BAFICI 2016: Competencia Latinoamericana (9 críticas)
APERTURA (FUERA DE COMPETENCIA) LAS PLANTAS, de Roberto Doveris Opera prima ambiciosa, inquietante, LAS PLANTAS es una película chilena que husmea en un período de la vida de una chica joven que vive una situación un tanto complicada. Florencia (la actriz y cantante argentina Violeta Castillo) tiene 17 años y, como su madre está internada […]
APERTURA (FUERA DE COMPETENCIA)
LAS PLANTAS, de Roberto Doveris
Opera prima ambiciosa, inquietante, LAS PLANTAS es una película chilena que husmea en un período de la vida de una chica joven que vive una situación un tanto complicada. Florencia (la actriz y cantante argentina Violeta Castillo) tiene 17 años y, como su madre está internada en un hospital y su padre no aparece en el mapa, está encargada de ocuparse sola de su hermano, que tiene un problema cerebral que lo ha dejado en estado completamente vegetativo (hay una mujer que se ocupa de él pero también debe partir). Pero si bien esta descripción da la impresión que se trata de un drama deprimente y terrible, el tono de la película está muy alejado de eso.
Florencia trata de continuar con su vida mientras cuida a su hermano. Su vida implica ir al colegio, estar con sus dos amigos con los que practica una coreografía para competir en una versión chilena de Comic Con y, con o sin ellos, explorar su sexualidad, primero vía videos y luego en persona, en relaciones que empiezan online y luego toman otras –presenciales pero bastantes peculiares– características. Flor puede dedicarse con cuidado a su hermano y luego ver con sus amigos videos porno delante suyo. Pero no se la juzga ni se la condena: la película trata de acompañar su extraño y confuso periplo de tener que ser, a la vez, adolescente y adulta.
El título hace referencia a un cómic que Florencia lee y que subraya, tal vez excesivamente, sus sentimientos y sensaciones respecto a su relación con su hermano (la «planta» en cuestión) y a lo que él –ella imagina– debe experimentar en su situación. Pero la película siempre gira hacia lugares inesperados, sostenida por un clima (fotográfico y sonoro) de constante extrañamiento, que saca a la historia del realismo puro y duro para transformarla en una suerte de perversa película de suspenso. O en un comic similar a los que Flor lee, en el que las plantas y las personas conviven en un mismo y extraño universo de deseo.
INMORTAL, de Homer Etminani
El documental del realizador de origen iraní radicado en Colombia se centra en una comunidad costeña de su país adoptivo en la que, por las corrientes marítimas, van a parar allí muchos cuerpos de personas asesinadas en el marco del conflicto armado. La película se estructura, elípticamente, a partir de dos posibles protagonistas: Cosme, un hombre apasionado por el mar, que se dedica a recuperar muchos de esos cadáveres y saber cuando van a llegar o no según las mareas y las corrientes. Una especie de guardia silencioso de las aguas. Por otro lado hay una mujer que está buscando el que podría ser el cuerpo de su novio. Etminani acompaña a estos personajes que casi no hablan en un documental que también describe las actividades que se realizan en el pueblo cada vez que un cuerpo aparece. Promediando el relato algo sucede que cambia el punto de vista y la película en sí, que pasa a transformarse en otra cosa.
Con juegos entre realidad, reconstrucción y «ficción» –que parecen venir de su filiación cinematográfica iraní–, Etminani construye un documental de observación que no solo pinta una situación y un personaje inusual e interesante sino que lo rodea, lo envuelve, con un entorno igualmente llamativo. La película no explota el lado político del conflicto de manera directa, sino que lo hace a partir de un personaje lateral, pero que de algún modo refleja las formas en las que ese conflicto invade otras zonas de la vida de ese país.
ROMANTICO ITALIANO, de Adriano Salgado
Del director de la muy original LA UTILIDAD DE UN REVISTERO llega otro filme de carácter inusual y cercano a lo experimental –aunque menos narrativo que aquel– en el que el realizador, tras filmar una entrevista para un programa de televisión con la actriz Camila Toker, decide seguirla por la ciudad ya que ella se llevó puesto el micrófono inalámbrico y él debe recuperarlo. La película tiene la estructura de un documental, aunque en buena parte parece ser «falso»: su persecución de Toker por el centro y la playa marplatense está más planificada de lo que parece. Lo que no lo está tanto, uno imagina, son los encuentros de Salgado y su cámara con gente a lo largo de la ciudad, a muchos de las cuales ve y cruza mientras la recorre buscando a Toker o esperando a que salga de un cine.
