas ciudades de provincia, todavía merecen un respeto tal que acusarlas de corrupción o de plantar evidencias es casi suicida. Y ni hablar de los medios que, como en todas partes, enjuician y condenan sin información, solo buscando rating reforzando esos mismos prejuicios y presentando el material más escabroso posible.
En lo específico, es un documental preciso y detallado sobre el caso Halbach y sobre los dos acusados (cada uno, separadamente) de su muerte: cada ítem encontrado o no en la zona, cada rastro de sangre, cada experto en balística o ADN, cada testimonio y grabación de confesiones tienen su espacio asegurado en el curso de los diez episodios en los que la sorpresa va dando paso al asombro y de allí a la segura indignación. ¿Qué es lo que realmente le pasó a Teresa? ¿Hasta dónde la policía está implicada en tratar de que todas las sospechas recaigan en Avery? ¿O están directamente implicados en el propio crimen? ¿Qué tienen contra él desde 1985? ¿Qué recursos utilizarán las abogados de una y otra parte para convencer al jurado? Todo va cruzándose en la historia de este sujeto y lo que se termina moviendo alrededor de él. La serie no lo dice directamente pero apuesta por su inocencia, mostrando una y otra vez cómo los argumentos de la defensa parecen ser mucho más sólidos que los del fiscal. Pero, ¿y si fuera más complicado que eso?
El problema de MAKING A MURDERER es uno de extensión. A partir del éxito de las otras series, parecería que Netflix dejó a las cineastas explayarse todo lo que quisieron, ya que el modelo de negocios de la compañía y su modo de estrenar (poner todo a la vez online para ser consumido a piacere) permite cualquier extensión. Y a mayor duración, mayor fidelidad. Pero la duración en este caso atenta contra el resultado. Tengo la impresión que en 8 episodios (y aún menos) se podía haber contado la historia, y que especialmente todos los episodios centrales del juicio a Steven se vuelven un tanto reiterativos en lo específico y monótonos en lo visual. Pero a esa altura uno está atrapado por los acontecimientos y es obvio que no abandonará la serie, por más que la resolución se estire en demasía.
Hay que ver MAKING A MURDERER, casi, como un argumento desde la defensa y tomarla desde ese punto de vista. Es cierto que las evidencias parecen ser muy claras a favor de la inocencia de los acusados (uno de los casos es más obvio que el otro en su injusticia extrema), pero es importante que el espectador no olvide ese detalle. Es el tipo de serie que al terminar de verla uno no puede evitar revolver internet para encontrar más información. Y allí las cosas se complican y/o enredan todavía más, derivando hacia una serie de zonas que la miniserie (por la organización y lógica narrativa del relato, y por el mantenimiento del punto de vista) no se permite, no puede o no quiere ir. De todos modos, como argumento a favor de la inocencia de Avery y Dassey, la serie es contundente. Y no hay forma de sacársela fácilmente de la cabeza.
Para los que la hayan visto, los invito a debatir cuestiones específicas del caso en los comments ya que aquí es imposible hacerlo sin spoilearla aún más. Aquí abajo, es territorio liberado…
Recien terminé de verla. Es totalmente atrapante. Es verdad lo del spoiler del título, pero igual creo que a medida que avanza la serie uno va teniendo menos dudas de como lo vana declarar.
Me hubiera gustado, tal vez, que sea un poco mas imparcial, no tanto en la cuestion de punto de vista, sino que como espectador me generen la intriga de ¿es culpable o inocente? mas que ¿lo declaran culpable o inocente?
Creo que la sensacion está pero no tan profunda porque, como vos decis Diego, se paran claramente del lado de Avery desde el comienzo, entonces es muy dificil poner en duda su inocencia.
Igualmente el caso es increible, si fuera una película de ficción seria un thriller atrapante, pero siendo un caso real es escalofriante.
Estoy de acuerdo, tendría que haber sido más imparcial y poner en duda la inocencia de Steven también. Pero las directoras quisieron hacer una película de denuncia sobre la injusticia y los arreglos de los procesos judiciales y para eso tenían que dejar muy en claro que él era inocente. Poner eso en duda hace que la propia estructura temática de la serie se caiga. Con el caso de Brendan es evidente, de todos modos, que la Justicia es cualquiera. Podrían haber sido un tanto más imparciales con Steven y dejar la duda abierta.
Coincido en lo de la extension. La historia no tiene suficientes puntos de giro para llevarlo a 10 capitulos de una hora. En ese punto me parece que pierde intensidad narrativa si se lo compara con the jinx o con paradise lost. Otra duda que me surge es cómo hacen los yanquis para documentar todo en video. Hay imagenes y audios de todo, de lo que se les ocurra. Realmente un abogado sale a dar una vuelta en su auto mientras reflexiona en voz alta del estado del juicio? No dudo ni desmerezco. Me sorprende.
Lo que pasa en la corte está grabado, es público. Entiendo que los llamados telefónicos y los videos también. Y las conferencias de prensa las consiguieron. Después hay cosas que filmaron ellas, todo lo ligado a la familia Avery, los abogados, etc. De hecho a los jurados no los ves y no se habla de ellos porque legalmente no se puede…
Slds,
d