Así, la película se apoya en su persecución espía a la actriz a la que escuchamos hablando de cine, de fiestas y romances por teléfono o con gente que se encuentra, pero a la que vemos de lejos por una cámara que, por momentos, se asemeja un tanto incómodamente a un stalker. Estoy seguro que la película no es documental en ningún sentido, ya que si lo fuera la persecución espía –más auditiva que visual– traspasaría ciertos límites éticos. Fuera de eso, Salgado filma a la gente en el centro de Mar del Plata y sus lugares más canónicos, encontrando algunas imágenes sorprendentes y llamativas junto a otras que forman parte del «acervo visual» del centro de esa ciudad. Al final, con la canción que da título a la película, el director encuentra su mejor plano (acaso uno de los mejores de todo el festival), uno que permite al espectador salir de la sala contento, bailarín, romántico y un poco italiano también….
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LA ULTIMA NAVIDAD DE JULIUS, de Edmundo Bejarano
Escritor, poeta, personaje, melómano, Julio Barriga es una de esas personas que parecen haber nacido para ser filmadas. Y eso es lo que el cineasta boliviano hace en este mediometraje que no es otra cosa que un retrato de este verborrágico, curioso y original hombre que ronda los 60, vive en Tarija, lee y escribe constantemente y es el fanático número uno de… Amy Winehouse. De hecho, uno de los mejores momentos de todo el filme (¿de todo el festival?) es la lectura que el propio Julio hace de un texto/crítica que escribió sobre Amy: esos cinco minutos son mucho mejores que el documental sobre la cantante que ganó el Oscar.
Acá va una parte del texto: «Para ella cantar es connatural a respirar, nunca se detiene a tomar aire. Aun afónica y engripada hasta el hueso alcanza raros clímax en la canción no elevando la voz sino bajándola, hasta casi apagarla, como el susurro de un gato aplastado por un armario. Perfección en el desfallecimiento. Desgarbada y vacilante, bailando a veces fuera de compás y como si fuera a orinarse; más bella que un clipper cortando una tormenta, ilustra a la perfección el oximorón borgiano de la graciosa (¿elegante?) torpeza y se me revela como un ser de patética belleza, de sublime desamparo, alguien cuya fuerza radica en su fragilidad, su feroz inocencia, su siniestra ternura.»
El resto del tiempo el veterano pero atlético Julio comenta otros escritores, lee textos propios y ajenos, monologa frente a algunos amigos/admiradores más jóvenes y bebe con ellos. No hay una intención biográfica en la película: no se nos cuenta demasiado de la vida previa de Barriga. Es, más que nada, pasar un rato con él, conocerlo y fascinarse con el universo de este poeta lumpen de Tarija, suerte de rock star proletario de la literatura latinoamericana.
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EL TILA: FRAGMENTOS DE UN PSICOPATA, de Alejandro Torres Contreras
Basado en un caso real y célebre que aterrorizó a Chile en 2002, esta opera prima se centra en el «psicópata de la Dehesa», El Tila, un temerario psicópata que violó y asesinó a varias mujeres en Santiago. La película toma como eje su estadía en la cárcel pero se construye como una suerte de collage de memorias y recuerdos del personaje mientras trata de escribir una historia de su vida. Una periodista recuperará su historia y la irá contando: su infancia traumática, adolescencia en centros para menores, sus inicios como criminal y su paso por la cárcel.
El personaje es temerario e inteligente (una de las tesis de la película es que de no haber sido por las dificultades impuestas por el sistema para la reinserción social podía haberse convertido en un hombre talentoso) y la interpretación de Nicolás Zárate saca a la luz esos aspectos, convirtiéndose en lo mejor de una película que se vuelve un poco confusa desde lo narrativo y bordea lo morboso desde la puesta en escena, en especial en una larga escena en la que El Tila aterroriza a una familia durante largo rato. Son esos momentos en los que la cinematográfica idea de comprender qué pasa por la mente de un asesino psicópata se puede llegar a convertir en la explotación de esa misma perversidad. Un límite muy difuso, por cierto, pero desagradable cuando se traspasa. Si la película lo hace o no quedará en la mente de cada espectador…
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UIO: SACAME A PASEAR, de Micaela Rueda
Una aparentemente simple historia de un romance adolescente entre dos chicas es el eje central de esta película ecuatoriana que logra transmitir el estado de confusión, enamoramiento, miedo e ilusión que viven estas dos chicas en el momento en el que descubren que lo que sucede entre ellas podría ser más que una amistad. La historia se centra en Sara, una adolescente un tanto solitaria que no parece tener muchos amigos en la escuela hasta que aparece una compañera nueva, Andrea, con la que se lleva bien, comparten gustos y salidas.
La trama no sale de lo habitual para este tipo de película: las inseguridades de ambas, los momentos de felicidad, el enfrentar a padres, a compañeros y a los «rumores» de turno, pero Rueda filma todo con un notable cuidado formal, más interesada en retratar las sensaciones de esa relación que los hechos narrativos concretos que la rodean, en un estilo que puede asemejarse un poco al de Sofia Coppola.
Las dos buenas actrices hacen el resto: son las que vuelven creíble este minimalista drama romántico, uno que sabe manejarse muy sutilmente (por momentos, demasiado sutilmente) en esa zona de exploración sexual. En un cine de poca producción anual como el ecuatoriano, en constante y reciente crecimiento, la de Rueda es una película para tener muy en cuenta: una pequeña historia de amor adolescente que sabe centrarse en las emociones y en las sensaciones sin depender demasiado de extravagantes o shockeantes vuelcos narrativos.
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FLORES SILVESTRES, de Pablo Pérez Lombardini
Pese a sus breves 50 minutos de duración la película se transforma en una pesadilla interminable en la cual una mujer deprimida por algo que, al principio, no conocemos, circula por la vida sin demasiado interés en nada. Por ese devenir pasa una amiga, un hombre más joven que parece atraerla sexualmente y otras personas que no hacen más que dejar en evidencia que ese dolor es insuperable.
La trama en sí no es necesariamente problemática (películas sobre gente angustiada/deprimida hay miles y por allí no pasa el asunto), pero la estética del filme no condice para nada con la historia que se pretende estar contando, con su look de producto comercial y sus bellos y cuidados planos de la naturaleza, los rostros y los cuerpos. Es como un ensayo para otra película que, es de esperar, sea más interesante que ésta.
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WIK, de Rodrigo Moreno del Valle
El nuevo cine peruano parece haber hecho eje, en los últimos años, en las vidas de jóvenes, haciendo un recorte generacional muy específico y que va de la mano con las edades de los realizadores. WIK (que viene de «week», semana, escrita en inglés fonético como todos los días de la semana que pasan en el filme) elige a dos amigos y una chica que podrían ser representantes sudamericanos de los «slackers» del cine estadounidense: no trabajan (o hacen «changas» ocasionales), usan su tiempo en ver videos, estar online, fumar porro, dormir y otros entretenimientos casuales.
Su deseo es irse de Lima, pero no es sencillo. Los dos amigos se meten en un negocio de manipular videos porno que se complica cuando pierden el material y deben enfrentarse a una suerte de mafioso local al que conocieron circunstancialmente tras una tramposa cita online con una chica. Y esos problemas los llevan a enfrentarse entre sí y enredarse en situaciones complicadas. Pero nada los termina por «despabilar»: parece que la mayor de las complicaciones apenas les genera un mínimo fastidio.
Esa actitud entre apática y resignada acerca de sus vidas en la ciudad está muy bien pintada en el filme de Moreno, que apuesta por el realismo (y un slang que ameritaría subtítulos aquí) y consigue imprimir eso en cada plano de su película. Otro reciente filme peruano que intenta recuperar las calles, el mundo de los jóvenes, el pulso de la vida cotidiana en Lima. Y lo logra…
LAS CALLES, de María Aparicio
A partir de un hecho real –el trabajo realizado por los alumnos de una escuela para recopilar mediante entrevistas la historia de los habitantes de Puerto Pirámides y luego poner sus nombres a las calles de dicha ciudad patagónica–, la realizadora cordobesa armó una suerte de reconstrucción ficcional de ese hecho que tuvo lugar a fines de la década pasada, que incluye a su vez entrevistas verdaderas/documentales, en un estilo que hace recordar al de LOS LABIOS, de Santiago Loza, película con la que además comparte una protagonista, Eva Bianco.
Pero la intención de Aparicio no es complejizar esas zonas de choque entre la ficción y la realidad sino hacer un recuento de esa situación, trasladando ese ejercicio educativo y civico a los espectadores, quienes siguen a la profesora y a sus alumnos mientras recorren la ciudad y sus márgenes y zonas aledañas entrevistando a habitantes (pescadores, indígenas, otros llegados de otras zonas del país tiempo atrás) en una película que funcionará muy bien con un público de similar edad a la de los protagonistas adolescentes de la película, ya que consigue transformar el tipo de historias que normalmente en las escuelas quedan reducidas a libros de texto en experiencias vitales, con seres de carne y hueso, y en los que las anécdotas, las emociones reales y los paisajes se marcan de manera indeleble.